Nochevieja. Una noche prometedora. Una hora y media arreglándote ante el espejo (sin contar la semana entera probándote qué maquillaje te queda mejor), y sobre todo, los nervios y los ánimos de la gente que te dice "suerte", "yo creo que si", "tinenes posibilidades". Sales de tu casa y te vas a cenar con la familia a casa de tu abuela. ¡Es nochevieja!, todo el mundo es feliz alli, y por supuesto, tu la primera, ya que esta noche, va a ser tu noche. El momento de tomar las uvas es el mejor. Son doce deseos los que tienes que pensar y en tan solo un segundo! Pero no son deseos nuevos no, son deseos repetidos en tantas ocasiones últimamente como en las estrellas fugaces o en las cadenas de correo electrónico. Despues de tomar las uvas vuelves al baño a retocarte todo el maquillaje para estar perfecta, y que esta noche no falle nada. Entonces, tu familia y tu os despedís del resto y comienza el viaje de vuelta a casa de 30 minutos que para ti dura 30 horas. Pero cuando dejan a tu hermano en casa, ya sabes que está aqui, la fiesta está al caer. Recoges a tus amigas y os plantáis en la puerta del chalet. Entráis y comenzáis a encontraros conocidos que os invitan a conocer la casa. Y entonces, el momento mas esperado, aparece él. Todo está oscuro, pero parece como si él tuviera luz propia. Allí está, alto, guapo, moreno, vestido de traje y con corbata. El chico mas guapo del mundo. Tu gran amor. La noche va pasando. Estás tan sumamente enamorada de él que evitas hablarle, por si no sabes que decir, o por si dices alguna tontería. Entonces decides que lo mejor es que venga él a decirte algo, porque sabes que quiere decirte algo, ya que lo has deseado tantas veces...
Pero la noche pasa, y el pasa también de ti. Te das cuenta de que tu tan soñado deseo no se ha cumplido pero en ese momento no tienes tiempo de pensar en ello, porque ya te vas a casa. Decides olvidarle cueste lo que cueste, aunque sabes que no lo cumplirás, y te ves, esa misma tarde, escribiendo todo lo que paso esa fantástica noche de nochevieja y rompiendo una de las promesas que te hiciste a ti misma: llorar por él.