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La ultima guerra Cap. 4

4
Joshua perforado

Un hombre alto estaba parado frente a ellos. Tenía los cabellos largos y plateados cayendo libremente sobre sus hombros; los ojos eran grises y con unas pupilas alargadas verticalmente como las de los gatos; dos alas con plumas de color blanco platino salían de la espalda de este extraño personaje y sus pies, descalzos, no tocaban el suelo.
Jasna estaba de pie frente a él pues sabía que era la figura que se filtraba en sus sueños últimamente. Era maravilloso estar frente a él, era una persona que irradiaba algo que parecía tranquilidad... seguridad... era extraño, pero maravilloso.
Los ojos grises miraron directo a los de Jasna. Eran tristes y de color frío... pero hermosos y misteriosos a la vez.
—¿Quién eres?—preguntó Jasna con temor
—Luka—respondió la figura con una voz muy suave, calmada y muy clara y segura.
—¿Qué?
—si... Luka—afirmó la figura.
—No puede ser... Luka es...
—¿Un gato?—Atajó el personaje—si... lo es... o mejor dicho: lo soy
—No... no puedes ser tu. Eres otra cosa... otra persona... pero no eres Luka.
—Soy lo que escojo ser cuando no quiero que sepan lo que soy en realidad.
Jasna hizo una mueca de no entender lo que decía aquella persona, meditó las palabras un momento hasta que carecieron de sentido y después se volvió a su acompañante.
—Si no eres humano ¿entonces qué eres?
—Mis padres son oráculos pero de distinta índole, así que yo soy una especie de oráculo pero con la cualidad de poder cambiar mi forma física a mi antojo, así como manejar la mente de los humanos a voluntad mediante hechizos simples... para mi.
—¿Y qué haces aquí?—Peguntó Daniel.
—He protegido a cada generación de guerreros desde mucho antes que ustedes nacieran; los protegeré y aconsejaré de hoy en delante.
—Sólo eso me faltaba: un tutor—dijo Jasna con amargura—¿Y se puede saber por qué me seguiste a mi casa y no seguiste a Daniel?
—Fuiste la primera en pasar por el lugar—le contestó Luka—Y creo que después habrá tiempo suficiente para hablar acerca de mi.
Hubo silencio durante unos segundos hasta que Daniel chasqueó la lengua y se dirigió hacia la chica rubia que estaba a unos metros de él.
—Yo te conozco—le dijo—me acabo de topar contigo hace poco tiempo en la escuela.
Daniel recordó que iba corriendo por el pasillo puesto que llegaba tarde a la clase de francés cuando se estrelló con la chica, quien iba saliendo del baño, y la tiró al suelo sin querer; después se disculpó con ella, la ayudó a levantarse y continuó corriendo.
—Hillary Watson—respondió la muchacha—Y ustedes son...
—Jasna Doric—respondió la otra chica—Y Daniel Oldman.
—Y será mejor que nos vayamos a casa ya que no tenemos nada qué hacer a éstas horas de la noche—finalizó Daniel y todos regresaron a sus respectivos hogares.

Los días transcurrieron rápidamente y el día que se cumplía una semana y media de que el padre de Jasna se había ido a Chicago, la muchacha se levantó temprano para aprovechar un día sin escuela en la comodidad de su hogar... el cual, por cierto, estaba hecho un completo desastre ya que ni Jasna ni mucho menos Joshua se habían preocupado por la limpieza del hogar. Y cuando Jasna tenía tiempo libre, su actividad favorita era practicar la magia, la cual había logrado llevar a casi el mismo nivel que Daniel, o sea, al punto de poder atacar a los demonios con ella.
Así pues, los dos hermanos desayunaron una mañana y después fueron a la sala a ver televisión. Jasna se recostó en el sofá más grande muy despreocupada y armada del control remoto mientras que Joshua tomó asiento en el sillón más pequeño de los tres. Jasna se encargaba de cambiar de canal cuando había anuncios comerciales y Joshua iba a la cocina por refresco, palomitas o cualquier cosa que les sirviera para matar el hambre entre comidas.
—¿Crees que Amy esté embarazada de Steve?—preguntó Jasna a su hermano con especto a la telenovela que estaban mirando.
—No sé... seguramente el hijo de Amy es de Robert—respondió Joshua con el entrecejo fruncido
En ese momento, el teléfono sonó y decidieron al azar quién contestaría el teléfono. Joshua perdió y se puso de pié con mucha pesadez para contesta el teléfono que sonaba con insistencia.
—¿Hola?—escuchó Jasna que decía su hermano—¿Qué tal, papá?—y Jasna se incorporó para mirar a su hermano hablar por teléfono, pero después volvió a recostarse—¿De verdad? ¡Eso está genial!... Sí, todo está perfecto con la casa..... ¿cómo? ¿Ya estás en el aeropuerto?.
Jasna sintió como si el sofá sobre el que estaba recostada se incendiara de pronto provocando que diera un salto y se incorporara para mirar a su hermano. Éste se había puesto pálido de pronto y miraba a su hermana con los ojos muy abiertos.
—¿Más o menos en tres cuartos de hora?—dijo Joshua con la voz muy temblorosa—Está bien, aquí te veremos—y acto seguido colgó el teléfono—¡Papá viene en camino!
Jasna sintió como si un elefante se le hubiera subido encima y trató de ponerse de pié rápidamente, pero se cayó del sofá. Joshua fue corriendo hacia la mesita de centro y comenzó a recoger toda la basura que habían dejado mientas que Jasna se incorporaba y tomaba los trastes sucios y los llevaba a la cocina para ponerlos en el fregadero... junto con la pila de trastes también sucios de casi toda la semana.
Después de eso, los hermanos Doric se volvieron unas máquinas de la limpieza: Jasna lavó la mitad de los trastes sucios en menos de diez minutos mientras que Joshua barría la sala, después cambiaron de lugares y Jasna comenzó a aspirar los sillones de la sala; después Joshua se encargó de la limpieza de la cocina y Jasna de la del estudio, que también estaba hecho un desorden. Terminaron y fueron al segundo piso para limpiar las recámaras: cada uno de los chicos fue a su respectiva habitación para juntar el montón de ropa sucia tirada por todo el piso y hacer las camas que no habían sido tendidas en toda la semana, después Jasna se encargó de lleva el montón de ropa sucia de los dos al cuarto de lavandería, echarla a la lavadora y después subió para continuar con la limpieza.
Joshua y Jasna comenzaron a limpiar el cuarto de su padre: habían estado utilizando el computador para divertirse en Internet y había un desorden: la cama deshecha completamente, basura de golosinas por todos lados, tazas de café en el escritorio y una tremenda capa de polvo en los muebles. Los dos muchachos juntos habían logrado limpiar todo el segundo piso en 15 minutos, pero el tiempo se les estaba agotando rápidamente y su padre estaba cada vez más cerca de su hogar.
—¡Tres minutos para el arribo!—gritó Joshua a Jasna desde un extremo del pasillo al otro.
Jasna dio los últimos toques a las habitaciones rociándoles un poco de aromatizante, solamente para disimular un poco que no habían hecho la limpieza en todo el tiempo que su padre había estado fuera, tomó el primer libro que se encontró en su habitación y después los dos muchachos bajaron corriendo las escaleras. Joshua se tropezó a la mitad de éstas y cayó rodando el resto de los escalones abajo, pero se levantó rápidamente y brincó hacia el sofá más grande; Jasna se sentó al lado de su hermano, respiraron hondo al mismo tiempo para tomar aire y después abrió su libro para simular que estaba leyendo.... justo a tiempo para cuando su padre abrió la puerta principal y pasó por ella con su montón de maletas.
—¡Papá!—exclamaron los dos chicos al mismo tiempo y fueron a darle un abrazo a su padre—¡Qué bueno que ya estés aquí!
—Me alegra que tengan la casa hecha un desastre—dijo su padre
—No, papá... ¿cómo crees que lo haríamos?—respondió Jasna apretando los dientes.
Goran abrazó nuevamente a su hija y ésta le correspondió al abrazó, después la muchacha se dirigió al sofá más grande sin soltar a su padre y lo alentó a que se sentara.
—Siéntate y descansa—dijo la muchacha y comenzó a quitarle los zapatos a su padre para después ponerle los pies sobre la mesita de centro—nosotros llevamos las maletas arriba y nos encargamos de la comida ¿verdad, Joshua?
—Desde luego, tu descansa.
Los dos muchachos tomaron las maletas y comenzaron a subir las escaleras mientras que su padre se relajaba en la sala, Jasna echó una mirada rápida a su padre y después dirigió una sonrisa de complicidad a su hermano. Llevaron las maletas a la habitación de Goran, las dejaron a un lado de la cama y después los dos hermanos chocaron las palmas como señal de satisfacción al haber logrado asear la casa en un corto tiempo.

—¡Jasna, se te hace tarde para la escuela!—gritaba Goran a Jasna detrás de la puerta de la habitación de la muchacha.
Jasna abrió un ojos con mucha pereza y miró el reloj, después se incorporó de inmediato al ver que solamente le quedaban 10 minutos para llegar a la escuela justo a tiempo. Se levantó de la cama de un brinco y comenzó a correr de un lado del cuarto a otro buscando la sus libros, la ropa y hasta la mochila que no encontraba; después bajó las escaleras con los zapatos en la mano, lanzó la mochila al sofá y entró corriendo a la cocina sólo para tomarse un vaso de jugo de naranja.
—¿No vas a desayunar?—preguntó su padre, quien estaba muy tranquilo sentado a la mesa y leyendo el diario matutino.
—Lo siento, papá—contestó Jasna mientras se ponía rápido los zapatos—estoy retrasada.
Jasna salió corriendo por la puerta trasera lo más rápido que sus perezosas piernas se lo permitían y justo entonces escuchó que su padre le gritaba; se dio media vuelta para darse cuenta de que su papá estaba parado en la misma puerta por la que había salido y sostenía con la mano derecha su mochila de la escuela. Jasna regresó corriendo, tomó la mochila y volvió a emprender el camino... pero regresó por segunda ocasión para despedirse de su padre con un beso.
La muchacha iba corriendo a toda velocidad por las calles, dando vuelta a la izquierda o derecha según lo ameritaba el camino para la escuela; ocasionalmente miraba su reloj para percatarse de que el tiempo se le iba terminando poco a poco y lo más probable era que llegaría por primera vez tarde a la escuela. El único aliento que tuvo fue que, al virar en la última esquina, se encontró con que Daniel también estaba retrasado e iba corriendo hacia le escuela con un pan tostado a medio terminar.
—¿Retrasado también?—Preguntó Jasna
—No, es mi ejercicio matutino.
Los muchachos corrieron juntos hacia la escuela hasta que escucharon un ruido muy extraño y como un choque de electricidad en sus espaldas; cuando se volvieron para mirar se dieron cuenta que en medio de la calle y a plena luz del día había aparecido una figura extraña que los muchachos apenas alcanzaron a distinguir como la forma de un dragón alado de color negro. Jasna hizo ademán de detenerse pero Daniel la apresuró diciéndole que posteriormente investigarían de qué se trataba aquello.
Para cuando llegaron a la escuela, Jasna ya no sentía las piernas y Daniel estaba respirando con mucha dificultad. Eran los únicos muchachos que corrían por el pasillo y por todos lados resonaban sus pasos contra el piso, subieron las escaleras hasta el aula 22 subiendo de vez en cuando de dos en dos escalones y, abriendo la puerta de su salón de golpe, se encontraron con la maestra de Arte: Juliana Camberos.
—¿Podemos pasar?—peguntaron los muchachos sin aire y al mismo tiempo.
—Tarde pero sin sueño ¿verdad?—dijo la maestra—¿Tienen su nota de justificación por retardo?
—No...
—Recuerden traerla la próxima vez.
La maestra les hizo una señal con la mano para que cerraran la puerta... pero que no entraran. Jasna hizo una mueca y Daniel, obedeciendo, cerró la puerta y se retiraron juntos hasta una banca que había en el pasillo. Jasna arrojó su mochila con amargura y después se dejó caer sobre la banca de madera.
—De haber sabido que no entraríamos a la clase me levanto una hora más tarde—dijo la muchacha con un dejo de amargura en su voz.
—¿Investigamos acerca de lo que acabamos de ver?—le preguntó Daniel.
—Pero ya no podemos salir de la escuela
—No, pero podemos ir al techo... de ahí tendremos una majestuosa vista, una inigualable tranquilidad y un seguro reporte a dirección si nos atrapan.
Jasna sonrió a Daniel con complicidad y echaron las mochilas debajo de la banca de madera en la que estaban sentados. Después subieron las escaleras hasta el cuarto piso, último en el que había aulas con alumnos en clases; caminaron con disimulo por el pasillo hasta que llegaron a una puerta de metal en la que se leía claramente un letrero:

“Prohibida la entrada a alumnos sin autorización”

Daniel abrió la puerta con cuidado, tratando de que no hiciera ningún ruido... después entró y le hizo una seña a Jasna para que pasara detrás de él. La muchacha hizo lo que le pidió y después el chico cerró la puerta con sumo cuidado tras él. Frente a ellos había otras escaleras que terminaban en una nueva puerta de metal, los muchachos subieron la escalera y abrieron la puerta para salir directamente el techo de la escuela.
La vista era estupenda, fácilmente se podía ver una gran parte de la ciudad y, pese a los ruidos citadinos, había más tranquilidad que en cualquiera de los pasillos de la escuela. Daniel se acercó al enrejado perimetral y miró hacia abajo, después ubicó la calle por la que habían llegado a la escuela y le señaló a Jasna el lugar aproximado donde habían sentido la presencia
Jasna se concentró e intentó percibir cualquier cambio de energía en el ambiente... pero no había ninguno. Daniel intentó hacer lo mismo pero tampoco pudo percibir nada y después de un lado atribuyeron el cambio de energía que habían sentido anteriormente como producto de su imaginación.
—Pero ¿Por qué ambos lo sentimos si fue algo imaginario?
—Dicen que existen pensamientos colectivos... pudo haber sido uno de ellos—dijo Daniel.
—No lo creo—Jasna frunció el entrecejo—Vi una especie de dragón
—Yo también lo vi—le respondió Daniel con un dejo de preocupación en su voz
Los dos muchachos miraban hacia los suburbios de Londres y escuchaban los autos pasar por las avenidas cercanas, el viento soplando apenas y el frío que comenzaba a helarle las manos a Jasna.
—¡Mira!—gritó de pronto Daniel y señaló hacia algún lugar de la ciudad.
Jasna se sobresaltó y preguntó a Daniel qué era lo que estaba señalando.
—Desde aquí se ve mi casa—dijo Daniel y sonrió con malicia—la mansión blanca ¿la vez?
—¿Es tu casa?
—Si—respondió Daniel.
—¿Sabes? He escuchado una gran cantidad de comentarios acerca de ti: que eres un arrogante, presumido, que te estas pudriendo en dinero y que además eres un idiota.
—¿Y tu que piensas?
—Que los comentarios tienen algo de razón—le respondió Jasna—sobre todo con lo de idiota, presumido y arrogante.
Daniel se rió.
—Creo que en las primeras dos batallas me excedí con mi comportamiento—aseguró Daniel—lamento haberte llamado prácticamente inútil.
—Y yo lamento no haberte abofeteado en el momento.
Después de unos cinco minutos más, los muchachos regresaron a la banca de madera que había a las afueras del aula 22 de la preparatoria New Century y ahí esperaron a que la primera clase terminara. Cuando sonó la campana y la maestra hubo salido del aula, los dos chicos entraron muy sonrientes a tomar sus asientos... aunque ésta vez Daniel se sentó detrás de Jasna y la chica al lado de su amiga Mariane y junto a su ventana favorita. Después se pusieron a conversar con la muchacha de ojos azules y con los mellizos Cossgrove muy alegremente.
Pero a mitad de la penúltima clase, el director entró en el aula interrumpiendo la clase del profesor Law para pedir que Jasna saliera por unos momentos. La muchacha se puso de pie y salió del salón, afuera la esperaba su padre con una cara de preocupación.
—¿Qué pasa?—preguntó Jasna un poco extrañada de la presencia de su padre en la escuela.
—Acribillaron a Joshua—respondió su padre y Jasna sintió que su corazón le daba un vuelco—hace apenas unos minutos que se lo acaban de llevar al East London.
—¿Dónde atendieron a mamá?
—Si, recoge tus cosas y vámonos.
—Pero ¿y las clases?
—Las clases importan un comino ahora. Alcánzame en el coche.
Jasna entró casi corriendo nuevamente al aula y fue hasta su lugar. Los alumnos la miraban de forma extraña pero a ella no le importó y, con un susurro apenas entendible, se dirigió a Daniel.
—Mi hermano está herido y en el hospital—le dijo al chico y después le arrebató a Daniel el lápiz de la mano y en el borde de su cuaderno anotó la dirección de su casa—ve por Luka y averigua lo que puedas.
El muchacho entendió lo que Jasna trataba de decir y asintió con la cabeza, después la muchacha salió del aula y bajó las escaleras casi corriendo hasta el estacionamiento de la escuela donde su padre la esperaba con el auto ya encendido, después entró al coche y su papá aceleró rumbo al hospital.
—¿Sabes por que lo hirieron?—preguntó Jasna a su padre.
—No tengo la menor idea, solamente llamaron de la escuela para avisarme que al parecer había sido encontrado en el piso del baño. Probablemente ahí fue donde tuvo el altercado con los otros chicos.
—No creerás que está metido en problemas serios ¿o si?
—Espero que no.
Cuando llegaron al hospital, Goran se dirigió a recepción dando largas zancadas mientras que Jasna corría tras él para poder alcanzarlo. Después subieron juntos al ascensor y fueron al tercer piso, donde se suponía que Joshua estaría descansando en una habitación y ya fuera de peligro.
Y sí: en una de las habitaciones, al lado de un anciano con una tos terrible y junto a una niña con el brazo fracturado, Joshua estaba sentado sobre una cama blanca y mirando fijamente al techo de color blanco. Jasna y su padre se acercaron al muchacho para preguntar qué había pasado y lo obligaron a que les contara todo lo que había ocurrido y las causas por las cuales lo habían acribillado.
—¿Conoces a los que te atacaron?—peguntó Goran
—Si, los conozco pero....
—¿Por qué te atacaron?
—Porque he estado rondando a una chica de la escuela llamada Emily Dorians y uno de los chicos que me atacaron también está interesado en ella, pero....
—¿Son pandilleros o algo así?
—No lo sé, papá, pero...
—Mañana iremos a reportarlos a la policía.
—¡No!—exclamó Joshua de pronto—Han sido tonterías lo que han hecho, me agarraron descuidado en el baño y no me pude defender... pero lo haré. Por favor, papá, no vayas a la policía... si algo me pasa después, entonces mételes demanda si quieres o estrangúlalos, es tu decisión, pero no ahora.
Goran y Jasna miraron a Joshua con el entrecejo fruncido ¿por qué un chico al que lo habían atacado no querría vengarse de los mismos?. Posiblemente Joshua esperaba la oportunidad para vengarse... o era demasiado tonto al no querer hacerles nada.
Justo en el momento en que Joshua les explicaba a su padre y hermana cómo se había movido el personal de la universidad para llevarlo al hospital, una enfermera entró al cuarto preguntando por Jasna. La muchacha salió al pasillo y se encontró con Hillary y Daniel sentados en una de las sillas, después se acercó a ellos.
—¿Cómo supieron que estaría en este hospital?—les preguntó Jasna.
—Luka nos lo dijo—respondió Daniel—nos hemos escapado de la escuela para venir, si nos atrapan nos van a suspender de por vida.
—¿Y qué han averiguado con Luka?—dijo Jasna en voz baja.
—Sí fue un demonio—dijo Hillary—por la vaga descripción que Daniel le ha dado y la presencia que el mismo Luka ha sentido, parece que se trata de Volac... no nos lo dijo concretamente, pero es una suposición que gana fuerzas a cada minuto. Él se ha ido a investigar si fue Volac o no.
—Si lo es—terció Daniel—tendremos que comenzar con rondas para interceptarlo.
—Lo que será más difícil dado que.....
—¿Jasna?—dijo una voz detrás de los muchachos—¿Jasna Doric?
Jasna se dio media vuelta para ver quién la estaba llamando y se encontró con un hombre joven de tez blanca y ojos verde claro, muy alto y bien parecido que le sonreía ampliamente a la muchacha. Jasna frunció el entrecejo, incrédula a lo que veía.
—¿Doctor Fiennes?—dijo Jasna—¡No puede ser!
La muchacha se lanzó hacia el hombre y le dio un fuerte abrazo. El doctor comenzó a reírse pues parecía muy contento de encontrarse con Jasna y la alzó unos centímetros del piso para después darle una vuelta y volver a posarla en tierra firme. Jasna se separó del médico y lo miró directamente a sus ojos claros... entonces sintió algo extraño en el estómago, como un dolor pero demasiado seco, más lo ignoró.
—¿Cómo has estado, hija?—preguntó el doctor
—Perfectamente ¿y usted?
—De maravilla ¿qué te trae por aquí?
—Mi hermano tuvo un pequeño accidente—dijo Jasna y el doctor frunció el entrecejo—pero ya está bien.
—Me alegro—el doctor sonrió—Pero me tengo que ir, espero verte por aquí nuevamente ¡Pero no en una camilla!—El doctor le dio un estrecho abrazo a Jasna—cuídate mucho.
Dicho eso, el doctor Fiennes se alejó caminando por el pasillo y dejó a Jasna con una enorme sonrisa de oreja a oreja... y a otros dos muchachos desconcertados por lo que acababa de suceder.
—¿Y ese quién era?—preguntó Daniel con amargura.
—El doctor Fiennes... atendió a mi madre.
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A petición de la única persona que se interesó, un saludo y mil gracias (ya sabe quien es).
Datos del Cuento
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 4.85
  • Votos: 55
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