De que vale levantarse temprano, pienso. Para que ponerme tenis y salir a correr, como me aconsejan, si nunca lo he hecho. Mejor pido café, fumo, me acuerdo de ti y veo gente.

No hay día que no piense en ti. De hecho mi única esperanza, al salir con la luz del sol, es encontrarte por ahí, en donde sea, comprando un vaso de fruta o un yogurt o un licuado. O haciendo cola en los cines. A eso, ah buscarte entre la gente y a comprar palomitas y pendejadas en la dulcería, voy a los cines. Jamás entro.

Reviso la cola de reojo para ver si apareces. Hago como que veo los carteles- que me valen una chinmgada - y alguna vez he preguntado las funciones para tal o cual película, y pongo cara de interés profundo cuando inquiero:¿y quien es el director?, como si realmente me interesara algo.

No entro en las salas, como tampoco me atrevo a abandonar los linderos de este barrio -prisión en el que vivo. Me he trazado un perímetro y no cruzo a los lugares de la ciudad en los que no estarás y te encontré con toda certeza. Te conozco bien; me conoces perfecto; sabemos a donde estamos en cierta hora, y yo, a pesar de eso, pienso que un día, como las aves desorientadas, como los leones marinos o las focas que pierden la brújula por lo del calentamiento global y esas cosa, llegaras a los lugares que ahora frecuento, los mas lejanos a ti, a pedir un café o un boleto de cine o una botella de vodka o pan de centeno. No me atreveré a saludarte. Te seguiré un par de cuadras. Compras vino y queso y entonces sabré que el mundo te sirve sin mi, definitivamente. No quiero enterarme. No quiero saber que rehaces tu vida por que será muy difícil regresar a casa a tirar la basura los últimos rastros de tu existencia (mas allá del dolor), que mantengo ocultos en rincones estratégicos: una bolsa, varios libros, un champú, algunos discos, tu olor (bendito olor que no se va ni con los diez mil cigarros que fumo a diario) y la música, tu música, nuestro tema principal, que jamás notamos y que habrá de perderse. El desamor tiene fecha de caducidad, tú lo sabes, igual que la memoria…