Estaba solo. Era un día hermoso, el mundo, el tiempo, el lugar, la noche, el silencio, la bulla, todo….
Fue hacia una cafetería, pedí un café. Mientras, miraba la televisión… Un hombre y una mujer, actuaban en mitad de aquel teatro, con música, colores, luz, adentro de la televisión; aún así, no había brillo…
El olor a caliente y a café, atrajeron mi atención… Miré hacia la mesa, y el líquido oscuro de la taza se movía, o temblaba. Me gustó aquello, y no dejé de contemplarlo hasta que me vi reflejado en la taza de café. El humo caliente, empañó mi frente, me gustó. Le eché una cucharita de azúcar, soplé y la tomé, con el vapor que empañaba mis ojos.
Un perro grande se acercó a mi mesa. Era negro, con pintas blancas en su cabeza y sus patas. Sus ojos grandes y negros miraban fijamente los míos, mientras tomaba mi café y un mendrugo de pan. Me gustó el perro, su nariz mojada y negra, parecía preguntarme: “¿Eres tu?”… Sonreí y le tiré un pedazo de pan. Volteé, y seguí con mi café caliente hasta terminarlo de un sorbo, pagué y salí arrastrando mis pasos, estaba viejo y cansado.
Me recosté sobre un poste de luz… A unos metros vi una sombra acercarse, tenía los ojos brillantes, luminosos. Estaba cansado, no temí. Cuando la carpa de luz le alumbró, vi al perro negro del café.
Me alegré, la noche era hermosa. La gente, la luz, el café, el perro, todo… Me arrodille, y el perro, humilde y agazapado, se acercó con temor. Ya a mi alcance, le toqué la nariz, y moviendo la cola, saltó hacia mí. Lo abracé, y él me lamió. Le mire los ojos, eran negros como lunas oscuras y, me vi reflejado…
Me paré y empecé a caminar con mi amigo. Era una noche hermosa, todo….
Joe 14/04/04