Un hada caminaba por el bosque. Buscaba un ser a quien poder ayudar y poder satisfacer con un deseo. Sumergida en la arbolada, tropezó con una lampara de Aladino. Le pareció muy hermosa. La limpio de la tierra y el barro pegajoso. Y de pronto apareció. Un bello genio en una nube y le dijo: “Tú eres mi amo. Te concederé un deseo.”
El hada cuando vio aquel, colorido ser, como un duende, le dijo. “Yo quiero concederte un deseo.”
El genio, vio los ojos de mar y la blancura, como una princesa y le dijo. “Esta bien te concederé el deseo.”
El hada y el genio sonrieron en medio de su sorpresa. Simultáneamente ella agitó su varita mágica y él apuntó con su dedo al cielo. Ella se desvaneció en la nada y el pequeño genio en una nube azul retornó a la lampara maravillosa, que rodó a la cintura de un olivo.