-Jóse... Jóse...
-Ah¡ ... Eres tú...
-No esperaba el verte.
-Sí. He podido escaparme un momento de casa ...
-Qué bonito vestido llevas. ¿Lo estrenas?
-Que vá!, Hace un año que lo tengo, pero apenas me lo pongo. Tú, ¿sigues yendo al mismo peluquero? Te sienta muy bien el peinado que llevas.
-No. Lo dejé. Al que voy ahora lo encuentro más meticuloso. ¿Sigues con Arcadio?
-¡Qué va! Reñimos hace casi medio año.
-Pues, parecía que os querías mucho.
-Nada, chica, era un pelmazo rematado! A ti, ¿cómo te fue el guateque del otro día?
-¡Cómo sentí que no vinieras! Lo pasamos bomba. Coro me preguntó por ti.
-Y tú, ¿qué le dijiste? ¿No le dirías que tenía novio?
-Pues, la verdad es, que se me escapó. Como no sabía que habíais reñido. Dime, ¿acaso Coro te interesa?
-No está mal. Y como ahora estoy libre... Pero, no hablemos de eso. ¿Piensas continuar con los estudios?
-Qué va! Me ha salido una proposición para ir a trabajar a Inglaterra como asistenta. Lo he aceptado para aprender el inglés. Ya sabes que quiero ser azafata. Dime, ¿aún asistes a las clases de baile?
-Sí, ahora voy una vez por semana. Sabes que mi ilusión es ser bailarina. En la academia he conocido a un compañero que quiero presentártelo. Es una monada de chico, te gustará.
-Ahora de que haces: ¿de casamentera o de celestina?
-¡Tampoco hay para ponerse así! Era solo una sugerencia. Perdona, tengo que irme. ¡Qué tarde se ha hecho!...
-Adiós! Yo también tengo prisa.
Se separan, con la cerviz enhiesta y el gesto altivo, cada una por su lado.