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Categoría: Misterios

misterio

Les contare algo que me sucedió hace muchos años, para algunos será una fantasía para mi es tan real como el dulce aroma de una rosa, la agonía que sentimos ante la partida de un ser querido, ó el nacimiento de una nueva vida. Mi relato inicia así, cerca de medianoche, de un día cualquiera, hace algunos años atrás me había acostado temprano, acostumbrada a dormirme después de las doce o la una de la mañana las once de la noche es temprano para mi, llevaba ya mas de media hora tratando de conciliar el sueño pero por mas que lo intentaba no lo lograba, convirtiéndose esta hazaña en una gran odisea.

Cuando por fin lentamente iba cayendo en un profundo sueño, percibí algo extraño en mi habitación, el aire de pronto se tornó mas pesado y difícil de respirarlo, sentí una corriente helada que entraba paulatinamente por mi ventana y un escalofrío recorrió todo mi ser, fue como si una corriente eléctrica viajara desde mi cerebro hasta la punta de mis pies, dándome pequeños toques, el frío era tal que calaba mis huesos, y mi aliento se tornó pesado y gélido lo cual llamó mi atención, ya que estábamos en verano y por lo general las noches en esta época del año eran muy calurosas. Acostumbrada a no cubrir mi cuerpo con ninguna sabana por las noches esto era un inconveniente, pero percibí que aun con el glacial que sentía mi cuerpo, podía dormir con el cambio drástico de temperatura y sin darle importancia, seguí luchando por conciliar el sueño.

Ya me encontraba viajando entre mis sueños, cuando de pronto y sin explicación alguna sentí como si algo o alguien, me tomara de las muñecas con extremada fuerza. Al punto que sentí que mis huesos se fragmentaban, al principio pensé que era una pesadilla, pero el dolor era tal que me hizo ver la realidad no se trataba de un sueño, ni de una pesadilla eso era real. Abrí mis ojos para vislumbrar quien o que había entrado a mi habitación pero no podía ver mas que oscuridad, y el dolor se hacia más insoportable a cada momento, traté de incorporarme de la cama para encender la luz de la habitación. Pero unos dedos se prendieron de mi cuerpo como garfios y se encajaron filosos en mi piel, los cuales impedían que me moviera.

En varias ocasiones quise ponerme en pie, pero esta fuerza extraña e invisible a mis ojos no me lo permitía, lo que me llenó de angustia, mi corazón comenzó a latir con gran rapidez, mi respiración se aceleró, algo que nunca antes experimenté, tratando de darle alcance a mi vertiginoso corazón. Para este entonces la escarcha manaba de mi nariz y de mis labios, que mezclado con el hielo que rodeaba mi cuarto congelaban la habitación.

Diré que para este punto mi mente estaba confundida entre la incredulidad de lo que estaba pasando y todas las emociones que afloraban en ese instante, sentía un miedo inmenso que me petrificaba y no me dejaba razonar, un terror ante lo desconocido, lo inexplicable… y yo misma trataba de darme valor diciéndome a cada momento- esto no es real, es solo un sueño -me lo repetí por tantas veces que diré que perdí la cuenta de cuantas veces lo hice, pero no podía negar lo evidente, algo estaba en mi cuarto y trababa de hacerme daño o por lo menos era lo que yo interpretaba.

Y una interrogante asaltó mi mente- ¿Por qué? -seguida otras interrogaciones- ¿por qué a mi…? ¿qué o quién eres? -mas no hubo respuesta, solo el silencio en la inescrutable noche, leves rayos de luna penetraban a través de la ventana, lo que facilitó que pudiera ver frente a mi, sólo la oscura noche y me pregunté- ¿cómo es posible…? –no había nada frente a mi, ni una sombra siquiera, lo que me aturdió aún más, de haber visto una silueta, habría sido fácil explicar lo que pasaba, pero… al ver la nada… ante mis ojos… el terror comprimió mi corazón… quise nuevamente levantarme y los garfios se prendieron de nuevo en mi cuerpo llegando hasta mis huesos… sentí como estos me clavaban a mi cama por mas que intentaba alzarme de la cama, no lo conseguí. Fue cuando recordé que en la misma habitación dormía Andrómeda, mi hermana menor, entonces intente llamarla pidiéndole ayuda y como si este ser adivinara mis intenciones antes que yo lograra siquiera gesticular palabra alguna… Sentí como unas garras sujetaron mi cuello y lo presionaban con furia, impidiéndome la respiración… para ese entonces mi corazón latía frenético, a dos mil revoluciones por minutos, mi cuerpo sudaba a mares, no transpiraba, sino que destilaba toneladas de sudor por la lucha que libraba mi cuerpo por soltarme de esos dedos que se prendían de mi.

Sentía mis músculos entumecidos, y que no me respondían por mas que mi cerebro les ordenaba que se levantaran, ya que sobre mi sentía una tonelada que me impedía moverme, trataba pero sin éxito de gritar, mi boca no lograba gesticular palabra alguna… el aire se hacía a cada segundo mas escaso, y la cantidad que llegaba a mis pulmones era ínfimo, sentí que pronto perdería el conocimiento, ya para ese entonces el dolor era insoportable, y volví a preguntar. ¿Quién eres? con mi pensamiento ya que mi se negaba a hablar ¿quién eres?, no hubo respuesta- ¿qué quieres?- pensé con miedo, rabia y rencor.
La presión aumentó mas en mi cuello y en mi cuerpo y un nuevo temor asaltó mi mente al recordar que junto a mi cama, a unos pasos, yacía Andrómeda durmiendo tranquilamente y el pánico me petrificó, y un pensamiento fugaz cruzó por mi mente que lo que fuera que me estuviera atacando quisiera hacerle daño a ella- y este horror me hizo sacar fuerzas de donde no las tenía y logré gritar desde lo mas profundo de mi alma y de mi corazón, y con mi pensamiento chillé.
- No se que seas, ni que quieras pero no lograrás vencerme y lo sabes, ni tu ni nadie lo lograra… –exclamé e inicié nuevamente la lucha.

Pero en esta ocasión con mayor ímpetu y al mismo tiempo que trataba de gritar luchaba por levantarme y esa fuerza extraña que se prendía de mi cuello y de mi cuerpo ejerció a un mayor coacción contra mi, estaba apunto de desfallecer cuando grite de nuevo desde lo mas recóndito de mi corazón:
– Sabes que nunca me daré por vencida, nunca -y mi resistencia era mayor, y mi perseverancia aun mas, por soltarme de esa inexplicable fuerza que me sofocaba- nunca, nun….ca -exclame con mi ultimo aliento, casi sin conciencia ya, cuando de pronto, los garfios que sostenían mi cuerpo desaparecieron, y los brazos que presionaban mi cuello dejaron poco a poco de ejercer presión sobre este, hasta que desaparecieron por completo, dejando en libertan mi cuello, y dándole un gran alivio a mi aun frenético corazón, por lo acontecido hacia unos instantes.

Mi respiración era lenta, el aire entraba con dificultad a mis pulmones, mi corazón aun latía apresurado, y un sudor frío recorría mi frente… aun estaba aturdida por lo que segundos atrás, había sucedido, mi mente y mis sentidos confusos, mis músculos me pesaban demasiado. Me sentía entumecida… como paralizada y por mas que ordenaba a mi cuerpo que se levantara de la cama no lo lograba, fueron varios los intentos por incorporarme… eternos los minutos que trascurrieron desde el ataque, hasta que logré llegar al enchufe de la lámpara, la cual colgaba en el centro de la habitación, aun no podía gesticular palabra, los músculos de mi cuello me dolían y el aire aun era escaso… era poco el que lograba pasar a través de mi garganta lastimada hacia los pulmones.

Cuando por fin logré media hora después llegar hasta el switch de la lámpara, una luz centellante me segó por unos segundos al acostumbrarme a la claridad… recorrí lentamente la habitación en busca de respuestas, pero a mi alrededor solo reinaba la mas absoluta tranquilidad. A unos pasos de mi cama Andrómeda dormía placidamente, me aproximé a ella y la observé por unos minutos y me pregunté si sería verdad lo que sentí, o solo un mal sueño y en ese momento un dolor agudo recorrió todo mi cuerpo.
– No -me reproche- no, pudo ser un sueño, porque este dolor que siento es real –aun no podía gesticular vocablos, y el aire continuaba entrando ralo, y frío a través de mi cuello, fue largo y doloroso… pero después de varios minutos con voz débil, casi inaudible, logré decir algunas sílabas pero aun sentía entumecimiento en los músculos y me dolían mucho, apagué la lámpara regresé a mi cama pero ya no podía conciliar el sueño, cerca del amanecer me venció el sueño.

A la mañana siguiente aun me dolía todo el cuerpo y aunque podía dialogar normal sentía un dolor intenso en mi garganta cuando hablaba, sin embargo aunque mi cuerpo estaba aun entumecido, no había rastros de marcas en el que demostraran lo sucedido la noche anterior, mas que el dolor intenso que aun sentía y que no desapareció sino hasta días después.

Posdata: semanas después se repitió el mismo incidente pero en esta ocasión estaba completamente despierta y como en la vez anterior trató esta fuerza desconocida de asfixiarme, jamás le había comentado a Andrómeda los extraños sucesos que había sufrido y ella en una ocasión no quería dormir sola, en nuestra habitación ya que yo por motivos que en este momento no tienen importancia, me encontraba ausente. Minerva mi otra hermana… la interroga porque no quería dormir en el cuarto, a lo cual ella estaba renuente a responder, pero ante la insistencia de Minerva, Andrómeda confiesa que algo extraño le había sucedido en noches anteriores, relatando un incidente parecido al que me había sucedido a mi, por la confianza que había entre nosotras, Minerva me relata lo acontecido con Andrómeda y es cuando decido comentarles el suceso que me había sucedido y las veces que habían ocurrido y como se fueron dando los hechos.

Un día cuando Andrómeda no estaba, en la casa fui al cuarto que ocupábamos ambas, con mi vista recorrí lentamente el cuarto, En busca de respuestas, pero la habitación se encontraba vacía.
– Sabes, que no se quien o que eres –dije- pero no lograras lo que te propones y lo sabes -y con rabia espete- si vuelves a tocarla te destruiré y lo sabes, sabes que tengo la fortaleza necesaria para hacerlo, si vuelves a ponerle un dedo encima te encontrare, no se como, ni cuando, pero acabare contigo lo entiendes -las ventanas de la habitación estaban cerradas pero una ráfaga de aire frío entró en esta cubriendo la habitación, y la escarcha salía nuevamente de mi nariz y de mi aliento, sentí como el frío calaba mis huesos pero admitiré que miedo no sentía, sino que en su lugar experimentaba un infinito rencor seguido de una enorme impotencia al pensar que algo le podía suceder a mi hermana menor, que era la razón de mi vida. Sentí como algo se colocaba a mi espalda y un gélido aliento llegaba a mi cuello, en ningún momento sentí miedo, no se si fueron mis palabras o la seguridad con que las dije pero la presencia se fue alejando, admitiré que el terror que sentí en las dos ocasiones que sufrí estos ataques fue inmenso, pero el cariño que sentía hacia mi hermana menor era aun mayor, y fue lo que hizo que me enfrentara a este ser desconocido. Han pasado muchos años desde que ocurrió este incidente y aun sigo por las noches esperando un nuevo ataque de este ser misterioso que vino de no se donde a desafiarme con la diferencia de que en esta ocasión estoy preparada para defenderme y defender a los seres que quiero.

Escarlata

Posdata: Si alguien ha sufrido algo parecido, me gustaría que me escriban sobre ello a mi correo o los pueden relatar en esta sala con cariño escarlata
Datos del Cuento
  • Autor: escarlata
  • Código: 14361
  • Fecha: 26-04-2005
  • Categoría: Misterios
  • Media: 6.13
  • Votos: 54
  • Envios: 1
  • Lecturas: 3658
  • Valoración:
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
Miguel Estrada
invitado-Miguel Estrada 04-03-2006 00:00:00

No sé cómo, pero sé a lo que te refieres, y para mí sería un gran honor si leyeras mis cuentos en ésta página.

patricia
invitado-patricia 27-02-2006 00:00:00

te entiendo aunque no se si es verdad que esto te ocurrio pero ami si cuando era muy niña lastimosamente no tuve el valor de enfrentar este ser . te felicito y abmiro tu valor el cual relatas . chao att pato

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