Estoy dormida, sueño, me hablas, me dices, me cuentas, a veces lo que sueño no tiene sentido, otras veces, tiene tanto...
Esta noche... paseábamos por una calle a los lados se desdoblaban en arcos las aceras pero ibámos por el centro de la carretera, sin miedo a ver venir ningún coche, era de noche, las farolas iluminaban una pequeña plaza a la que nos acercábamos, el haz de luces anaranjadas se concentraba sobre unas mesas, nos acercábamos a ellas, ibámos con amigos, todo era perfecto, hablábamos entre risas y entre el cariño que se desprendia en la escena se oían cercanas nuestras palabras. De repente me paré y sujetándote del brazo, tirando de ti hacia atrás te dije: ¿esto parece de locos, verdad? ¿porqué? me dijiste tú muy tranquilo. Te veo, hablo contigo y nadie puede imaginar realmente... ¡que hace más de un año que no nos vemos!, deben estar pensando que ya antes algún encuentro ha tenido que haber, no puede ser todo como tan, no sé, como tan... fácil, parece de locos, repetía yo en mi pensamiento. Tú sonriendo me dijiste: más que fácil, dirás familiar...ya sabía que iba a ser así, contigo siempre tan complicado todo de lejos... y tan sencillo todo de cerca, en cuanto te veo reir el mundo se pone en su sitio, no hay dudas ni problemas, te marchas y todo se hunde, se desmorona... ya sabía yo que todo iba a ser así. Entonces yo te miré y viéndote tan cerca como si realmente mi sueño hubiera traspasado la realidad me dije... es imposible debe ser un sueño, imposible que esté hablando con él, mirándole a los ojos...
Y en mi propio sueño... la luz de una farola se desvió para concentrarse en tu rostro, acentuó tus ojos en los míos.
Continuamos andando calle abajo, tú tranquilo a mi lado, contándome algo que había sucedido en tu familia, hablándome de la vida, de tus preocupaciones y proyectos, yo oyéndote como en ecos de un imposible. He de estar soñando me repetía una y otra vez. De repente sin saber un porqué exacto ni el motivo que lo provocaba paré de nuevo, me surgió la pregunta:
¿porqué callaste todo este tiempo? dije en tono interrogativo. Otra farola, desvió su luz de atenció, la concentró en ti, y sumisamente, esperó tu respuesta.
Tú cambiaste el rostro y por un momento supe que esa vez no ibas a tratar de escabullirte, no estabas calculando una respuesta comedida o una de tus frases diplomáticas ni tratando de hacer de mis palabras los huecos de una duda, sabía que ibas a decirme un porqué sincero y eso, por dentro, me hizo temblar... más aguanté tu mirada.
Tuve miedo, te oí, pero... interrumpí yo, ¡miedo a qué?, ¿a mi?.
Sí a ti, me contestaste muy serio. Yo, te miré por unos segundos nada salía de mi boca, no sabía qué decir, tanto se me agolpaba por dentro... por un lado quería decirte, tu miedo me ha destrozado, ha alimentado alimañas sedientas de habladurías, de verme derrotada... me ha mantenido en la repisa de una ventana, sin ganas de saltar, sin ganas de quedarme dentro. Por otro lado pensaba ¿miedo a mi?, ¿a alguien abierto, que tolera, que comprende, que ajusta, que disculpa, que alienta y valora, que entrega y que devuelve, que no se apropia de nada?
Sí, miedo a ti, de repente volviste a decirme, volviéndome a la consciencia de lo que estabas diciendo.
Te ví, te observé, te tuve, te disfruté y de repente: me ví perfecto... ¿Perfecto? dije yo mientras trataba de comprender una palabra tan... desarropada de cariño. Sí, perfecto, me repetiste, ví que contigo aunque te engañara mil veces, mil veces sentiría que estaba al descubierto y sin embargo... hiciste un pausa, te aclaraste la garganta, mi garganta estaba muda, mis ojos volcados en escuchar, y sin embargo... proseguiste, no sabía si disfrutaba más contigo como sexo, como amor o como amiga, no sabía lo que sentía por ti, solo sentía miedo, cada palabra tuya me llevaba a la puerta de salida, cada gesto tuyo de cercanía me creaba alarma en mi pensamiento, cada sonrisa el temor de quedar atrapado para siempre en ella, cada curva de tu piel, me obligaba a rechazar tu aroma de mujer como si fuera veneno. Si al enamorarte de mi eras perfecta en tu sentimiento de enamorada... eras una bomba de relojería, predestinada a explotarme en la cara, tuve miedo.
Mi corazón se revolucionó, pidió paso, yo traté de calmarle pero esta vez no estaba dispuesto a
quedarse callado ni aunque fuera solo un sueño, apretaba tanto en el pecho que las palabras de mi boca no pudieron salir, las adelantó se puso en primer plano y haciendo sonar sus latidos fuertemente dijo:
Te comprendo, demasiado bien te comprendo pero...
Más de pronto, cuando mi literario pensamiento estaba a punto de desenvolverse y explicar con su certero y amplio discurso cómo me sentía, lo que pensaba, lo que soñaba, lo que era mi vida... de repente, callé, mi corazón se detuvo, haciendo la misma pausa que yo y me ví mirándote a los ojos y diciéndote:
¿tienes miedo ahora?
El silencio penetró muy dentro, todo calló, no oí ni voces en la gente de la calle, ni pitidos de coches, ni música, nada oía, todas las luces de las farolas se concentraron en ti, lucieron desafiantes esperando tu respuesta.
De pronto, apareció una amiga, se acercó, ¿va todo bien? oí que te decía con preocupación y mientras me miraba como tratando de advertirme de algo, yo bajé la cabeza, por dentro pensé: de nuevo mi pregunta le ha sobrepasado, de nuevo su silencio es la respuesta, la sentencia, ahora solo le hace falta un gesto que de nuevo mi amiga entienda como un "ayúdame a salir de esta" y mi sueño de cercanía a una verdad, se desvanecerá. Pero esta vez tú mirando a esa amiga le dijiste: sí, todo perfecto. Yo elevé mi cara con sorpresa, noté que me sonreías, mi amiga se encogió de hombros y sin más palabras regresó a hablar con otros amigos.
Nuestros ojos se miraban, no decíamos nada, pero era tan bonito, por un momento creí haber conectado en palabras sin palabras, creí saberlo todo sin escuchar nada. Luego me diste la mano y me djiste ¿vamos a por unos vinos? Yo te sonreí, me quedé en silencio y de repente te dije: solo con una condición. Tü me miraste, tus ojos iniciaban un línea de desilusión en tu boca cuando de pronto te interrumpí: ¡pago yo! es que la última vez pagaste tú, aún te debo el taxi qeu cogimos juntos y no quiero abusar más...
Tú cambiaste el gesto, floreció espléndida tu sonrisa, te reíste, y entre tus labios salieron tus palabras: abusadora... cómo eres de abusadora... y luego añadiste como dejando tus palabras sumergidas en una plácida ilusión... pero ¿cómo puedes acordarte? hace más de un año que no tomamos nada juntos. No importa dije yo, devolviéndote la sonrisa, recuerdo perfectamente que me toca a mi, esas cosas no se olvidan cuando esperas volver a tenerlas.
Bajábamos por la calle, de la mano, los amigos delante, oía risas, eran ellos, con sonrisas de complicidad volvían su cabeza para mirarnos... mis ojos caminaban junto a tu mirada, mi corazón dando pasos de gigante, caminaba al lado del tuyo, andábamos ya hacia dentro de una pequeña calleja de empedrado suelo y solera en sus paredes, las luces de las farolas poco a poco se iban alejando de toda la escena, todo se sumergía en las oscuridad y se reposaba en el silencio de unas manos unidas... todo estaba bien, todo fundía a negro y en mi alma no podia haber más claridad.
Bonito sueño... pensé mientras me despertaba.
Soñe ese sueño mientras leia tu escrito y a medida que avanzaba me decia ojala no sea solo un sueño igual que tu, pero en el fondo sabia que lo seria, me pregunto porque debe ser asi? porque no la realidad se convierte en sueño y el sueño en una realidad interminable...Escribes precioso pero siempre me entristeces, cariños.