Y observaban esos ojos tibios una habitación tenue y completamente vacía, aunque en su interior, ella la seguía notando llena de tantas cosas cuidadosamente colocadas en cada rincón, con el mismo esmero, con que se coloca la última flor de un enorme ramo.
No quiso llorar, pero una lágrima sin por qué se escapó de su pupila sin pedir permiso.
Un silencio que se ataba al suave taconeo que producían sus zapatos al desplazarse por aquel espacio tan vagabundo.
Un olor a seducción y a reproche le recordaba que, una vez más, aquel seguía siendo el lugar menos apropiado para añorar. Y tras sus mismos pasos caminó de vuelta a una puerta que medio abierta, esperaba su despedida.
Volvió a girarse, sintió sus lágrimas tibias correr por su frío rostro, y las secó con el dorso de su mano. A continuación observó la llave que sujetaba con gran delicadeza y finalmente con un susurro dijo: Adiós a mi pasado, ya no volveré.
siempre vuelvo mas tarde o mas temprano, y siempre digo que sera la ultima vez, que es solo una mirada ect. Ojala no abras de nuevo esa puerta vos, besitos .