Mira en mí los ponientes fatigados
y las canciones que he desaprendido.
Conservo los colores del ayer,
de los recuerdos y conversaciones
dispersos en las noches.
Misterio del amor. ¿Y de qué tedio
viene tu cortesía, esta actitud
serena hacia el abismo del deseo?
¿De qué lugar tu voz, severa y calma,
tu mano orientadora entre la niebla?
Si nunca te han vencido, si la conversación
son curvas de nivel en algún mapa
de sentimientos perdidos.
Si tener la razón no te ha servido nunca
para enamorarme,
entonces bien podríamos cambiar
la mitad de razón, de calma y sensatez
sólo por una chispa de misterio.