CUARTO PERSONAJE DE LA ISLA
María Warren Mondao da Nascimento era calva e invertebrada.
Era un enorme trozo de carne aplastado en un carrito que se desplazaba mediante un motor a baterías, que ella hacía evolucionar rozando los sensores de un panel con la punta de la nariz.
La hermana Warren se consideraba una sacerdotisa elegida por las fuerzas del universo.
Aseguraba hallarse en su 400 reencarnación.
Pero, tanto y tanto se reencarnaba, que el titánico derroche de energías que ello le suponía, la fue agotando poco a poco hasta que la última vez no le dio el cuerpo más que para reencarnarse y no le quedaron fuerzas para reosar.
Dominaba el absoluto de las ciencias de lo obvio y de lo oculto.
Daba consejo, predecía el futuro, sabía de la materia, de los agujeros negros y de todo.
Hasta había escrito por medio de una grabadora, cientos de volúmenes sobre nuevas formulaciones para la matemática, detección y cálculo energético del alma, etc...
Había, también, conseguido medir a Dios, a Buda, a Mahoma, a Shiva, a Alá, al Cid Campeador, a Zeus y a Odín, en sus justas dimensiones.
Por lo visto, fruto de estos estudios, ella aseguraba que uno era altísimo, otro el más grande, otro gordo, etc, etc.
Nada existía inalcanzable para la super poderosa mente de la hermana Warren.
Por eso dirigía una oficina gestora.