Cuando Susana, una de las chicas más guapas de la clase, le pidió salir a Pablo, un muchacho algo tímido, éste no se lo creyó.
Enseguida se lo contó a todos sus conocidos, se sentía radiante.
Pero en su felicidad, no se dio cuenta de que la proposición de Susana coincidía con las vísperas de los exámenes de junio.
Un día, allá por mediados de julio, quedaron para salir de paseo y luego ir a una o dos discotecas. Pablo se arregló y acudió a la cita. Pero Susana no estaba.
Esperó cinco minutos, diez, quince,..... pero la chica no apareció.
Estaba a punto de marcharse, cuando de pronto la vio. Iba tan guapa como siempre, con una sonrisa de oreja a oreja, pero del brazo de otro chico.
La pareja se acercó a Pablo. Entonces Susana le dijo:
- Este es Santi, estudia en la Universidad. Es mi novio desde hace una semana.
Oye, Pablo, te agradezco mucho que me ayudaras a estudiar para los exámenes. Necesitaba una mente privilegiada como la tuya. Pero ahora ya no me haces falta, vuelve a tu mierda de vida, y haz como si no existiera.
Después de sonreírle maliciosamente, se marcharon.
Apenas habían desaparecido, cuando Pablo oyó la voz del tal Santi:
- ¡¡Gilipollas!!
La ilusión de los justos alimenta la soberbia de los malvados.