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DULCE SORPRESA

Allí estaba su gemela, su clon, su imagen sumergida en el espejo, aquel espejo mágico que nunca le mentía, que le decía la verdad, que le revelada sus defectos, sus virtudes. Aquel espejo hermoso que su esposo le había obsequiado el día de su boda.

Allí estaba de nuevo la imagen de la mujer que siempre quiso ser. Imagen imponente, seductora, dominante, segura de sí, llena de pasión, de energía cósmica, llena de deseos salvajes de sentirse amada hasta el éxtasis.

Afuera el diálogo de los perros callejeros, el cántico de los insectos nocturnos, el sonido de un autoveloz, el zumbido de un avión que volaba sobre la vieja mansión.

Su mente era un mar de remolinos, de pensamientos ausentes, tristes,angustiadores. Su mente divagaba entre los escombros de sus sueños, de sus ilusiones, de sus esperanzas, sus metas y sus objetivos.

Estaba agotada, pero no vencida, estaba arruinada, pero luchaba por sobrevivir, estaba caída pero dispuesta a llevar acabo su último proyecto, su obra de arte.

Sus ojos volvieron al espejo¡Hermosa! Sus ojos brillaban, destellos de luz se reflejaban en el espejo. Pasaba su lápiz labiar suevemente, rozando sus labios, sintiendo aquella sensación brutal cuando se desmayaba en los brazos de su hombre. Pasaba el lápiz nuevamente, se detenía en medio del camino, volvía a sentir aquella emoción turbadora. Fijó su mirada en el lunar que adornaba su cuerpo. Era curioso, tenía forma de mapa, por eso la llamaban Mapita, aunque su nombre era Leticia. Sonreía suavemente, sonreía, sonreía... Era una sonrisa tentadora, sonrisa que seducía a los machos del pueblo, que los enloquecían...

Allí estaba como una reina, como una ninfa de los bosque, como una bárbara que invitaba al deleite.

Volvía a pasar el lápiz labiar por sus labios carnosos, sensible...Bajaba el láapiz y rozaba sus pezones erectos, ribios, encantadores...seguía, seguía, seguía rozando su cuerpo, sintiempo emocioines encontradas. Su cuerpo desnudo parecía de bronce... allí estaba, frente al espejo grande de la alcob, sobre la alfombra de múltiples colores...

Afuera los insectos seguían cantando, la luna lucía su vestido de oro, coqueteaba, se escondía entre las nubes...

Debía darse prisa, la noche se había comido las horas, los minutos, los segundos. No tenía mucho tiempo para vestirse e ir a la gran sala en donde la esperaban con ansiedad.

Escogió su mejor trajes, uno provocativo, sensual, uno que arrancara los suspiros de los machos, especialmente los suspiros de Ricardo, su marido.

Contemplo su alcoba por última vez. Sacó todas las tarjetas de crádito, ya no tenían valor laguno, todo lo había gastado en aquella fiesta de sorpresa, fiesta que deseaba mucho, así le demostraría a la gente que ella amaba a su esposo, que lo quería, que...

Llegó el momento de la verdad. Volvió a mirase en el epsejo, estaba increíble. Un punto en su cuerpo la detuvo por un instante. En milésimas de segundo vio la amalgama de imágenes que por tanto tiempo la habían atormentado. Cubrió aquel punto negro... ya estaba decidida...

Una puerta enorme se abrió y fue recibida con grandes aplausos, felicitadas por todos los invitados. Era una fiesta sin igual, jamás se había organizado algo así en toda la ciudad. Ella sabía muy bien como organizar fiestas espetaculares. Levantó su mirada y pudo ver a Ricardo. Estaba arriba, al borde de la hermosa escalera que daba a la planta alta. Vestía impecablemente, vestía como siempre, a la moda.

Aquellas dos miradas se encontraron. Ell vo;vió a experimentar aquel mar de imágenes. Levantó sus rostro y fue en su búsqueda. Tomados de la manos bajaron las escaleras acompañados de un fuerte :¡Vivan los enamorados!...¡Ricardo la beso con ternura!

Entonces llegó el momento del brindis. Ella diría las palabras mágicas. Todos rodearon a la pareja...Un pequeño cristal caí por la mejilla de Leticia... luego una hilera mojaba sus labios...

Ricardo se acercó, sacó su panñuelo y con ternura secó aquellas lágrimas incomprensible, no podía entender porque ella lloraba en aquel momento.

El miedo se apoderó de él, cuando notó en los labios de ella aquella sonrisa..., la conocía, sabía que algo malo sudedía... pero ella calló, enmudeció y dejó escapar un fino hilo de l►grimas.

Hubo silencio, afuera todo era apasible, ni un ruido, ni una nota musical del coro nocturno, la luna no asomó su cara, se escondía detrás de una inmensa nube negra.

Todos se miraron sorprendido, la fiesta pareció por un instantes convertise en un velorio.

Leticía levantó la copa de champón... todos hicieron lo mismo...

El silencio fue roto por aquellas palabras de Alicia.... ¡Brindo por el final de una vida atormentada░ !Brindo para que nunca más mi cuerpo sea profanado por las manos de un cruel y torpe esposo!¡Brindo por el amor puro que nunca espera nada a cambio!¡Brindo por todas las mujeres maltratadas en el planeta!...

Nadie decía nada...era un silencio de muerte, era un silencio inquietante, era el silencio de los días trágicos, era el silencio que exigía la muerte cuando se presentaba a buscar a su víctima...

Entonces ella miró a Ricardo, buscó en su cartera... tomó en sus manos un cigarrillo, Ricardo con amabilidad lo encendió... Estaba espantado... No entendía nada...

Leticia lo tomó por las amnos y lo llevó hacia ella... lo besó salvajemente.. Ricardó buscó la salida. Ella lo llamó: Mi amor... No te vayas... Quiero darte mi sorpresa de aniversario///
Hubo espectación, silencio, miradas...
Ella volvió a buscar en su cartera, extrajo su lápiz labial, se miró en su pequeño espejo... Mostró una sonrisa a todos... entonces metió de nuevo la mano en la cartera... sintió el frío de la pistola, la apretó fuertemente... subió las escalera... allâ estaba imponente, seductora..entonces, ante el asombro de todos razgó su vestido:¡Era horrible! Estaba marcada de golpes por todo el cuerpo.

Sacó sus pistola y la colocó en la sien derecha...Ricardo desesperado subió las escaleras...Le suplicó que no lo hiciera, que lo perdonara. Entonces vino la sentencia de muerte:

Esta bala no es para mí...Una sombra de muerte cubrió el aposento...entonces la muerte arrastró a su presa ante el asombro de los invitados de honor.
Datos del Cuento
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