-¿Vaya coincidencia!
-Sí. No esperaba encontrarte en un sitio cómo éste.
-Pues sí. Me entusiasman los puestos de libros viejos. Se encuentran libros interesantes que hace tiempo han desaparecido de las librerías de primera mano.
-Oye, veo que escribes en "Buscacuentos", de Internet
-Sí. ¿Te extraña?
-Pero, tu familia, ¿lo sabe?
-!No! ¡Líbreme Dios...! ¡Me guardaré mucho!
-Ah! Ya me parecía. Entonces, ¿porqué escribes ahí?
-Verás, antes escribía en los periódicos. Pero ello entrañaba la servidumbre de esperar varios dias a que saliera publicado, además de seguir día a día su lectura hasta que lo encontraba. Después escribí en "Suscartas", pero este portal desapareció. Y fue una verdadera lástima, pues además de tener un tono digno, había unos cuantos escritores que daba gusto leerles.
-Es cierto. Yo también era asiduo concurrente, y pasaba muy buenos ratos leyendo las cartas y versos que publicaba. Y reconozco contigo que era de una limpieza moral digna de encomio. Pero tú, ¿no has encontrado otro sitio más decente para publicar tus escritos?
-La verdad es que lo he intentado. Pero me he percatado que la mayoría, por no decir todos, responden a lo mismo: sexo y más sexo. Y no dudo que los creadores del portal pretendan eso, pues es lo que más lectores atraen.
-Sí, ya me he dado cuenta. Prueba de ello es, que una guarrada escrita por alguien al que le da vergüenza el firmarlo, se lleva la palma de lectores y de comentarios encomiásticos.
-Ya sé a cual te refieres, a "Sexo brutal". Comprenderás, por tanto, que siendo ese el jaez de lo que ahí se consume, oculte a mi familia y hasta a mis amigos que colaboro en ese dislate.
-Entonces, querido amigo, quieres explicarme de una vez porque lo haces, de publicar en un sitio que consideras tan nefando.
-Pues, sí, te lo explico. El escribir, para mí, es como el respirar. Y cómo si escribo y no publico, los papeles se van amontonando y amontonando hasta no saber donde guardarlos, por eso los lanzo a la vindicta pública, para ser juzgados y, sobre todo, almacenados.
-Pase. Aunque tu excusa no me convence, no deja de ser una explicación plausible. Bueno, chico, me voy, que se me ha hecho tarde.
-Hasta pronto. Y sigue leyéndome.
-Te lo prometo. Así lo haré. Adiós
Lo que voy a comentar es una solemne perogrullada. Desde que el mundo es mundo las mayorías han sido siempre más grandes que las minorías y hasta me atrevo a vaticinar que eso no cambiará jamás. Cuando lleva ya uno moviéndose cuarenta años en minoría, llega a la conclusión de que , vale, es una lástima que eso sea así, a veces resulta agotador, pero lo único que se puede hacer es ser fiel a uno mismo y continuar cediendo a los impulsos que le pide el cuerpo. Debemos hacer lo que nos gusta hacer e ignorar lo que nos afrenta. Hasta luego.