Don Melenas, el león, era un eminente profesor, pero su afición a la lectura le aislaba con frecuencia de este mundo.

Tan distraído iba que no se percató que en su camino había una alcantarilla donde un honrado operario trabajaba afanosamente.

-Pasan muchas cosas por no poner atención en lo que se hace- meditaba el profesor, mientras la cabeza del honrado operario le salvaba de caer en la alcantarilla.

-¡Mire donde pone las patas! –Gritó el infeliz. Pero don Melenas ni le oyó. Iba pensando en el despiste de los hombres.

-¡Cómo está el mundo! –Rezongaba, mientras seguía absorto en la lectura de un interesante artículo de su periódico.

No se dio cuenta de que en medio de la acera había colocada una escalera y siguió su camino subiendo peldaño a peldaño. – Caída de una grúa en los astilleros, un coche que golpea una moto… ¡Golpes y caídas!

-Esto parece un combate de boxeo sin final. ¿Por qué no harán las cosas con más cuidado? Por todos los lugares golpe y caída, golpe y caída…

¡Catapum! Cuando la escalera terminó, don Melenas aterrizó en el duro asfalto. –Pues no –balbuceó el dolorido sabio-; ahora no ha sido golpe y caída, ha sido CAIDA Y GOLPE.

-¿A quien se le habrá ocurrido hacer estas aceras tan altas? Todo por no poner atención… ¡Ay! Volveré a mi hogar. Allí estaré más seguro.

El maltrecho profesor volvió a su casa pensando en los males que puede provocar la distracción humana, volviendo a pisar sin enterarse la cabeza del sufrido y descalabrado operario.