Caminaba despacio, mirando hacia la lejanía, con su alma perdida. Pisaba la tierra con fuerza, pero esa tierra se apiadaba de ella y con delicadeza besaba aquellos pies descalzos. Aquella mujer reía a carcajadas, mientras de sus ojos lágrimas brotaban. Su cara muy linda, sin nada de maquillaje, su pelo despeinado y sucio, mal vestida, oliendo a su dolor, a flores marchitas, a agua estancada por días. Y por eso todas las personas al verla le gritaban loca. Ella no reaccionaba, seguía su camino y no contestaba a aquel cruel insulto. Dentro de su alma palpitaba un corazón adolorido y limpio, aunque su exterior estuviera marchito. Todos le gritaban loca, pero nadie sabia la triste y dolorosa historia de aquella mujer que a algunos le daba pena y le daban una limosna, a otros les daba asco, pues pensaban que no solo era loca, si no que también por su aspecto físico, podía tener una enfermedad contagiosa. Todos la despreciaban, pero había alguien muy importante que la cuidaba y la protegía. Cansada de tanto caminar y con su estómago vacío, se acerco a una piedra grande que encontró en su camino y allí se sentó, mientras gritaba: "¡Dios mio, Dios mio! ¿Por qué te olvidaste de mi? ¿Qué hice para vivir este castigo? Su llanto lavaba su descompuesto rostro. Comenzó a gritar más fuerte mientras se agarraba con fuerza su cabeza y jalaba su cabellera. La gente que pasaba por allí la miraban con miedo, otros huían al oír aquel grito desgarrador. Aquella mujer comenzó a hablar silenciosamente, un poco calmada. "Lo lograste infeliz, me hundiste en el fango a pesar de que te amé y confié tanto en ti¡ahora soy un despojo humano!" ¿A que se refería aquella mujer, quién le destrozó la vida?.
"Papá él es un hombre bueno. Me ama y yo lo amo mucho también."
"No te conviene hija, es un hombre divorciado y estuvo en la cárcel."
"Papá, Milton no es malo. Dejó a su esposa porque ya no la amaba. Y si estuvo preso fue por una equivocación. Fue acusado de un delito que no cometió."
"No lo creo hija, todos los acusados de un crimen o delito dicen lo mismo, ¡yo no lo hice, soy inocente! Ese hombre no es para ti, abandonó a su esposa e hija, lo mismo hará contigo. Eres mi única hija y no quiero verte sufrir."
"Yo lo amo papá y no lo voy a dejar. Si no lo aceptas como mi novio, me fugare con él."
El padre enfurecido por lo que ella había dicho le pegó una bofetada. Era la primera vez que le pegaba. Siempre fue una niña consentida, la luz de sus ojos. Ana se acaricio su adolorida mejilla y dijo muy enojada: "¡No lo puedo creer papá, me has pegado! ¡Nunca lo habías echo! ¿Por qué papá, por qué? ¿Quieres convertirme en una vieja solterona?"
"Perdóname hija, pero me sacaste de mis cabales. ¿Cómo vas a decir una tontería como esa? De aquí tú sales casada y con un hombre bueno y honrado. Ese Milton nunca será tu esposo, así que olvídalo hija."
"¡Jamás, nunca lo dejaré papá! Milton será mi esposo, aunque tú no lo quieras."
"Escucha hija, eres mi vida, pero si insistes en seguir con ese delincuente, te vas para siempre de mi casa. Haz de cuenta que morí para ti. No quiero volver a verte, aunque te ame demasiado y se me rompa el corazón en mil pedazos."
Nunca pudo lograr convencer a su padre para que aceptara a su novio Milton. Termino abandonándolo y se fue a vivir con su gran amor. No fue una decisión fácil, pues adoraba a su padre. Pasó el tiempo y lo que parecía gloria se convirtió en infierno. Milton comenzó a cambiar cuando ella le anunció que iba a ser papá. No le gusto la noticia. Ya era padre de una niña, y no quería más responsabilidades. Un día sin decirle nada, recogió todas sus cosas y desapareció de su vida. Fue un golpe muy fuerte para Ana. Lo busco por cielo y tierra pero nunca lo pudo encontrar. Sufrió amargamente. No tenia dinero, estaba embarazada y su única familia era su padre. Fue donde él, pero llorando su papá la rechazó. Ana termino en la calle, abandonada por los dos seres que más amaba. Solo le quedaba aquel hijo que en su vientre se formaba. Pero el destino le jugó una mala pasada. Una tarde entró a una tienda a pedir algo de comer, tenía mucha hambre y se sentía débil. Aquel hombre, dueño de la tienda, sin ninguna compasión ni sentimiento, la empujó con fuerza a la calle y la llamó vagabunda. Ana cayó en aquel piso frío y no se pudo levantar. Sintió un horrible dolor en su vientre y comenzó a gritar y a llorar con desesperación. Un matrimonio que por allí pasaba se apiado de ella y llamaron una ambulancia. Estuvo tres días hospitalizada. perdió a su bebé. Su tristeza era enorme, se había quedado sola en la vida, había perdido aquel bebé que tanto anhelaba. Caminó, caminó acompañada del sol y del viento. Ya su vida no tenia sentido. Ya no tenía por quien vivir. Sin darse cuenta llegó a la casa de aquel hombre que la amo tanto, su padre. Tocó la puerta, nadie contestó, la empujó, adentro de la casa había un policía.
"¿Qué pasa aquí? ¿Dónde está mi padre?"
"¿Ese pobre hombre era su padre?" dijo el policía.
"No era, es mi padre. ¿Qué está pasando aquí?"
"Lo encontramos muerto. Unos vecinos nos avisaron. Tenia como dos días de muerto."
Salió corriendo como una loca. Corrió, corrió sin parar hasta que no pudo más, cayó rendida en una esquina cualquiera. Lloro de rabia, de dolor, de desesperación. "Mi viejito lindo, te abandone! ¡Yo te maté por dejarte solo y no escuchar tus consejos! ¡Siempre quisiste lo mejor para mi! ¡Moriste solo y me has dejado sola en la vida, ni un nieto te pude dar! ¡No merezco tu perdón, ya es muy tarde, ni merezco el perdón de Dios! ¡Fui mala hija, solo tú me amaste de verdad! ¡Te odio Milton, te odio con toda mi alma!"
Camina sin prisa, llueve, la acompaña la lluvia. Oscurece, la acompaña la oscuridad. Amanece, un día más en la vida de aquella mujer que no tiene a nadie en el mundo. No está loca, es la tristeza y la soledad que le han robado el deseo de vivir. Está furiosa con el destino, con el amor, con la humanidad. Llega a aquella casa vacía, allí fue feliz con su padre por muchos años. Ahora solo queda en aquel que una vez fue un hogar feliz, dos habitaciones vacías. Una de ellas, su habitación. Sentía una pena profunda que lastimaba su ya herido corazón. Se acuesta en aquel piso frío, no ha comido, no ha dormido. Solo espera que algún día venga del cielo su querido papá, para que se la lleve con él, y jamás volver a abandonarlo. Ana no es una loca. El dolor tan inmenso que siente, la soledad de su vida, la pérdida de su padre y de aquel hijo que con el alma esperaba, le han podrido el alma, el deseo de vivir una vida normal, y ya no puede asimilar lo que es estar en un mundo donde para ella no existe la paz, el amor, y la felicidad. Por eso Ana quiere subir al cielo a buscar a sus seres más queridos, su hijo y su adorado papá. Ella ha vivido un mal sueño, pero más que sueño, todo ha sido una horrible pesadilla, que le causa un dolor sin comparación.
Fin.
"No pisotees al caído, ayudalo a levantarse."