Vladimir, es un joven de 27 años de edad, alto, moreno y de amplia espalda, su cabello negro y ondulado lo usa corto, sus ojos oscuros se visualizan pequeños ante sus pronunciados pómulos, vive con sus hermanas y su madre, tras la reciente muerte de su padre, se ha convertido en el pilar de su casa. Algo que comparte con Tiara su novia, con quien sale desde hace ocho meses, Tiara se convirtió en la madre de sus hermanos tras la muerte de su madre, hace diez años atrás, desde entonces, lo primero y ultimo en su vida ha sido su familia. Tiara tiene 30 años de edad, es delgada de mediana estatura, piel morena clara, y ojos grandes.
Vladimir invita a Tiara a un viaje a un hotel en el mar, después de pensarlo durante la semana, Tiara decide aceptar la invitación del muchacho, el día sábado salen cerca de medio día hacia el puerto de San Jorge, en la ciudad de Rivas, en donde tomarán el Ferry que los llevará a la Isla.
Duermen casi todo el viaje, el calor de la tarde de verano y el resplandor que entra por las ventanas los agota. A las tres de la tarde, llegan al puerto, abandonan el autobús y se acercan a la ventanilla del puerto a comprar los boletos para el Ferry, viajan durante una hora en el ferry y una más en autobús, para llegar a su destino. Vladimir acompaña a Tiara a su habitación.
Pasan algunos días paseando y conociendo la isla por lo cual terminan agotados al anochecer, el cuarto día que están en el lugar, Vladimir decide cambiar el itinerario, pasean a caballo por la mañana y descansan durante la tarde, tiempo en el cual ella no lo vió, ya que dijo tener algo que hacer, Tiara pasa el resto de la tarde tendida en una hamaca del lobby del hotel. Cerca de las cinco de la tarde el muchacho se le aproxima, la contempla dormir un rato.
– Tiara –ella despierta al escuchar su nombre.
– Hola –añade con una sonrisa.
– Vamos, te tengo una sorpresa.
– ¿Qué es? –agrega bajando los pies y poniéndose sus sandalias.
– Es una sorpresa, quiero que te cambies de ropa, vamos a salir esta noche.
– ¿Adónde?
– Ya verás, ve a prepararte, yo me encargo del resto.
– Está bien –agrega con una sonrisa y regresa al cuarto, el muchacho hace lo mismo.
Vladimir va al cuarto de Tiara, golpea a la puerta.
– ¿Estás lista? –ella abre la puerta.
– Si –responde, Vladimir la contempla, Tiara sale de la habitación y cierra con llave, viste una falda hasta los tobillos, color beige, de chalis, y una blusa manga larga con botones por delante, y unas sandalias de cuero del mismo color que la falda, su cabello lo lleva sujeto con una pañoleta rosada maravilla, ella se voltea y lo mira sonriendo- ¿qué?
– Estás hermosa.
– Gracias –responde sonriente, el muchacho rodea su cintura y la conduce hacia las escaleras, después de bajar, se dirigen a la playa, la noche helada ya ha caído sobre el lugar, y la luna se levanta juguetona en el horizonte, caminan tomados de la mano por la playa, a 50 metros del hotel, Vladimir suelta la pañoleta de su cabello.
– Espera –lo va a poner en los ojos de ella.
– ¿Qué haces?
– Te tengo una sorpresa.
– ¿Para qué la venda?
– Si la ves, no será una sorpresa.
– Pero me puedo caer.
– No, yo te guiaré –añade el muchacho besando sus manos, ella sonríe llena de ternura.
– Está bien –le coloca la venda y la conduce por la playa, despacio- ¿falta mucho?
– No, casi llegamos.
– ¿Cuánto?
– Diez minutos nada más –agrega el muchacho, ella ríe.
– Me siento tonta así.
– Ten paciencia.
– ¿Adónde vamos? –añade sonriendo.
– Ya verás.
– Está bien, no preguntaré nada más –el muchacho se detiene.
– Ya llegamos, pero no te quites la venda todavía –se retira de ella y saca una lámpara, a unos metros de ellos, hay una canasta, saca lo que lleva en ella, tiende un mantel sobre la arena y lo sujeta con piedras en las esquinas, pone la cena que llevó preparada y los cubiertos.
– ¿Ya puedo ver?
– No, todavía no –responde el muchacho, coloca un ramo de rosas rojas en una esquina, mientras saca dos quinqués, busca el encendedor y los enciende, pone uno en cada lado de la mesa improvisada, saca una botella de vino de la canasta y la destapa, la deja dentro de la canasta para que no se derrame, luego se acerca a ella- ven.
– Esto me está poniendo nerviosa.
– No tienes nada que temer –añade el muchacho y retira la venda, ella observa la escena.
– Vladimir –exclama llena de ternura- que romántico.
– Ven –se sientan junto al mantel, ella recoge sus pies y se quita las zandalias.
– No debiste molestarte...
– Es un honor para mi poder servirte –añade sonriendo- espero que te guste –sirve vino en dos copas.
– ¿De donde sacaste esto?
– Lo compré en el hotel, los cubiertos y las copas son prestados.
– Gracias –toma la copa de vino.
– Brindo por ti.
– Y por ti –añade ella.
– Por nosotros entonces –dice el muchacho sonriente.
– Por nosotros –ella bebe un poco de vino, luego deja la copa a un lado, Vladimir toma ambas copas y las pone en la canasta, junto a la botella, toma el ramo de rosas y se lo da en las manos, ella lo sujeta y lo lleva a su rostro- huelen delicioso –Vladimir aspira el aroma en el cuello de ella.
– Igual que tu –añade en un susurro y besa el cuello de la joven, Tiara cierra los ojos y disfruta sus caricias, el muchacho toma las rosas de sus manos y las deja sobre el mantel, luego la rodea con sus brazos y la recuesta sobre la arena- Tiara.... –susurra, la joven lo separa con suavidad.
– Sería una pena que se eche a perder la cena –Vladimir sonríe un poco frustrado- pagaste tanto –le ayuda a sentarse nuevamente.
– De acuerdo –sirve comida para ambos y enciende la grabadora que se encuentra en un extremo, sintoniza la emisora favorita de Tiara, ella sonríe satisfecha por los detalles del muchacho.
La cena es placentera para ambos, disfrutan el poder estar solos en verdad, en los alrededores no se distingue a nadie, al menos en 100 mts. a la redonda, cuando terminan de cenar, Vladimir recoge todo y lo guarda en la canasta, saca la botella de vino y sirve nuevamente.
– No creo que sea conveniente que siga tomando vino, además no me gusta mucho.
– No me vas a despreciar ¿verdad?
– Pero...
– Por favor, por mi... –dice susurrando, toma la copa de ella y bebe un sorbo, luego la lleva a los labios de ella, Tiara lo mira vacilante- solo un poco –ella separa sus labios y toma un poco, Vladimir retira la copa- no fue tan difícil ¿verdad?
– ¿No estarás tratando de embriagarme? –dice riendo, él ríe también.
– Para embriagarte no necesito licor –argumenta y la besa apasionado, presionándola contra su cuerpo, Tiara se deja llevar y rodea su cuerpo atrayéndolo hacia ella, la recuesta sobre la arena con suavidad, baja su mano derecha a las piernas de la joven y recoge su falda para recorrer su sedosa piel, Tiara siente como el calor invade su cuerpo al sentir las manos del muchacho tocar su piel, sus latidos aumentan y su respiración es agitada. Vladimir separa sus labios para recorrer su cuello, mientras desabotona su blusa.
– Espera... –dice excitada tratando de sujetar las manos del muchacho.
– No hay nada que esperar, ya no... –agrega Vladimir ansioso y con manos temblorosas desabrocha el cierre del brasier, ella acaricia los brazos del joven, contempla extasiado por unos segundos sus senos desnudos, para luego besarlos encendido de pasión, creando un camino ardiente hasta llegar a su vientre, ella se mueve extasiada, mientras entrelaza sus manos en el cabello del muchacho. Vladimir baja a sus piernas y las recorre con sus labios hasta llegar a sus tobillos, sube nuevamente excitándola con cada caricia, luego captura sus labios nuevamente, mientras acaricia sus senos desnudos, poco a poco giran quedando ella sobre su cuerpo, abre la camisa del joven lentamente, botón a botón, besando cada centímetro de su pecho desnudo, absorbiendo su aroma, luego sujeta las manos de Vladimir, las lleva a la altura de su cabeza, sobre la arena y las entrelaza con las suyas, las presiona levemente, captura entre sus labios el pezón izquierdo del muchacho encendiéndolo, él intenta soltar sus manos.
– No... –susurra con suavidad y mordisquea su oreja izquierda, luego baja a su cuello lamiéndolo, por lo cual él desiste, conteniendo su pasión, la deja continuar excitándolo, Tiara sube a su cuello, susurrando su nombre, lame la oreja derecha del muchacho, Vladimir permanece con los ojos cerrados, enardecido, tratando de contenerse, Tiara reinicia el camino de besos sobre el pecho de Vladimir hasta llegar a su cintura, suelta las manos del muchacho y abre el pantalón, lo recorre hasta llegar a los tobillos y lo libera de él, luego hace lo mismo con su ropa interior, sube a sus labios nuevamente recorriendo con sus manos su pecho desnudo, Vladimir siente que no puede soportar más, la sujeta de la cintura y la coloca sobre la arena nuevamente, se despoja de la camisa y la despoja de su blusa, recorre con sus manos el cuerpo semi desnudo, que apenas y se aprecia en la oscuridad de la noche, sujeta la falda de la pretina, abre el cierre apresurado y desliza la falda acariciando la piel de la joven conforme baja hasta sus tobillos, sube a su cintura, la acaricia con su lengua, Tiara sujeta los brazos del muchacho perturbada.
– No temas... –dice comprensivo, ella libera la presión en sus manos y se deja llevar, Vladimir retira la última pieza que los separa y la penetra, Tiara se aferra del cuerpo de Vladimir, este se agita sobre ella, luego se da vuelta y la coloca sobre sí, ella se incorpora sobre él y se agita sobre su cuerpo, con movimientos circulares y lentos, sujetándose del pecho de él, Vladimir acaricia sus senos con vehemencia, luego la sujeta de las caderas, urgiendo sus movimientos con rapidez, ha perdido completamente el control sobre sí mismo, la gira nuevamente y se coloca sobre ella, Tiara se aferra a la espalda del muchacho y oculta su rostro en su hombro izquierdo, Vladimir se estremece al sentirla temblar en sus brazos, levanta su rostro y la besa en los labios sediento de amor, llegan juntos al clímax, y en un beso Tiara absorbe la esencia del joven, su alma misma, sus latidos y su respiración son una ahora, agotados se dejan caer sobre la arena, permanecen así durante un rato, abrazados, ella reposa su cabeza sobre el pecho de Vladimir, escuchando los latidos acelerados de su corazón, la forma en que lentamente se normalizan, recorre con su dedo índice el pezón derecho del muchacho, este acaricia el cuerpo desnudo de la joven- esperé tanto este momento –añade satisfecho.
– Yo también... –responde Tiara en un susurro, una ventisca helada los cubre, ellos se estremecen de frío- será mejor que volvamos al hotel –añade la joven- la noche se pondrá más helada.
– Si.