Ha pasado tiempo desde que tomaba una taza de café en la tranquilidad de mi casa. Aún recuerdo el vapor que se asomaba como pestañas a la taza, y yo, me deleitaba contemplándolo como si fueran bailarinas árabes... Como disfrutaba cada momento, al compás de la música barroca, tomando mi taza de café, en la tranquilidad de mi casa...

Eso era así, y ahora, estoy en la mitad del desierto, en donde la paso caminando como un perro sin dueño, sin ver nada mas que arena por todos lados, como si fuera una inmensa alfombra de grueso talco gris. Y al Sol que achicharra mi cabeza, mi cuerpo y mi mente... dorándome como si fuera un pedazo de vasija de barro... Mientras tanto, yo, sigo esperando y caminando por la arena, tratando de aplacar mi sed y mi angustia, para aliviar mi existencia que ante aquel tormento se llena de dolor y angustias...

Sí, todo es arena, dunas, mi fiel sombra que va delante o, a veces detrás. Como quisiera que venga la muerte para que apague la lumbre de mi vida. Escuché muchas veces que en el desierto ocurrían espejismos, pero yo, durante el día no veo mas que arena, el sol, y mi sombra... De noche es terrible, pues hay vientos de arena, por lo que debo salir de mi carpa y enterrarme como un topo, esperando, siempre esperando, quizás en esos momentos deseo mas que nunca que la muerte me abrace, pero no, no, aún debo esperar.

De día es casi siempre lo mismo. De noche, muchas veces cambia. Cuando es tranquila, es hermosa, porque mi soledad parece que navegara en aquel océano oscuro de silencio, ante el brillo estrellado de la luna y los astros, reflejado en las mansas y escarlatas dunas... es como una poesía nocturna sin letra ni ruido, es el bello descanso del todo.

Parece mentira que yo haya decidido vivir de aquella manera. Con el tiempo que rueda ante mis ojos, ahora, lo prefiero así, estar solo, sin nadie mas que yo a mi lado... esperando que suceda el milagro de una nueva vida ante mí... Yo decidí este camino; yo dejé todo atrás, dinero, amigos, sueños, una taza de café escuchando música clásica en la tranquilidad de mi casa... yo dejé todo.

Recuerdo que tuve que tomar un avión desde mi país hasta Pakistán y de allí viaje en tren hacia la frontera con Libia. Alquilé un coche y viaje desierto adentro, antes, conversé con unos paisanos para que una vez al mes me aventaran vía aérea comestibles para un mes. Llegué a mi destino, alcé mi carpa y aquí estoy, sin razón ni lógica, haciendo lo que quise, desde aquel momento en que me cruzé con aquel hombre que me dijo y demostró que yo, era el elegido para recibir el mensaje para compartirlo con toda la humanidad, era el mensaje de la vida a la vida... así me lo dijo, y así fue como le creí.

Desde que conocí aquel hombre mi existencia cambió, ya no podía sentir la tibia tranquilidad en las cosas simples o divertidas, tuve que enfrentar mi destino, y escuchándolo, comprendí que había algo mas, por eso es que decidí viajar hacia mi reencuentro con el mensajero...

He perdido la cuenta del tiempo, y no sé cuanto ha pasado, espero que el mensajero con quien debo entrar en contacto me reconozcan como el elegido, y pueda mostrarme el sentido de mi vida, que siempre ha sido oscuro y extraño... que me muestre el mensaje de vida que deba escuchar, tal como me dijo el hombre que conocí. Espero que no demore, pues, aunque la soledad siempre me ha agradado, ahora siento que me ahoga como si el aire de la noche se espesara y se hiciera difícil mi aliento... quizás sea ése el mensaje, quizás sea la oscuridad el mensajero, aún no lo sé...


JOE 26/04/04