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Categoría: Urbanos

El rayo de luna

Era un día como otro cualquiera. No había tenido absolutamente nada especial: el trabajo, el camino de vuelta hasta casa, la comida (pocas veces...)... y el llanto. Como todos los días en los últimos dos años el llanto que nadie podía secar, q nadie consolaba, q a nadie parecía importar. Ella era frágil, como una figura de cristal, al igual que de cristal era la transparencia de su mirada negra, y la sinceridad de sus palabras, q en vano pronunció... De sus ojos negros emanaba el dolor, como una cascada de plata, constantemente, sin dejar q su alma pudiese descansar, sin dejarla pegar ojo. Unas profundas sombras moradas se habían asentado bajo sus ojos, q anteriormente habían presumido de ser de los más bellos. Ahora no eran más q dos grandes agujeros negros, carentes de brillo ni vida. Sus labios pálidos ya no destacaban en su rostro, tan solo a veces por el color morado del frío. Se observó en el espejo, con el cuerpo desnudo, y sobre su rostro de papel destacaron sus uñas azules, mientras se secaba las lágrimas. Parpadeó sin apenas tener fuerza, mirando todo a su alrededor. Caminó hacia la ventana, y miró a través del vidrio, observando el cielo despejado, y el sol, del que la gente huía ocultándose en las sombras al no soportar el calor. Sin embargo, ella tiritaba. Su mente permaneció largo rato ausente, paseando por sus recuerdos: recordó a la familia que había dejado en la otra punta del mundo, por culpa del trabajo... recordó a esos amigos a los que tanto había querido y de los que prometió no separarse jamás... recordó al único hombre que la había amado y que ella apartó de su lado...
Se volvió de nuevo hacia el espejo. Se observó a medida q se quitaba la ropa, y veía la piel seca y escamada por todo su cuerpo, horrorizada. Los ojos se le habían abierto a la realidad demasiado tarde... ya lo había perdido todo, ya no era nadie. Ya no quedaba nada de lo que había sido. Toda su fuerza se había escapado en suspiros y soledad derramada, y ya no quería luchar más... caminó lentamente hacia el baño, y se inclinó para abrir el grifo. Pronto la bañera se llenó con agua demasiado caliente para cualquiera... menos para ella. Ya no importaba si el agua quemaba. Nada importaba. Se metió en el agua y cerró los ojos, imaginando como seria lo que estaba a punto de vivir... suspiró profundamente, como cogiendo fuerza, mientras una de sus manos se alargaban para alcanzar una pequeña cuchilla... lentamente comenzó a abrir un surco a lo largo del brazo, y por si no fuese suficiente, como queriendo asegurar su muerte, cruzó también la muñeca, acariciándola firmemente con el filo... repitió el proceso cambiando el brazo, y dejó caer la cuchilla en el suelo, fuera de la bañera... sumergió los brazos en el agua, notando el escozor de los cortes, pero no hizo más que esbozar una sonrisa... cerró los ojos, y lentamente se fue sumiendo de un profundo sueño del que ya jamás se despertaría, mientras sus ojos se cubrían con un manto negro... y sólo entonces, sumergida en el agua, con el color de un rayo de luna, cesó su dolor... mientras el de muchos otros no hacía más que empezar...
Datos del Cuento
  • Categoría: Urbanos
  • Media: 5.64
  • Votos: 42
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