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Jamás y siempre a la vez. Primera parte. Capítulos 11 y 12

XI

 

   Datos a recordar: Veintiún elegidos en el Centro de Lanzamiento GENESIS. Dos de ellos a los gobiernos de dos de las tres máquinas que reposan sobre el puerto principal. La tercera está comandada por un humanoide específicamente instruido. Los integrantes de los tres grupos científicos estrechan la mano que les despide desde el presente.

   A una altitud de 11.100 metros sobre el nivel del mar, el cielo terrestre se ve surcado por los pioneros. La cota ha sido elegida como medida de prevención ante condiciones de espacio negativas. Lutmos, Mitshu y 236-CITER influyen en el funcionamiento de los transportadores situando las coordenadas. No hay tiempo para realizar pruebas de despegue. Un último vistazo a los pasajeros y los manipuladores del tiempo avisan para que la quietud se haga dueña de las naves.

   Los dedos índices de los pilotos transmiten trasvase energético a la consola de control.

   Merdik Lamaret es el único ente vivo que los ha visto marchar. Observa detenidamente el pedazo de cielo ocupado, segundos antes, por las tres máquinas del tiempo. El deseo de suerte es lanzado con lágrimas en los ojos y abandona GENESIS.

   Los dados han sido lanzados.

 

 

XII

 

   -¡Presidente! ¡Presidente!

   Merdik Lamaret vuelve en sí y muestra disconformidad con la realidad.

   -¡Vive Dios! ¿Qué ocurre?

   El módulo de descanso se halla invadido por artificios destructivos.

   -Repito: ¿Qué ocurre?- los codos se clavan en el espaldar ergonómico de la lámina de suspensión.

   -Levántese. ¡Aprisa!

   -¿Quién es usted?

   Como respuesta recibe el frío silencio de las catorce presencias extrañas que se hallan en su habitación. El frío brillo despunta en los cascos de combate.

   -Señor. Es un secuestro... ¡Ugh!

   El ayuda de cámara recibe un fuerte culatazo que desploma su conciencia.

   La espera se hace interminable. No se dice nada mientras es retirado el cuerpo del fiel Francesco. No se dice nada mientras Lamaret es obligado a erguirse mediante un doloroso contacto físico en las axilas. Los hechos hablan por sí solos.

   Una hueca carcajada se deja oír desde la caja de resonancia formada por uno de los escalofriantes cascos. La visera empieza su proceso de desmaterialización y los rasgos se muestran claros y contundentes.

   -¡Mayor Seedus!

   -Lamaret, escuche con atención lo que tengo que decir. Quiero que todo sea según las normas: A la autoridad suprema en funciones de Tierra, comunico a las 8:24 AM, en huso horario unificado, del 14 de Mayo del 3122, según calendario terráqueo integrado, que novecientas ochenta y cuatro unidades de combate orbitan su exosfera en acción de mutilación reticulocomercial. Se exige a la autoridad suprema en funciones de Tierra, que coopere con el Mayor Thomas Seedus, Comandante Ejecutivo. Y ahora, ¡brindemos!

   Son repartidos pequeños recipientes cilíndricos en los que se ha vertido un líquido muy peculiar. Cuando el último de ellos es entregado a Seedus, éste dirige sus incipientes ojeras a los temblorosos párpados del prisionero. Cuando Merdik posa el borde del receptáculo en su labio inferior, no logra captar ningún olor característico que le permita averiguar la naturaleza de la celebración que está a punto de ingerir.

   Todos, absolutamente todos los presentes, esperan que se haga efectivo el primer trago. Seedus está exultante.

   -Esto... Esto... Esto es... ¡Esto es agua!

   Thomas Seedus ha estado soñando con este momento desde hace tiempo.

   -¿No le parece irónico? ¿O es que acaso no cree que nos pueda ser de utilidad? Estoy convencido de que no habría torturado su mente durante esos pocos segundos de desconfianza si hubiera sido yo el primero en el brindis. Ahora gritaré a los mil vientos mi bienaventuranza.

   -¡Por la Tierra!

 

   Lamaret observa que las manos de los otros asen los, para él, desconocidos métodos de persuasión. Los digitopulsadores no perdonarían no ser acariciados. Y levantando su mano derecha, con honda consternación, secunda el brindis.

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