Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Cuento
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Cuento
Categoría: Terror

Madeleine

Si mal no recuerdo, creo que este invierno hace cuatro años desde que ocurrió todo.
Me llamo Annie, y entonces tenía 11 años de edad.

Una mañana, el viernes 17 de Noviembre, estábamos desayunando mis padres, mi hermanita Joana y yo cuando sonó el teléfono. Era de la oficina de mi padre, para informar de que ese fin de semana se iba a celebrar un congreso comercial en una ciudad cercana y tenía que asistir, como miembro de la representación de su compañía. También le dijeron que podía llevarse a su esposa.

Así pues, mis padres se fueron al congreso y mi hermana y yo nos quedamos en casa de nuestro tío Jeff, hermano de mi madre y que vivía cerca de nosotros. El tío Jeff había sido siempre un buen hombre, aunque desde hacía algún tiempo estaba raro. Precisamente desde el momento que inició una relación con su nueva novia, Madeleine Smith, una empleada de la Morgue del hospital Saint Patrick bastante rarita.
La primera noche, nuestro tío salió de la casa con el pretexto de que iba a la licorería. Nosotras nos quedamos viendo la televisión, mientras nos preguntábamos dónde diablos estaría Madeleine. De pronto, el televisor comenzó a emitir interferencias, seguramente fallaba la alimentación, porque el tiempo era estupendo. Las interferencias cada vez fueron siendo más graves, y de repente se fue la luz en toda la casa. Un grito difuso cortó el aire. Joana y yo nos abrazamos en el sofá, aquel grito se había producido en el interior de la vivienda.
A tientas en la oscuridad fuimos a la cocina y cogimos cada una un cuchillo de los que colgaban sobre los fogones de vitrocerámica. La luz regresó pero seguíamos cardiacas. Como si se tratase de un siniestro juego, nos volvimos a quedar a oscuras.
Un nuevo grito, esta vez más nítido, nos heló la sangre. Las dos miramos el suelo de baldosa, había venido de debajo, pero qué extraño.....si tío Jeff no tenía sótano.....
Le dije a mi hermana que buscáramos una trampilla, dando por seguro que la había. Fue ella quien la encontró. Estaba junto a la puerta trasera, pero si no fuera porque tenía una textura diferente a la del resto del suelo, resultaba invisible a los ojos de todos.
Con mucho cuidado abrimos la portezuela y vimos que había una larga escalera de mano. Comenzamos a bajar hacia el interior de aquel agujero, que de vez en cuando quedaba iluminado por una tenue luz azulada, y que apestaba a podredumbre.

Llegamos al suelo y nos pusimos a mirar alrededor: había varias mesas con cuerpos inertes encima de ellas y al fondo, ante lo que parecía una pequeña central eléctrica, una figura blanca trabajaba ajena a nuestra presencia.
Una pequeña explosión eléctrica se produjo en la centralita, y la voz de Madeleine Smith resonó en aquella cámara de los horrores.

- ¡Vive!¡Vive!¡Yo te doy la vida!.

En ese mismo momento supe lo que estaba haciendo. Había leído la novela de Mary Shelley "Frankenstein", y además sabía algunas cosas sobre el Galvanismo.
Miré a Joana, la pobre estaba muy asustada, pero seguramente no tanto como yo, al menos no sabía lo que realmente estaba haciendo aquella maníaca. Le agarré de la mano para salir de allí y empezamos a subir, rogando a Dios porque Madeleine no nos descubriese. Estaría por la mitad de la escalera cuando me dí cuenta de que acababa de notar nuestra presencia, y se disponía a perseguirnos. Continué subiendo mientras sentía que el corazón se me iba a salir del pecho, pero la escalera sufrió una brutal sacudida que casi me hace caer al suelo. Madeleine la había golpeado con algo.
Finalmente logré llegar a la cocina y cogí de la mano a Joana para salir corriendo. Iríamos a un lugar lleno de gente donde esa loca no nos pudiera hacer nada. En ese momento apareció mi tío Jeff, quien al vernos junto a la trampilla abierta lanzó un alarido y cogiendo el cuchillo más grande que había, fue a por nosotras. Echamos a correr sin mirar atrás, con la única idea de abandonar la propiedad. De pronto oímos un ruido fortísimo, que al parecer venía de la casa y dos segundos después el suelo comenzó a temblar. Lo que ocurrió a continuación es la experiencia mas horrible que se pueda imaginar. El suelo se abrió a nuestro alrededor y de él surgieron muertos vivientes, desnudos, gimientes, espeluznantes. Estábamos aterradas. Desesperadamente, buscamos una vía de escape. Entonces ví la puerta que comunica el jardín con la entrada del garaje. Agarré a Joana con más fuerza y corrimos hacia allí. Pero nuestras ilusiones se desvanecieron cuando Madeleine apareció por ella con un gran hacha.
Nos habían atrapado.

Nuestro tío y Madeleine se fueron acercando a nosotras, haciéndonos retroceder. Y los muertos estaban justo detrás nuestro. Di un mal paso y caí al suelo, llevándome a Joana conmigo. Ya sólo nos quedaba rezar. Nos echamos a llorar desesperadas, rendidas, asustadas, pidiendo a Dios que si nos querían matar, que era lo más seguro, que lo hiciesen de una vez. Luego vimos a varios zombies llegar junto a nosotras e inclinarse para devorarnos.
Esperaba sentir un dolor indescriptible, mientras nos sacaban las tripas, pero en lugar de eso sentí un suave cosquilleo. ¿Qué?
El ladrido de un perro inundó mis oídos. Sufrí una desagradable sacudida y de repente me encontré en mi habitación, metida en mi cama y con mi perro Sugar encima de mí lamiéndome la chaqueta del pijama. Sonreí profundamente aliviada, y luego fui al cuarto de baño a quitarme el sudor frío que empapaba mi cara. Oí la llamada de mi madre de que ya estaba preparado el desayuno y vistiendome todo lo deprisa que pude bajé a la cocina, donde estaban ya todos sentados a la mesa. Un rato después sonó el teléfono. Mi padre se levantó y fue a cogerlo. Cuando terminó de hablar se sentó y dijo que era de la oficina, que había un congreso al que tenía que asistir con otros empleados de la empresa, y que si quería podía llevarse a su esposa.
Al escuchar aquello la cuchara con la que estaba comiendo mis cereales se cayó al cuenco.
Mi madre le miró y, tras sonreir, le dijo:

- Bien cariño, pues vayamos a ese congreso. Las niñas pueden quedarse en casa de tu hermana Bárbara.


FINAL
Datos del Cuento
  • Categoría: Terror
  • Media: 5.74
  • Votos: 72
  • Envios: 0
  • Lecturas: 13777
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 3.145.201.79

2 comentarios. Página 1 de 1
ROSA
invitado-ROSA 07-07-2003 00:00:00

Bueno, Ruben soy Rosa imagino q te acuerdas de mi, consegui entrar en la pagina y he leido este ademas de otros pq estaba entre los mas votados, me ha encantado, sobre todo el final, niño tienes muchos dotes para esto asi q aprovecha q te ira bien, un beso

Celedonio de la Higuera
invitado-Celedonio de la Higuera 26-05-2003 00:00:00

Es impresionante lo bien que has combinado los elementos para crear un ambiente terrorífico: la extraña señora, el sótano, las tiernas niñas solas, los zombies, la persecución... es que no ha faltado nada. El final magnífico. Te felicito.

Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Cuentos: 21.638
»Autores Activos: 155
»Total Comentarios: 11.741
»Total Votos: 908.509
»Total Envios 41.629
»Total Lecturas 55.582.033