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El Legado de las Sombras

El Legado de las Sombras

Es extraño sabes, como estar en el lugar equivocado puede destruir tu mundo como lo conoces, pues eso me pasó a mi, nunca supe por que pero aquí estoy, escribiendo estas palabras.

Una noche, iba caminando por la calle, sin meterme con nadie, pensando en mi vida y decidí tomar un atajo por los callejones, torpe de mí, el ahorrarme unos minutos de camino me costó muy caro, en realidad no se como pasó, fue tan rápido, primero el ruido, fue la primera señal, después caí, vino el dolor, la agonía y finalmente la oscuridad. Puedes sentirla sabes, la vida, arrastrándose lejos de ti, y al mismo tiempo, puedes sentir los gélidos dedos de la muerte tocando tu cara, no se como me libré de la oscuridad, después vino una luz, y de pronto aparecí en la azotea de un rascacielos, todo vestido de negro y con una sensación de poder mas allá de lo que jamás pude haber imaginado.

Oí una voz atrás de mí, un extraño, vestido de negro, igual que yo, me saludó, me ofreció una disculpa, por matarme, me explicó quien era él y lo que ahora era yo, dijo pertenecer a un tipo de culto de la oscuridad, La Hermandad de las Sombras, y me explicó su importante labor. Esta orden se dedica a cazar a los demonios que se logran escapar a nuestro mundo, a hacer el trabajo que la luz no puede hacer. Primero pensé que estaba en un sueño, pero me di cuenta de que era muy real. Después de la explicación de este sujeto supe como me mató, un disparo desviado, pero no era un proyectil común, no era una bala o una flecha o un dardo, no, era algo sobrenatural, algo usado para cazar demonios, los intrusos, asesinos y usurpadores de lo bueno que ha dejado la humanidad de este mundo, esa lanza hecha de sombras, capaz de ser guardada en el cuerpo de su portador.
Mi situación era simple en cuestiones de elección, podía deambular en un cuerpo etéreo, sin vida y sin muerte, o dedicar mi vida a esta noble labor, libre de las ataduras de este mundo.
Este tipo me dio su nombre, o al menos su alias, Ragash lo llamaban, y por ser mi asesino se había transformado en mi tutor, tenía como deber primario instruirme en las finas artes de la oscuridad y las sombras, a vivir en ellas y a dejarlas vivir en mi, a ser uno con ellas y poder honrar al culto al que ahora servía.
El secreto de todo mi poder era simplemente dejarlo fluir, lo hice, y de pronto me encontraba en mi casa, en mi cuarto, justo donde quería estar, aunque eso era solo una muestra de lo que podía lograr con la práctica.
Si existe un momento inolvidable para un Cazador es su primera presa, el asqueroso ser que cae gracias a ti por primera vez, y gracias al cual te dan tu primer rango, no existe rango alguno que me pudieran dar por todas mis presas.
Pero retomando el tema, mi primera cacería fue en un campo abierto, el único signo que un demonio no puede ocultar son sus cuernos, dos grandes cuernos de chivo saliendo de su frente, el único signo que marca a nuestras presas. Correr a la luz de la luna llena al lado de mi tutor, sintiendo el miedo esa inmundicia mientras huía de nosotros. Esos seres pueden ser lo que gustes, menos tontos, ese simple demonio que perseguíamos esa noche nos tendió una trampa, un campamento de demonios estaba en las afueras, y cuando menos lo esperábamos estaban por todos lados. El equipo de cacería que portamos es simple, una daga de plata en una empuñadura de plomo, tallada con runas que en ese momento no podía comprender. Sin mi maestro no estaría contándoles esto, él salvo la situación con astucia y valor, sin mencionar la lanza oscura que llevaba en la mano, la cual hacía temblar a los demonios cada vez que mi maestro arremetía con ella, y que me hacía temblar a mí también, porque de alguna manera el recuerdo de ese dolor continuaba perturbando mi espíritu. Fue en ese momento que comenzaron a usar sus armas, me aterré cuando comenzaron a lanzar fuego de las manos, siempre guardando su distancia, hasta que uno me atacó. El demonio que perseguíamos al principio saltó y me derribó, quería ahorcarme, tenía una fuerza increíble, pero entonces me di cuenta de que yo tenía una fuerza mayor, lo hice volar y saqué la daga que yacía envainada en la parte trasera de mi cinturón, comencé a blandirla contra mis enemigos como si fuera un maestro en esa arte, siendo que jamás había tocado antes un arma de ese tipo.
Aquella noche fui ascendido a un estado alto entre los míos, pues siete demonios cayeron por mi mano esa noche, y el mundo, por unos instantes fue un lugar mejor.

No podría relatarles todas las hazañas que mi orden ha realizado, no me está permitido, aunque ahora que lo pienso, nada de esto lo está, seguramente me degradarán por esto, pero vale la pena, es necesario, la humanidad debe saber, porque me he dado cuenta de cómo miran las sombras, a la noche, siempre con ese temor a lo desconocido que los acecha sin piedad. Créanme, ahora las sombras están limpias, ya no hay nada que temer.
Hay una lección que quiero que aprendan con este relato de algunas de mis acciones, la oscuridad no es mala, solo es, y no todo lo que mora en la oscuridad sirve al enemigo.

Pero finalmente llegó nuestra hora, limpiamos este mundo y encontramos un nuevo sello, el cual mantendrá a los demonios lejos por un tiempo, pero siempre encuentran una forma de salir, entonces, los que son como yo volverán.
Después de mi espera por fin encontraré el descanso y la paz que merezco.
La calma después de la tormenta nos es entregada y caminaremos a la luz, las sombras estarán inhabitadas, pero cuando nos necesiten cumpliremos la labor, y lucharemos con daga, lanza y sombra para proteger a la humanidad.

Deben estarse preguntando cual es el Legado de las Sombras, lo que nosotros les dejamos es un futuro, para todos, si es bueno o malo, eso depende de ustedes.
Datos del Cuento
  • Autor: Marius
  • Código: 8757
  • Fecha: 02-05-2004
  • Categoría: Terror
  • Media: 6.05
  • Votos: 41
  • Envios: 5
  • Lecturas: 4554
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Brissia magdalena Domínguez
invitado-Brissia magdalena Domínguez 06-05-2004 00:00:00

me gusto, no es de miedo, pero es bueno pensar que alguien esta encargado de cuidar nuestra vida y que conservamos nuestro libre albedrio para decidir nuestro futuro.

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