Siempre me gustó viajar, quizás por eso es que adoraba ver a los pájaros por el firmamento. Pensaba que - como en mis sueños - un día me saldrían mis fuerzas ocultas y volaría mejor y mas alto que un águila. Si, así imaginaba. Miraba como el mundo caminaba sin soltarse de su tecnología, filosofía, poder y vanidad. Dentro mío escuchaba una voz calma que me arrullaba con dulces cuentos y fantasías, sonreía orgulloso pues valoraba la voz de mi interior. No produje nada importante durante toda mi vida, sólo esperaba mi oportunidad, que mi cáscara reventase y naciera el verdadero ser, aquel que era tan divino como un ángel, y tan natural como el agua de la lluvia. Mi visión, me guiaba en medio de un mundo invidente e inmundo. Como mounstros llenos de lodo y dagas, sonidos y luces chillantes, que a gusto de lo "inanimado", trataron de absorber todos mis sentidos y así llegar a mi verdadero ser; por mas que hicieran lo que hicieran nunca abrí la puerta sagrada; no obedecía por dar la contra, no, lo hacía porque la voz me decía que no; temblaban, lloraban y gritaban, pero nunca abrí nuestra puerta.
Día a día cuidaba a mi ser con canciones hermosas. Si, música de los dioses, el canto de la mañana con su miles de trinos, los delicados pasos del tiempo acompañados de su corte de nubes y el respirar de su brisa. Y lo alimentaba del agua pura de las lluvias, los frutos que de los arboles y la tierra con sus infinitos colores y sabores nos brindaban, sumisas y generosas. Y la compañía de los dioses animados de la tierra, sus animales, sus peces, sus insectos, los ignorantes, los débiles, los dulces. Si, había perfección en el Universo. Cuando reposaba miraba la oscura noche y cerraba los ojos, sentía contento y plenitud, pues la promesa estaba cumpliendose. Cada día mi ser se hinchaba mas y mas, con mi respirar largo y profundo. Algunas veces llegaba a tocar aquello que es inmortal en mi, como si en el aliento nos tocáramos la punta de nuestros dedos esperando la unión final.
No sabré como fue, pero un día un dolor profundo me hizo sentir la emoción mas alta que nunca había tenido y en éxtasis comencé a llorar con lágrimas tan dulces como el sabor de la miel. De pronto sentí que una fuerza penetró en el centro de mi pecho, y de ella se abrió como un volcán en erupción que me unía a esa fuerza, que era mas grande y hermosa que todas las energías juntas, mi conciencia no pudo entender ni mirar mas. Algo salió dentro de mi, no pude verlo pero brillaba, perfumando el aire que respiraba. Si, era maravilloso. No entendí su hablar, sólo sentí que mi cuerpo estaba tirado como una cáscara de huevo recién quebrada, y junto a la tierra vibraba ante su presencia. Sentí luego que aquello comenzó alejarse, y, poco a poco empecé a reaccionar, mis sentidos volvieron y alcé mi cuerpo. Vi que todo estaba igual, pero sentí que estaba mas ligero de carga, me quise rascar la espalda y toqué unas plumas, volteé mis ojos y no había nada, pero si podía palparlo. Si, tenía alas.
Me levanté y empecé a volar. Comencé a viajar por todos los lugares que nunca había estado. Vi ciudades, mares, cielos, mundos, todo. Era feliz, pleno, y agradecido. Aun así, sentí que algo me faltaba. Realicé que la voz que me susurraba se había ido. Lloré por escucharlo, rogué a los dioses y mis clamores fueron escuchados...Como una brisa perfumada sentí como el caer de una sombra en mi espalda, volteé y lo vi por la primera vez. Le dije que le amaba y Él emocionado me sonrió....