En una ocasión estaban alegando los sentidos, afirmando cada uno de ellos que era mejor que los otros. El primero de ellos (la vista) dice: - yo soy el mejor de todos ustedes por que yo puedo ver todas las cosa maravillosas que hay en la vida, veo las bellas flores de miles de colores; las estrellas brillantes como diamantes; el firmamento que es de dios aposento; el sol, del mundo el farol; la luna del enamorado fortuna; en fin, todas las cosas bonitas y maravillosas que hay en la vida, y ustedes no pueden ver eso, claro que no, por eso, soy el mejor de todos-. –No!-, dijo otro de ellos, (el olfato)- si bien es cierto que puedes ver cosas que yo no puedo, tu no puedes oler los ricos olores que hay en este mundo, yo en cambio si puedo oler el olor de una flor, su perfume de amor; la miel para endulzar la hiel; la comida, del humano la vida; los vegetales, elementos vitales; a la mujer, ¡oh la mujer! quién es del hombre el placer; en fin todos los olores ricos y bonitos que hay en todas partes del mundo, por eso yo soy el mejor de todos. -Están equivocados-, espeta el gusto, -es cierto que la vista puede ver, y el olfato puede oler, pero en cambio yo soy mejor, porque yo puedo saborear todos los sabores de las cosas ricas de la vida. Puedo saborear el licor, que endulza el amor; el néctar de las flores, de divinos sabores; los ricos caramelos, favoritos de los mozuelos; en fin puedo degustar de todo lo comestible que hay en el mundo, por eso yo soy el mejor de todos. -Están totalmente equivocados- afirmó el tacto, -si la vista puede ver, el olfato puede oler, el gusto puede saborear, yo en cambio puedo tocar, si, puedo tocar de la flores la belleza y su delicadeza; de la mujer su figura, que hermosura; la textura de las cosas, tan sedosas; puedo tocar el mar, para poderme refrescar; en fin puedo tocar todas las cosas que se pueden tocar en el mundo, es por eso que soy el mejor de todos ustedes. –No, no, no- replica el oído, -Es verdad que la vista puede ver, el olfato puede oler, el gusto puede saborear y el tacto puede tocar, pero yo en cambio puedo oír todas las cosas bellas y armoniosas que hay en la tierra. Puedo por ejemplo oír el canto de las ballenas, que son del mar las sirenas; el canto de las aves, con sus sonidos suaves; la risa de una niña, que corre por la campiña; el sonido de la mar, que me puede serenar, en fin puedo oír todos los sonidos bonitos de este mundo, y por eso yo soy el mejor de todos ustedes. Dios que atento escuchaba a los sentidos hizo acto de presencia y les dijo -escúchenme sentidos, yo creé al hombre y a la mujer, y en consecuencia a todos ustedes. Ninguno de ustedes es el mejor o el peor. Todos son necesarios e igual de importantes en la vida de la mujer y el hombre. Además, así como la vista puede ver cosas hermosas, también puede ver cosas horrorosas; así como el olfato puede oler ricos olores, también puede oler de los peores; así el gusto puede saborear ricas comidas, puede probar también cosas podridas; así como el tacto puede tocar cosas sedosas, puede tocar también cosas rasposas; y así como el oído puede escuchar sonidos maravillosos, puede también escuchar sonidos estruendosos. Es así pues, que todos pueden hacer cosas buenas o malas, o bonitas o feas según sea el caso, pero todos ustedes son necesarios en la vida de la mujer y el hombre, porque sin uno de ustedes el hombre estaría incompleto. Así que deben de convivir en armonía para que el hombre esté completo y pueda ser feliz como ser humano y funcionar perfectamente como debe-. Y los sentidos prestaron cabal obediencia a Dios, y desde entonces han funcionado en armonía como los designios de Dios, y hacen felices a la mujer y al hombre.

Rogelio Aros Guzmán