Sálvame, oh Dios, porque
las aguas han entrado hasta
el alma.
Salmo 61:1
Aquella mañana hermosa, fría, llena de ricos olores que venían del gran jardín de la casona de los Montesinos la sumía en una expecie de realidad fantasiosa. Un extraño presentimiento vagaba por su mente, la cautiva, la inquietaba, tenía que seguir buscando... lo había soñado...
No olvidaba aquel enigmático sueño.
Recordaba los detalles... la veía moverse por el pasillo, vestida de seda, verde, sin zapatos, como levantada por los aires... la seguia de cerca, la vio entrar en el cuarto dormitorio,
en silencio se acercó más, miró con cuidado hacia el interior, vio el pequeño cofre... notó cuando deposító un sobre...
Pero el llamado de su madre la despertó...
__ Ya es tarde, levántate... llegarás tarde a la
universidad...
Enliana apenas podía abrir sus grandes ojos verdes... niña hermosa, llena de vida, aquellas pestañas, aquellas miradas y aquella sonrisa tenían a sus compañeros locos detrás de ella...
Pero , primero eran sus estudios, era el sueño de su padre, ser doctora, una dama respetable en la sociedad... era loca con su papá, lo adoraba, apenas se reponía de su inesperada muerte, de aquella muerte injusta que nunca había podido entender...
Apenas sacó fuerza, aturdida por las imagénes de aquel sueño, se levantó, desayunó pan, queso, huevo y mantequilla; bebió un rico vaso de jugo de china al natural que su madre le había preparado...
La noche pasó como relámpago, el día, cansado, fatigado dejó que la noche lo tamara entre sus brazos y lo llevara debajo del lecho del río donde allá, en un acto apasionado de amor lo acabó de liquidar... entonces la noche se paseaba en puntilla,orgullosa, vencedora... allá el río dejaba escpar sus últimos suspiros...
Enliana hablaba con su madre. Le contaba la pesadilla. Masticaba las palabras, las decía con un tono de misterio, llena de emoción, cada sonido prounciado correctamente por aquellos labios tan exquisitos y tan bien formados,miraba a su madre, también era hermosa, rubia, apasible, noble, tierna... ambas miradas chocaron,
quedaron mudas, ni una palabra, el silencio aspiró el salón biblioteca donde se encontraban, el perro Lauco comprendió que estaba de más en aquel lugar, abandonó el mismo sin ni siquiera excusarse y pedir permiso...
Ambas susppiraban...
__Es sólo un sueño-exclamó la madre- mientras el color de su piel cambiaba de tonalidad..
__ ¡Sí!, es sólo una pesadilla, he pensado mucho en la muerte de mi padre... no puedo pensar que se fue... escucho su voz, sus chiste, siento la presencia, como si me quisiera dar una explicación... a veces no duermo... miro por la ventana y lo veo llegar con su libra de pan, su periódico... veo como juega con Lauco... era tan alegre, mamá...
Entonces se levantaba del sofá y caía en los brazos de Laura llorando como una pequeña bebé...
Pero la noche era insaciable, había deborado las horas, el tiempo se rendía ante aquella dama implacable, el sueño cayó de repente sobre los ojos de Laura... y Enliana quedó sumida en el sofá pensando en su pesadilla...
Ya en la madrugada despertó... caminó en silencio hasta el cuarto de su madre. Abrió la puerta, la miró... estaba dormida... cerró la puerta con suavidad...
De lo profundo del pasillo escuchó claramente la voz de su difunto padre...
__¡Anda, camina... ve a mi cuarto...
Ella miró hacia todas parte, no vio nada, pero no resistió el impulso de irse al cuarto del padre que había estado sin usar desde el mismo día en que lo encontraron muerto con un tiro que le había perforado la cien derecha...
Enliana abrió la puerta, recordó el sueño, y se dirigió a una esquina del cuarto. Allí, en la tablilla del medio estaba la biblia de su padre en un dorado cofre... las imágenes de volvieron a cruzar su mente, recordó a la mujer que extraía el cofre,
y colocaba el sobre... tomó la biblia... sintió deseos de abrirla... allí estaba el sobre... marcando los versos del salmo 61.
Nerviosa, volvió al salón bibliteca,buscaba y buscaba la biblia, pero nada... miró al extraño sobre... ya la luz del nuevo día penetraba por toda la casa, su madre todavía dormía...
Abrió el sobre... quedó muda...su pecho se apretó...sintió deseos de llorar, de gritar...
y aquellas terribles palabras...
¡Adios amor!, cuida mucho a nuestra hija... he tratado de sobreponerme a tu traición... pero es duro saber que mi esposa me engaña con mi propio hermano...
La sombra del dolor cayó con enorme roca sobre la cabeza de Enliana... y cuando levantó su cabeza...
Allí estaba ella... entonces comprendió que la mujer del sueño era su madre... entonces comprendió la muerte de su padre... entonces lloró, lloró, lloró mirándo fijamente a los ojos de su madre...
Fin
El cuento narra de Euliana su sueño y explica de su padre horripilante muerte, y que Euliana, al lograr su empeño, sabe de su madre la traición hiriente. ("El sobre en la Biblia", de José Luis Sánchez)