Dicen que el sabor de la vida resulta amargo cuando una persona no arriesga sus sentidos sin enriquecerlos antes de experiencias peligrosas...
Ésta es mi historia...
Sentía que mi vuelo rozaba lo terrenal, que mis sueños no eran más que la cara oculta de la realidad, que mis inquietudes resultaban ser sólo caprichos, y mis ansias tenían color a resignación...
Me calcé las sandalias de la búsqueda y me abrigué de sonrisas para no decaer en mi intento, empezando a deshojar mi alma.
El suave murmullo de la templanza acariciaba mi nuca como lamiendo mi deseo y enjuagando mis dudas hasta hacerlas desaparecer...
La luz habitaba en mí, aflorando los poros de la imaginación en cada rincón y escondite de mi cuerpo...
Sentía que el fuego estaba próximo, pero no me importaba...prefería morir en el ardiente manantial a vivir en las profundidades de lo cotidiano.
Avancé un sueño más, y allí te encontré.
Estabas de espaldas, indiferente, ausente...
Mi mirada, deshecha y resbaladiza de deseo, consiguió que sintieses mi dulce puñal y respondieras a mi llamada...
No hubo palabras,no.
Tan sólo hubo un instante.
Tú, mi alma encontrada, le diste significado a mi vida, alzando mi vuelo más allá de las nubes y más allá de los límites...
Empezar a encontrarte fue el primer paso para hallarme y sentirme.
Conocerte fue encajar en un puzzle de sabor a fresa y de color esperanza..., donde la única reglar es soñar buceando en el masaje de tu laberinto con salida al éxtasis...
Gracias por ser mi camino, mis bifurcaciones y el puente hacia la luna ansiosa...