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Munia y la luna

En la casa de Munia, que está muy lejos del pueblo, ella sola, en la punta de un monte, se han quedado sin agua.

-José -dice la madre-. ¡Tendremos que ir al río por agua!

-Sí -contesta el padre-, pero ahora mismito, que se está echando la noche encima.

-¡Hala, niñas! ¡Que bajamos al río!

Munia y su hermana Andrea brincan de gozo. Los padres llevan cubos, Andrea un cubito y Munia una botella vacía.

Hay humedad por todas partes. Cerca del río flota una delgada capa de niebla. Y los helechos brillan de gotas de agua. 

Ha salido la luna. Una luna redonda y brillante. 

-¡Madre! ¡Padre! -dice Munia-. ¡Mirad la luna! ¡Parece de papel de envolver chocolates!

El padre, la madre, Andrea, llenan los cubos de agua y Munia, con su botellita vacía en las manos, corretea entre los juncos, pensando que sí que quiere agua. Pero agua de luna o agua con luna y mete su botella al río, donde el reflejo de la luna es perfecto para atraparla.

-¡Agua de luna! -chilla Munia, cuando van subiendo despacito la cuesta hacia su casa-.

¡Me llevo la luna en botella!

 

 

Y por la noche, al meterse en la cama, deja la botellita sobre la mesilla, junto a un vaso, para beber por la noche su agua de luna.

-Luego , cuando la beba, me pondré brillante como ella -pinsa, y va quedándose dormida, oyendo un perro ladrar allá lejos.

Pero, a medianoche, alguien golpea -¡Toc! ¡Toc! -en el cristal de la ventana.

Munia despierta. ¡Ay!

Y corre a abril la ventana. La luna está, muy grande y muy seria, sentada en el alféizar, entre dos macetas.

-¡Anda! -dice Munia-. ¡Que bien hueles a nardo!

¡Muuuunia! -dice la luna-. ¡No me des coba!

-¿Por qué estás enfadada?

-Porque me has quitado un trozo, niña.

-Es verdad. Te falta un cachito...

-Ezo

-¿Eres andaluza?

-Natural -responde la luna, ya más sonriente-.

De Zevilla.

-Ya me parecía a mí, que vasca no eras... Oye, ¿y la luna de los vascos?

-Ez mi prima, pero eztá en la cama con catarro. Azí que me tuve que venir para acá.

 

-¡Ah! -dice Munia-. ¡Pues os parecéis mucho!

-No creaz tú. Ilargia tiene un carácter.......

-También yo y mi hermana somos diferentes.

-Zi. Pero la dificil eres tú. Que tu hermana ez un pedazo de pan.

Munia secalla y la luna la mira con una media sonrisa divertida.

-Bueno, ¿y mi trozo, qué?

-Ahora te lo devuelvo. No me lo he bebido. Está en mi mesilla.

Es que.... estabas tan bonita sobre el río...

Munia corre hacia la mesilla, vacía completamente la botellita en el vaso. Se lo lleva a la luna y se lo da a beber.

La luna bebe despacio, cumplidamente, con los ojos cerrados. Y en un momento recupera el trozo perdido.

-Graciaz, Munia. Ez que, ¿sabes?, a mí me gusta reflejarme en el agua del río, en los pozos, zobre el mar. Pero redonda y enterita como eztaba hoy. Y ahora me voy, que aún me queda pazearme zobre el mar.

-¿Me dejas que te acaricie? -pregunta Munia.

-Te dejo, zí ¿Cómo no te voy a dejar?

Y Munia acaricia los fríos mofletes de la luna y la luna le da un beso blanco y después, como una señorona, se va levantando del suelo, alejándose hacia el cielo oscuro.

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