Todos los días era lo mismo. Levantarse a las 6 de la mañana, dirigirse al mismo paradero de bus, ver la misma gente, etc. Pero ese día se encontró con algo diferente. Un joven guapísimo había subido al bus, alto, rubio, ojos azules, era como un príncipe de cuentos de hadas. Lo sorprendente, es que él no dejaba de mirarla y ella se sentía en las nubes. Pronto comenzaron las típicas miradas coquetas y una que otra sonrisa. Luego, él se fue acercando y cuando estaba a su lado no tardó en buscarle conversación. Después de un largo recorrido, el apuesto joven se bajó y ella de la ventana le brindó una mirada soñadora, mientras él, con una sonrisa irónica, le mostró la femenina billetera que había hurtado de su bolso.
Lastima que casi no hayan leído tu historia y lo de tucartera, aunque tal vez ya ni leas esto me parece buena idea que relates esto para que no le suceda a alguien más, bueno suerte para la próxima.