Avalancha 7
Capítulo final: “La despedida”
Después de reventar el forúnculo de Sensa me regreso al hotel.
Subo a mi cuarto a ver si todo sigue en orden, bañarme otra vez y cambiar mis ropas.
Bajo al comedor y me consigo a Verónica (la fotógrafa) en una mesa pegada a un ventanal.
Está mirando a través del zoom de la cámara.
Me acerco a su mesa...
- ¡Hola Vero!...
- ¡Hola Esteban!... ¿y tu novia?
- En su casa... ¿Esperas a alguien?
- ¡No!... ¿Por...? – Dice sonriendo.
- Si quieres podemos almorzar juntos. – Le sugiero.
– ¡De acuerdo... siéntate!
Pedimos el menú y elegimos...
Llegan pasajeros nuevos...
Uno de ellos...
- Bons jours. Je besoin d'une pièce avec le lit matrimonial et un pour l'enfant. (¡Buenos dias! Necesito una habitación con cama matrimonial y una para el niño.)
– Señor, disculpe pero no le entiendo. ¿Podría repetir todo otra vez? – Solicita el Conserje con preocupación.
– Qu´est que vous dite?(¿Qué dice usted?) – Interroga el pasajero.
- ¿Qué dice usted? – También el Conserje.
Esteban que observa las dificultades del Conserje se levanta y se acerca.
Esteban al pasajero...
- Puis je les aider ? (¿Puedo ayudarlos?)
– Merci beaucoup monsieur.(Muchas gracias señor)
El Conserje aliviado escucha a Esteban hablar con los pasajeros y luego traducirle.
– Él dice que... bla...bla... bla...
El conserje - ¡Gracias señor!... Teníamos aquí a nuestro relacionista público que se encargaba de los extranjeros pero se marchó ayer. ¿Cuál es su nombre?
- Me llamo Esteban Van Ooyen.
– Señor Esteban, le agradezco muchísimo su colaboración. Dígale, por favor, que su habitación es la doscientos treinta cuatro. Que espere un momento al botones que los acompañará y llevará su equipaje; ¡Gracias!
- La votre chambre est deux cent trente quatre. Attendez pour un instant le garçon qui accompagnera et lui prendrerá des bagages, Merci bien. – Traduzco al pasajero.
- ¡Gracias señor Esteban! – Expresa el Conserje tendiendo la mano.
– Por nada amigo.
Esteban regresa a su asiento.
Verónica sigue extasiada viéndolo...
– No sabía que hablabas francés.
– En realidad sé más o menos. Mi abuelo me hablaba así cuando era pequeño. Me vienen las frases cuando alguien habla francés... sino ni me acuerdo.
- Tu apellido es holandés, ¿Por qué tu abuelo te hablaba en francés? – Pregunta Verónica intrigada.
- Mi bisabuelo era holandés pero la familia se trasladó a Amberes (Bélgica) y allí se habla amberino y francés.
Traen el almuerzo.
Conversan, ríen y comen.
Verónica me muestra las fotos que reveló, donde Sensa y yo saltamos por encima de los pinos.
– Creo que esta foto pagará mi estadía y mucho más. – Acota al mostrar la foto.
– Realmente es preciosa y me sorprende la nitidez y foco a semejante distancia. – Manifiesto con admiración.
Otros pasajeros llegan a la Conserjería y otra vez el Conserje en dificultades...
- Gentleman, I need a simgle room for a week. (Señor, necesito una habitación simple por una semana).
- Sé muy poco de inglés. ¿Quisiera repetirme lentamente? Dice el Conserje agobiado.
- ¡Sorry, I don´t understand! (Lo siento, no le entiendo). – Agrega el pasajero con cara de desorientado.
Otra vez Esteban se levanta de su asiento para ayudar al Conserje...
- My name is Esteban, ¿May I help you? (Mi nombre es Esteban, ¿Puedo ayudarlo?).
- ¡Oh yes!, thank you very much. (¡Oh sí!, muchas gracias.)
- I was saying to the gentleman that I need a room for a week. (Le decía al caballero que necesito una habitación por una semana.)...
Esteban al Conserje...
- Él dice que... bla... bla... bla...
Así, frase tras frase Esteban interpreta para el Conserje que vuelve a agradecer efusivamente la intervención.
Al regresar a su asiento se encuentra con la cara sonriente de Vero...
- ¿También ingles? Interroga sonriendo.
- Lo del ingles es por mis estudios de Computación. Los libros vienen en ese idioma y los traducidos dicen cualquier cosa menos lo que es. Por eso prefiero los manuales en su idioma original, ingles. – Respondo.
Llega Sensa...
- ¡Hola novio!... ¿Puedo sentarme? - Saluda con aclaratoria de vínculo.
- ¡Claro! Mira las fotos que Vero nos sacó cuando la avalancha.
- ¡Ay... están preciosas, yo quiero una copia! – Manifiesta tras escoger algunas.
- Con todo gusto te obsequiaré una copia de las que escojas. – Dice Vero complacida por los elogios.
- ¡Mi amor!... ¿Vas a querer alguna cosa? – Pregunto a Sensa.
- ¡No, gracias!, en realidad vine a inscribirme para las pruebas clasificatorias de slalom gigante y descenso... ¿Quieres participar?
- En realidad no puedo...
Me mira confundida y agrega...
- ¿Por qué no puedes? Tú eres muy hábil esquiando...
- Me voy mañana temprano Sensa. Terminaron mis vacaciones y debo volver...
En un instante el rostro de Sensa se congela y sus ojitos se llenan de lágrimas.
Se lleva las manos a la cara y rompe en llanto. Se levanta sin decir nada y casi corriendo se va a la terraza donde apoyada en la baranda oculta su cara de la gente y llora y llora... sin consuelo.
Llego hasta ella...
- Por favor, no lo hagas más difícil.
Se voltea y se abraza de mí.
Con su carita pegada a mi pecho llora y reclama...
- ¿Por qué tuve que enamorarme de ti si sabía que te irías?
- ¿Por qué la vida me hace esto a mí... por qué... por qué? – Dice entre sollozos - Me voy a morir Esteban... mañana cuando partas moriré... lo sé.
- No creas que yo estoy mejor que tú. Quisiera quedarme, quisiera poder besarte todos los días, quisiera mimarte, quisiera verte competir...
- He tenido otros novios pero nadie como tú y eres el único que le ha caído bien a papá.
- Tus papás son maravillosas personas y me han tratado muy bien.
Pasa mal todo el día aunque intento distraerla. En la noche la llevo a la discoteca, bailamos... pero llora.
Por momentos cuando su llanto se intensifica clava sus uñas en mis brazos sin darse cuenta y busca mis besos como consuelo.
Se va de mis brazos... sale corriendo de la discoteca.
Me quedo solo en mitad de la pista, quieto, la vista perdida, las parejas me miran, las lágrimas caen por mi cara... la amo.
Me doy cuenta que se fue... corro tras ella.
Afuera alcanzo a verla esquiando hacia la oscuridad... va a su casa.
En la mañana estoy con mis maletas en la cola para abordar el autobús rumbo a Santiago.
Miro a ver si ella viene a despedirme... no viene.
Abordo de último.
- ¡Esteeeeeeban! – Grita Sensa deteniendo su andar.
Volteo y empieza a correr hacia el autobús. Me bajo y la recibo en mis brazos... la beso.
Nos miramos y sus ojos otra vez se inundan de lágrimas...
- ¡Señor Esteban... Señor Esteban...! - El Conserje, acompañado de otro señor, llega.
- Pagué todo antes de irme... ¿Faltó alguna cosa por cobrar? – Le pregunto intrigado.
- No es eso... necesitamos hablarle en privado.
Nos apartamos un poco y hablamos...
Enseguida estrechamos las manos y se van.
Vuelvo con Sensa... me paro frente a ella...
- ¡Señor, estamos retrasados aborde por favor! – Grita el chofer.
Sensa se abalanza y me abraza con todas sus fuerzas. Entre sollozos y lágrimas recorre mi rostro con besos.
- ¡Vete de una vez... vete por favor! – y por sus mejillas las lágrimas bajan en cascada.
- ¡Pueden irse...! – Le digo al chofer.
Los ojos de Sensa se agrandan. Me mira sorprendida e intrigada sin decir palabra.
- Soy el nuevo Gerente de Relaciones Públicas del hotel y voy a la discoteca a ordenar la tanda romántica de canciones más larga de todos los tiempos para esta noche.
- Invitaré a tus papás a cenar porque tengo que hablar con ellos.
- Creo que vi una joyería en el hotel... necesito un par de anillos. – Dicho lo cual, miro con despreocupación al paisaje.
- ¿Tú me estas pidiendo lo que yo pienso? – Interroga incrédula.
- Yo no sé lo que tú piensas...
- No te hagas el tonto y pídemelo formalmente.
- Está bien, si es por las buenas... Esteee... ¿Quieres casarte conmigo? – Le pregunto sonriendo por saberme la respuesta.
- Realmente no sé, tendré que pensarlo... – Dice y se toca dos veces la cien con la yema del dedo indice.
Me da la espalda y mira hacia la montaña.
- ¿Tú escuchaste mi pregunta? – Interrogo desilusionado.
- ¡Mira... Ya hay motos de nieve! – Exclama como restándole importancia a la propuesta.
Por dos segundos me dejó atónito...
- Nunca voy a entender a las mujeres. – Manifiesto desanimado. – Hubiera jurado que querías casarte conmigo. En fín... ¡Epaaaaaaaaa... chofer... espérenmeeeeeeee!
Corro con las maletas, el autobús se detiene...
- ¿ADONDE VAAAAAAAAAAAAS? – Grita Sensa al tiempo que empieza a correr detrás de mí.
No le contesto sigo corriendo torpemente con mis maletas.
Me alcanza y se pone entre la puerta del autobús y yo.
Llora y con sus puños me golpea frenéticamente en el pecho.
- No te atrevas a dejarme estúpido... estúpido... estúpido. – Repite con cada golpe.
- Suba señor... estamos retrasados... – Solicita impaciente el chofer.
Sensa está como histérica...
¡VÁYASE... VÁYASE...! – Dice lanzándole una bola de nieve.
- ¡Si te vas me muero!
- No voy a quedarme... tú no quieres casarte conmigo.
- ¡Señor... por favor...! - Interrumpe el chofer.
Sensa se da vuelta hacia el autobús y comienza a darle patadas...
-¡FUERA DE AQUÍ... VETE... VETE...!
La atrapo por su chaqueta roja y la giro hacia mí...
- ¡Ya basta pequeña diablilla... deja al autobús en paz!
Nos miramos. Ella está agitadísima, se la ve fúrica y lagrimeando.
La abrazo tratando de calmarla, acaricio sus cabellos.
- ¡ Shhhhhhhh!, tranquila diablilla... tranquila.
Busca mi mirada otra vez...
- ¿De verdad te casarías conmigo? – Pregunta con su carita muy cerca de la mía.
- ¡Claro que si! – Le respondo con una sonrisa y miro sus labios.
Se cuelga de mi cuello y nos besamos... Siento sus senos en mi pecho... y su corazón...
Buen final un retorno impetuoso no vendría nada mal.