Siempre pensé que las cosas sobrenaturales eran inventos de las personas, imágenes que se crean en la mente que les provoca a algunos miedos y a otros emoción.
Hace ya muchos años cuando era una niña me encontraba con mis hermanos en el balcón de mi casa compartiendo y hablando como haciamos todas las noches. Nunca pensé que esa noche donde todos reiamos y la pasabamos muy bién, un simple evento inesperado iba a provocar en nosotros cierta clase de espanto. Nuestra casa quedaba trepada en una lomita; lo que la hacía quedar un poco distante de la carretera, pero eso no era impedimento para que no pudieramos tener una excelente vista hacia la carretera. Estando nosotros hablando con la mayor naturalidad escuchamos los pasos parecidos a los de un caballo que provenian de la carretera. Nos estuvo raro que a alta hora de la noche un jinete se arriesgara a pasar por esa estrecha carretera, pues era muy peligroso. Todos dejamos de hablar y nos pusimos a mirar hacia la carretera para ver el valiente jinete.
Los pasos eran pisadas rapidas que producian un sonido de herradura en contacto con la brea, por eso deducimos que debía ser una bestia. Cada vez se escuchaban los pasos más fuertes, lo que indicaba que se estaba acercando. Desde nuestra casa pudimos ver como los vecinos que quedaban cerca a la carretera salian de sus casas y miraban hacia la misma esperando al igual que nosotros al supuesto caballo y el jinete. Mis hermanos y yo decidimos ir a pararnos con el resto de los vecinos a la orilla de la carretera; de esa manera tendriamos una mejor vista. Los pasos de la bestia cada vez se sentían mas cerca de nosotros. De momento todos los perros se alborotaron produciendo agudos ladridos y aullidos.
Nuestra hipótesis de que debía ser un caballo quedó comprobada cuando un fuerte relincho, seguido de el sonido lento de los pasos y el ruido de una respiración ajitada nos dejó sorprendidos. De repente se escuchó un fuerte sonido como el que hace un látigo cuando dá en la piel, seguido de un agudo relincho que nos dejó en la espera de al menos ver una sombra o situeta del mismo. Pero contrario a eso lo único que sucedio fue que una brisa muy fría proveniente del mismo lado de donde debía venir la bestia nos arropó momentaneamente (los perros se callaron) mientras sentímos y escuchamos unos fuertes y ligeros pasos que provenían de nuestro lado derecho, pasar por alfrente de nosotros y luego alejarse por nuestro lado izquierdo al igual que la fría brisa. Impresionantemente no vimos nada, solo escuchamos y sentimos. Todos nos quedamos sorprendidos y callados, no sabiamos que decir...
Para nuestra suerte esa fue la única vez que hasta entonces semejante fenómeno dejó sin palabras y sin pruebas empíricas a nuestro vecindario.
Realmente si me lo hubiesen contado quizas no les creería pero como yo lo sentí y estuve allí se que todo fue cierto.
Al otro día nos enteramos de que no fuimos los únicos que sentimos y escuchamos a la bestia. Otras personas que vivian por la misma carretera nos dijeron que habían sentido lo mismo.
Desde entonces cuando es de noche y escuchamos los sonoros pasos de unas herraduras en contacto con la brea ni nos preocupamos por asomarnos a ver al valiente jinete que sale con su caballo a pasear por la estrecha y peligrosa carretera.