Sé que estás ahí,
en algún rincón del vasto océano,
lejos del mundo, tu magia existe, lo sé.
Siete abismos naufragaré,
a la cima más alta te seguiré
sólo para ver tu sonrisa otra vez.
Envidia, conjuro de marfil,
misterioso crepúsculo que oprime el corazón;
el sol te alcanza donde mis brazos no,
y tu reflejo con el mío se confunde,
como dos lágrimas en un teatro de dolor,
gemelos, cómplices de un triste guión.
No abras la puerta,
sabes que en la trampa caeré.
Ángel clandestino, cáliz de seducción,
el veneno de tu amor me nubla la razón.
Ven a verme esta noche, en secreto,
un pacto de sangre que condena a mil años de prisión.
A merced de la tempestad, rehén de la inmensidad,
arde una herida, un laberinto de sal,
La brisa rompe el silencio, portando tu voz,
tu canto hipnotiza mi alma, secuestra mi ser.
Princesa del mar, las olas sucumben a tu sensualidad,
¿podrán ellas acaso lavar el dulzor del más furtivo beso en la oscuridad?
Allí, donde termina el océano, en lo más profundo de mi ser,
existes, lo sé, no lo soñé.
Algun día encontraré el modo, cruzaré el umbral
Aquél que separa mito de realidad,
cantaremos juntos una vez más
una canción de amor al son de la eternidad.