Ha pasado mucho tiempo. El verano viene y con él me iré yo. Apenas unas pocas horas para que el sur llene mi rumbo. Para volver a mi vida de antes. La de buhardilla y bodega, la de jardín y pueblo.
Ha pasado un año, con sus tardes, con sus madrugadas. Con sus recuerdos. He sembrado amistades que no germinarán porque el tiempo y la distancia trasforman el velo en muro. La llama se apagará y, durante un tiempo, algunas cartas mantendrán el tibio escarlata de las ascuas. Pero al final, todo serán cenizas. Y con la ligera pavesa yacerán mis vivencias. Qué pena. El viento borrará la cosecha de nuestra memoria.
Diremos adiós a todo esto. Al colegio y a la biblioteca. A la pradera y al canal. A la escalera de madera que, anciana y maltratada, se retuerce entre las paredes de Brooklands. A las fachadas de Oxford y Cambridge. A las callejuelas del Soho, al bullicioso Picadilly, al Covent Garden y a la niebla judía de Whitechapel. A los teatros del West End. A Peter O´toole en el Apollo recreando a Jeffrey Barnard. A la mítica “mousetrap”. Diremos adiós a un año entero. A un tiempo prestado a otro lugar que aún recordaré con el otoño pintando oro entre los trigos y la primavera acunando el almendro en flor. Volverán a mí las alamedas y el arroyo. La hiedra y el jazmín. Volverán los días de sol y hierbabuena.
Es tarde. Ya se apaga la llama del último atardecer y mañana, con la madrugada de cielo violeta, partiré.
Mucha suerte a todos y hasta siempre.
Loughborough
Junio de 1990