Alicia se levantó con la idea de que hoy sería un dia distinto; estaba tan habituada a que todos`los dìas se repitieran monótona, mecànicamente, que soñaba con algo màgico y misterioso.
Inició el rito de las mañanas; la ducha, el café, y la partida hacia la oficina; subió al omnibús que siguió el mismo recorrido de siempre; se bajó en el lugar de todos los días, llegó a su trabajo, pasó por la puerta y entró a un salón del siglo XVII donde se bailaba al son de la maravillosa mùsica; dejó que los caballeros besaran sus manos; inclinó la cabeza graciosamente saludando; sonrió a las damas, y bailó con inmenso gozo, los valses, las mazurkas, las polcas, que se sucedìan, se sucedìan, se sucedìan, se sucedìan, hasta que finalmente, cansada, se desplomó en una silla giratoria de su oficina, ante la mirada atónita de sus compañeros.
EStela Passaglia