¿Puede ser un bebe un asesino? Sí, yo creo que sí. Quizás ustedes no piensen lo mismo, pero no tardaran en coincidir conmigo. Yo tuve un nieto, ¿sabéis? Se llamaba Raúl y le decíamos Raulí. Le encantaba correr y saltar por los pasillos de mi viejo piso. Con lo que más disfrutaba era jugando a hacer puntería con su hermanito, un bebe encantador, que se encontraba en su cunita. Confeccionaba bolitas de papel de aluminio y jugaba a tirarle "mísiles nucleares", como decía, al inocente bebe que dormía en la cuna y se despertaba sobresaltado. Yo le decía y le repetía: "no juegues con él bebe, puedes lastimarlo. ¿Por qué lo molestas si esta durmiendo? El no sabe jugar, no comprende, ¡es muy pequeño! ¡Además puedes lastimarlo!".
Daba igual que me enojara y que incluso llegara a darle algún que otro cachetazo, él no hacía caso, siempre estaba tirando sus “mísiles” al bebe. Hasta que un día, como ya le advertí, sucedió... No sé como, pero Raulí consiguió que él bebe despertara y se parara en su cunita, inclinando su cuerpito hacia fuera. Justo debajo de las escaleras, y la baranda de la cuna cedió... Cuando entré en el comedor, asustado por el estruendo, vi a mi nietito. en el suelo, sangraba por su boquita, pero estaba vivo, a esa edad los bebes raramente se hacen daño, no están formados sus huesitos...
Soy abuelo, ¿sabéis? Y me costó mucho trabajo lograr que mi hija me trajera con ella. Que me sacara de aquel geriátrico tenebroso. Y el bebito era, su preferido... Entonces él bebe me obligo hacerlo: "mátalo me dijo, se lo merece... ¡MÁTALO!". Me hipnotizó. Cogí uno de mis bastones y le golpeé... le golpeé hasta que... hasta que tomé conciencia de lo que hacía... "¡Raulí!", Grité. Ya era tarde, el gran charco de sangre sobre el suelo me susurró que ya no había nada que hacer... estaba muerto.
En el juicio me declararon loco. Estoy en una residencia para trastornados mentales. Nadie quiere creer mi historia, pero yo sé que no lo hice, que no lo maté... fue él, él bebe, él me obligó.