Hola Papito de mi Corazón. Bueno tanto que me pediste que te contara de mi viaje aquí te mando un pedacito de el. Por supuesto que hay mucho mas de lo que pueda escribir, pero al menos para que te hagas una idea. Te quiero mucho, y como siempre, me hubiese gustado compartir esos momentos contigo.
Realmente teníamos en mente irnos a Machupichu -es un viaje que tengo ganas de hacer desde hace varios anos- pero por razones de presupuesto y de tiempo no pudimos hacerlo. Victor tiene un amigo, el que te comente, Max Suchar, me hablaste de su padre, de su tía, de los negocios de la familia, hasta de su contador. Bueno, Max nos ofreció irnos con el a Costa Rica, parte de su familia, incluyendo a su hermano vive allá. Nos pareció buen plan, así que agarramos algunos ahorros, nuestros días libres, y todas las ganas de conocer un lugar Nuevo y excitante.
Max trabaja en una organización de jóvenes judíos, Noar le Noar, es todo un madrij de campamento, y fue exactamente así como me sentí, en un campamento. Literalmente nos organizo el viaje; las actividades, transporte, comidas, todo. Bueno del carro y los hoteles se encargo Vic, - dice que si el no hace las cosas, las cosas no salen, y déjame decirte, no esta muy lejos de la verdad.-
Los primeros dos días estuvimos en San José, al llegar nos recogió Danny con su esposa Raquel, o como la llamamos nosotros Raque. San José se me pareció mucho a Caracas, un valle pequeño, muy verde, con animales y sonidos de grillitos y ranas -esos que si no estas acostumbrado no te dejan dormir-.
Paseamos por el centro de la ciudad; como todos los centros estaba repleto de gente, mercados, tiendas de electrodomésticos, buhoneros, plazas, Iglesias… y mas Iglesias. Me sentí un poco incomoda el primer dia, recién estaba conociendo a Max y haciéndome la idea que iba a acompañarnos todo el viaje, aun no sabia si era algo bueno o si era lo peor que me podía haber pasado. Así que allí estaba yo, entre la gente, las fotos para el álbum, en el Centro de San José, intentando dar una buena impresión.
Ese día entramos al museo del Oro Precolombino, estuvo interesante, en la primera planta había una exposición Numismática, donde mostraban monedas antiguas y explicaban la creación y fabricación de las mismas. En la segunda planta había una exposición de un artista Costarricense: Manuel de la Cruz, su arte, abstracción geométrica.
Ese día vimos también a un grupo de jóvenes bailando “Break Dancing” -si es que se le puede llamar baile- pero me impresiono, habían varios grupos de muchachos “compitiendo” a ver quien hacia el paso mas difícil, parecían rivales, pero después de verlo un rato me di cuenta que eran todos amigos, me pareció una manera diferente y sana de divertirse. Comimos en una plaza (en el primer Mc Donald que abrió fuera de USA), vimos una carrera de pajaritos que volaban en círculos sin parar sobre nosotros, comimos Pejibayes (una frutita que parece mas tubérculo que fruta y que sabe mas sabrosa mientras mas sucia este), entramos a un banco de chinos a cambiar dinero y tomar café, y a un mercadito que vende de todo y no vende nada.
La semana siguiente la pasamos en una playa que se llama Tamarindo, queda al Noroeste de Costa Rica, como a 6 horas de la Capital. Lo primero que hicimos al llegar fue comer en un restaurante que Danny nos recomendó: Nachos as Big as Your Ass (Nachos tan grandes como tu Trasero), por el nombre te puedes imaginar el plato de nachos que nos trajeron, y bueno de segundo me pedí una hamburguesa- ah porque deje el Kashrut durante el viaje. - Nos hospedamos en el hotel Tamarindo Yam (Mar, en hebreo), los dueños eran unos Israelíes. Una posadita curiosa, con todo lo necesario, una cocinita, nevera, un cuarto y un sofá-cama para Max, - que por cierto a esas alturas del viaje ya era mi nuevo amigo que no dejo de hacerme reír con sus ocurrencias.-
Las playas del Pacifico no se comparan con nuestras playas, el agua fría, la arena un poco oscura, pero te puedo decir que vi los atardeceres mas hermosos que he visto, . - ya ves, en la vida no se puede tener todo…pero tampoco nada.- Si todos viviéramos allí los niños pintarían el sol de Rojo en sus dibujos. Por idea de Vic flotamos boca-arriba y nos dejamos llevar por la corriente en un río que nace y muere en el mar, ese dia lo quise aun mas.
Por la noche nos fuimos a una discoteca, la gente, en su mayoría, era gringa; vimos una golpiza -que empezó y termino sin razón aparente-, un palo de stripper (sin stripper) y unos sombreros muy curiosos con limones en sus extremos.
En un punto de la noche quitaron la música por problemas con el sonido, así que regresamos a nuestro “Yam, sweet Yam.” Al dia siguiente alquilamos unas motos todo terreno (ATV), conocimos un par de playas; yo monte una moto con Victor, al regreso me hizo manejarla para quitarle el miedo, te cuento que disfrute mi valentía incluso mas que la misma moto.
Por la noche me conseguí con un viejo amigo de la escuela, que por casualidad también se llama Victor, hace unos anos se fue a vivir a Argentina, así que hacia mucho que no lo veía. Me dio mucha alegría verlo, nos invito a casa de un amigo tico que conoció en su nuevo país. Nos sorprendimos al llegar a la casa -al parecer el muchacho es de una familia muy adinerada- llegamos a una casa en la cima de una colina, con vista al mar, como dirían acá, priceless. Estuvimos jugando un juego de cartas, poniéndonos al dia con nuestras vidas, comiendo oreos y tomando Whisky; el Whisky que trajimos en aquella cava que no quería bajar por vergüenza a La Casa, a aquella casa que llegamos por pura casualidad, misma que me reunió con mi amigo de infancia.
Aun en Tamarindo, fuimos a un lugar que se llama Amberes, famoso por sus fiestas del 30 de Diciembre –así es, del 30, no del 31- en mi vida había visto un lugar con tantos jóvenes juntos. Quedaba en la misma colina que te comente antes, se reúnen miles de jóvenes, todos llevan sus carros, ponen la música que les gusta y pasan allí toda la noche con sus amigos. Nada mas por ver ese espectáculo valió la pena ir, claro que nos sentimos un poco pasados de edad, trate de demostrarme a mi misma que ese sentimiento era equivoco bailando un poco de reggaeton, pero después de una hora mi cuerpo acepto la realidad, me estoy poniendo vieja.
La mama de Victor vino con el esposo a pasar ano nuevo con nosotros, no se quedaron en nuestro hotel, si no en el “Marriot de Guanacaste” mejor conocido como la Hacienda Pinilla. Un hotel colonial con todos los lujos modernos. Tenían un buffet en el centro de la casa principal, con todas las delicias que te puedas imaginar, - bueno, Chino NO había-. Estaba un poco mareada esa noche así que comí lo que mas me provocaba en el universo: una Manzana Verde! que acompañe con una ensalada (por pena a comer solo manzana.)
Alicia (la mama de Vic) y Ran (su esposo) nos dieron un tour por el hotel, nos mostraron su habitación, las piscinas, los restaurantes. En el piso de abajo había una fiesta brasilera, así que ni cortos ni perezosos bajamos a bailar samba. No se si bailamos samba, o salsa, o si solo brincamos y dimos vueltas como locos en circulo, pero allí donde estaba me sentía el centro del mundo, y claro con todos los gringos alrededor me sentía la mejor bailadora de samba –hasta que llego una rubia rusa de 3 metros a invadir mi espacio.-
El resto del tiempo en Tamarindo lo que hicimos fue Comer y Comer, comí a la par de Victor y Max, no se si porque estaba de vacaciones, si porque disfrutaba lo que no había comido en anos, o si porque estaba nerviosa de pensar en las actividades extremas que vendrían los siguientes días. El ultimo dia en Tamarindo paseamos por las calles, mejor dicho por La Calle, Vic quería ver los “piriguichis” que vendían en las tienditas, comprar regalitos para los amigos, hablar con la gente del pueblo, así que lo complacimos. Nos despedimos de Alicia y Ran que volverían al dia siguiente a Panamá, y por la tarde manejamos de regreso a San José.
Lo que queda del viaje te lo puedo contar mas rápido; se resume en una palabra: Adrenalina. Hicimos Rápidos en el río Pacuare; de ese dia me recuerdo que comimos Mani con limón y sal, vimos pequeñas cataratas, muchas rocas, algunos Lodges (que aun no tengo muy claro que son), un par de indígenas lavando su ropa en el río, un Kayakero profesional que hacia 360’s en el agua, una balsa como con 10 personas que se quedo atascada, una especie de teleférico que usan los indios para llevar a sus hijos al colegio, y a la prima de Max que se cayo a mitad de viaje (y que yo rescate ; ).
Otro dia hicimos Canopy o Tirolina como la llaman en español. Te voy a decir literalmente lo que es para que te hagas una idea de donde estaba tu hija montada; es una polea suspendida por cables que van de una torre a otra en la mitad de la selva, inclinada obviamente, para que la persona sea impulsada por gravedad – gravedad fue el pánico que me dio- 500 metros de largo, pensé que no se acababan, pero cada 10 metros me daba cuenta que estaba en el lugar mas hermoso de la tierra, y que estaba viendo algo que, al menos por esos segundos, Solo podía ver yo, y respiraba, y sonreía…y claro…luego gritaba.
A demás del Canopy hicimos un recorrido a pie, vimos iguanas, cocodrilos, monos, tucanes, Bromelias y otras plantas que no recuerdo sus nombres, y Mariposas, vi a mi queridísima Mariposa Morpho Azul, y montamos en teleférico.
Otra de nuestras aventuras fue en un Volcán, por supuesto no activo, el Volcán Arenal, fuimos con la familia de Max. Con un poco de imaginación es un lugar mágico -pero la imaginación es necesaria- si piensas en lo que realmente es, la fuerza que tiene la tierra, el poder de la naturaleza, si te imaginas el lugar con magma y lava cayendo, es un sueno; ahora, con un poco menos de imaginación es un cráter en una montana con tierra negra. Pero ya sabes que imaginación no me falta, así que me sorprendí desde el segundo que llegue hasta el segundo que salí de allí.
A la salida nos tomamos un Agua Dulce (Agua de Cana de Azúcar, que a ti te encantaría) y almorzamos en un pueblo que se llama Cervantes -con Molinos, dulcineas y de mas- allí probamos unas Tortillas con queso (como arepas con queso adentro de la masa), Un Gallo Pinto (arroz blanco con frijoles) y un Café Chorreado (filtrado en una especie de media) que sigo saboreando.
Y para terminar nuestro viaje fuimos a Aguas Termales, en el hotel Tabacón, al parecer es muy famoso. Para serte muy sincera se nos hizo un poco pesado el viaje era muy largo, el autobús un poco incomodo, el guía insoportable, y bueno la verdad que después de 10 días fuera de casa se empezaba a sentir un poco de tensión en el ambiente; los chistes de Max ya no eran tan cómicos, Victor ya no estaba tan de buen humor, yo extrañaba mi casa y mi perro, y una extraña nostalgia se apodero de mi. Pero después de 6 horas llegamos a este paraíso selvático, con plantas, flores, cascadas, aguas termales, no se podía pedir nada mas. así que el ambiente ayudo a nuestro previo estado de humor, nos relajo un poco y nos preparo mentalmente para nuestro regreso a casa. Queríamos ver el Volcán (este si esta activo), pero la noche y la neblina no nos lo permitió, pero nos dejo una buena razón para regresar.
(Espero que hayas disfrutado nuestras aventuras tanto como nosotros, tengo mas fotos, cuando las tenga conmigo te las enseño. Te amo.)
Debbie Akinin Kramer