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Luna de Miel (María Virgen parte 2)

Luna de Miel (María Virgen parte 2)

Llegó la noche después de un día de celebraciones pueblerinas, los borrachos a causa de las fiestas habían quedado atrás, la familia se había retirado satisfecha del deber cumplido y los novios se habían marchado a un hotel de la ciudad, lujo que se habían permitido con sus exiguos ahorros, hacía más de una hora que la joven pareja se había hospedado y Mauro, el flamante novio no escatimó tiempo en bajar al bar después de chequear que María y todas sus valijas estuvieran a buen recaudo en la habitación, eran sus cosas y tenía que cuidarlas, por María no se preocupaba, al fin y al cabo ya habría tiempo de cumplir con su rol de marido y por otro lado la despedida de soltero del día anterior le había dejado muy agotado, María podía esperar.
La media noche era un momento propicio, los cuentos de doble sentido y las insinuaciones de las mujerzuelas habituales al bar del hotel le recordaron a Mauro que su mujer le esperaba así que subió, entró a la habitación donde María dormía placidamente y de un tirón le arrancó las sabanas, la joven sobresaltada abrió sus ojos desorbitados y un grito fue ahogado en su garganta por los besos fétidos a alcohol y tabaco a que la sometió su desconocido esposo. Así María se estrenó en la sexualidad, así fue mancillada su carne, así lloró en silencio aquella noche mientras su marido coronaba con estridentes ronquidos la más infame de las violaciones.
En todas estas cosas no pecó la niña provinciana, el era su esposo y ella debía cumplir con sus caprichos, así se lo había indicado su madre y así debía ser. Ya de regreso en casa después de una semana de supuesta felicidad les vino a visitar el padre de ella, salieron al tras patio de la casa y Mauro le contaba a su suegro sus cuitas en el bar del hotel y de cómo había puesto en su sitio a más de uno para hacer respetar el honor de su esposa mientras el viejo roble le observaba con admiración, cuando al final de dos horas interminables decidió marcharse, se acercó a su hija y le dijo “hija, se que ahora serás más feliz que nunca, porque Mauro es un hombre de verdad como yo, y te llevará por la vida como yo llevé a tu mamá”. En ese momento comprendió María las lágrimas furtivas que a veces descubría en su madre, aquellas lágrimas que siempre atribuía a cigarrillos y a comezón en los ojos, a basuritas y a mil cosas más, comprendió María en aquel momento la clase de vida a la que quizás estuvo sometida su madre y que de ser así ésta supo ocultar muy bien a favor de sus hijos, la mente de María era un torbellino, sentimientos de culpa le sobrevenían de repente cuando así pensaba, el padre de María había sido un padre extraordinario, amoroso con sus hijos, y muy protector, concluyó María que así tenía que ser la vida, y se compungió su corazón por lo que se veía venir.
Continuará...
Datos del Cuento
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 6.05
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1 comentarios. Página 1 de 1
María Eugenia
invitado-María Eugenia 12-09-2004 00:00:00

Ignorante soñando con esos amores de películas. Cargada en brazos, fundidas las miradas, un beso con ternura, la comprensión. Todo eso quedó suspendido en el tiempo. Esa ilusión guardada será el hilo que la ate a la realidad para no sucumbir ante la adversidad.

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