Todo comenzó en el pueblo de “La Placita”, cerca de la colina de “El Cantado”, pero el pueblo estaba más cerca del Océano Pacífico y del puerto de San Telmo, en una hacienda grande, “El Valle Real” era su nombre, ahí trabajaba Juan Peregrín, Juancho para sus amigos, estaba casado con Guadalupe, ambos tenían una hija, Rosario, la chica más bella del pueblo, así Juan trabajaba en la parte norte del rancho de la hacienda del Sr. Roberto Monterrey, padre de Joaquín, era un hombre riguroso en el trabajo y un padre ejemplar para su hijo.

Todos los días Rosario ayudaba a su padre en el trabajo y recibían la paga diaria de las manos del jefe de los rancheros del sur de la hacienda, Ignacio Méndez, un hombre conocido por mala fama de alcohólico y abusivo, al contrario de Juan, que era respetado y querido por todos.

Un día normal, Joaquín ve a Rosario, se enamora de ella e intenta entablar conversación con ella, siendo observados por la mano derecha de su padre, Ignacio, quien comenzó a sentirse celoso de Rosario.

Se organizó una fiesta en el pueblo, en la noche de ese día, Ignacio se emborracha y al volver Rosario a su casa este intenta ultrajarla, Joaquín que pasaba pensativo por ahí al ver el hecho corre al rescate de su amada, intenta detener a Ignacio pero este comienza a darle una paliza ejemplar, Rosario vuelve corriendo y llorando a su casa a contarle lo pasado a su madre, Guadalupe, esta preocupada decide guardarlo en secreto, debido a que Juan podía matar a Ignacio por esa insolencia.

Mientras tanto Ignacio sigue golpeando a Joaquín, entonces llega uno de los hombres de Ignacio y lo detiene, Ignacio entre asustado y satisfecho es llevado a su casa, Joaquín se encontrado sangrando por el cura del pueblo y lo lleva a la iglesia para sanarle sus heridas, éste sabía que era el hijo de Roberto.

Al día siguiente, Juan va a trabajar al rancho, quería preguntar a su hija si no lo acompañaba pero Guadalupe le dice que estaba durmiendo y había llegado cansada de la fiesta de ayer, Juan sin saber lo que verdaderamente pasó se fue al rancho.

En el rancho un amigo le dice que el patrón lo andaba buscando, Juan va a la casa de Roberto, en la puerta principal lo esperaba Ignacio, que tenía un ojo orado, y este acompañó a Juan hasta el despacho de Roberto, al entrar Roberto, de una forma brusca, pregunta a Juan donde está su hijo, Juan asustado no sabe que responder, Roberto sigue insistiendo, esta vez intercede Ignacio diciéndole que lo vio golpeando a Joaquín y cuando él quiso defenderlo le dio un puñete en el ojo, ya furibundo, Roberto manda a Ignacio y sus hombres a fusilar a Juan a la colina de “El Cantado”

Joaquín, ya pasados tres días y curado de las heridas, recobra la conciencia y decide volver, cuando vuelve le cuenta lo ocurrido a su padre, Roberto hace llamar a Ignacio y le trona tres tiros a Ignacio en el despacho, pero ya era tarde, Juan estaba muerto y Rosario se fue con su madre Guadalupe a un pueblo lejano.

Joaquín decide volverse cura, su padre, arrepentido y conmocionado lo cuestiona, porque lo va hacer , si tiene todo lo que quiere, dinero, terrenos, trabajadores, y él le responde de la siguiente manera:
“No todo lo que importa en la vida es el dinero, no te hace libre como el amor lo hace, al contrario, te aprisiona y te hace falso, no es lo mismo ser respetado que ser temido, tú serás respetado por miedo al poder que posees, yo, quiero ser respetado por quien soy”


Dedicado a Gabriela Castellón