Es grande, es tan inmenso por dentro que no hay más palabras que aquellas que surgen de mi cabeza y pasando entre los finos hilos de la desesperanza se impregnan de pena para imprimirse en esta hoja blanca desparramándose con dolor.
Es tan extenso que es la manta de distancia que cubre de realidad mis ilusiones, duele... la tristeza es tan profunda, tan íntima... qué no sé cómo dibujarla. Y debo dolerme sola. Tan solo escribo aquí porque estoy en la batalla más dura de mi vida, la que debí librar hace muchos años, y a veces la lejanía, el silencio, el no tener ni un aliento de ninguno de vosotros es duro, es cruel, es egoista.
Solo la gente que está junto a mi, lo sabe, me escucha, me comprende, se duele por mi, se duele conmigo y tiene un tiempo para arroparme, tiene la sonrisa presta y me esboza cada día un rayo de esperanza para que lo tome en mis manos, ahora que no puedo ver el sol, y me dé el calor suficiente para derretir el hielo que provoca vuestro rechazo en mi corazón.
Aún tengo una leve sonrisa porque algún dios amable decidió regalarme ilusión suficiente para no desfallecer... y esa sonrisa...ojala exista alguien que no la transforme nunca en la mueca herida que ahora es.
Pasará, el dolor pasará...