Todo empezó hace nueve meses, pensaba mientras apretaba la cortina mirando por la ventana hacia el estacionamiento. Unas tímidas gotas de lluvia acariciaban el vidrio y nublaban su visión. Se había levantado de la cama y había dado unos pocos pasos y sin embargo se encontraba agotada. Cerró la cortina y volvió a la cama. Se tapó con las frazadas y apoyó la cabeza en la almohada. Trató de dormir pero el ruido de la lluvia que ahora era mas intensa la distraía.
Matizada por un colchón de gotas su mente comenzó a navegar y llegaron a su cabeza episodios ocurridos en los últimos meses. Recordaba cómo se empezó a ensanchar, como los pies se hinchaban paulatinamente y como su rostro cambiaba hacia una paz eterna. Pensaba en sus padres, en los planteos en base a los cuales se oponían rotundamente y como tuvieron que aceptar que a pesar de los 19 años y un padre en fuga ella ya era dueña de sus propia vida y momentáneamente, dueña del ser que crecía en su vientre.
Luego de un período en el cual lloraba todos los dias y no salía de su habitación comenzó la etapa más feliz de su vida. No podía creer la felicidad que la invadía, era una sensación que nunca había pensado experimentar. Lo sentía dentro suyo y cada vez que pateaba se sentía protagonista de un milagro, de un regalo sólo para ella. Miraba a los hombres que le dejaban el asiento en el colectivo y no podía dejar de sentir pena por ellos.
Al fin se quedó dormida. Cuando despertó se encontraba toda transpirada y sentía un fuego interno. Se levantó de la cama y llamó a la enfermera. Una señora robusta apareció por la puerta- Que querés Andrea- Le dijo.- Quiero verlo- le contestó. Sí sí ahora te lo traigo dormite un rato, tomate las pastillas que tenés en la mesita de luz y descansá. Alcanzó a decir la enfermera antes de desaparecer de la habitación.
Andrea seguía sudando y su corazón latía cada vez más rápido, sentía un profundo dolor en el pecho, tratando de aliviarse y sin pensar demasiado tomó las pastillas y las tragó ayudados por un vaso de agua .
Sin tener la menor idea si había dormido una hora o varios días se despertó. Se incorporó, giró la cabeza y vió el moisés al lado de la cama. La paz volvió a adueñarse de su rostro y sin vestirse saltó de la cama y se dirigió en busca de su hijo. Cuando vió el interior del moisés comenzó a gritar desesperadamente – Donde está- Donde está?-
Hijos de puta, que le hicieron hijos de puta!!-.
Los enfermeros alertados por los gritos ingresaron inmediatamente, la tomaron entre dos hombres corpulentos mientras Andrea arrojaba golpes mordidas e insultos. Un tercero se hacercó con una jeringa y de a poco Andrea se deslizó sobre los brazos de uno de los enfermeros.
Al minuto dos doctores entraron por la puerta. Andrea estaba acostada nuevamente en la cama. –Te lo dije, no iba a durar mucho tiempo- Dijo uno de ellos y se retiró rápidamente.
Los enfermeros trataban de ordenar el caos de la habitación. El otro doctor se acercó a la ventana, corrió las cortinas y miró hacia el estacionamiento. Giró su cuerpo y se encaminó hacia la puerta, de pronto se detuvo y dijo –Saquen el moisés … y el muñeco también-.
epale! buena la narración! harmosa la manera en que describes su maternidad y todo eso pero el final está algo raro... creo que le faltó algo, pero aún así me gustó! felicitaciones! estaré pendiente de tus nuevas publicaciones. Un abrazo pana!