José María pensó que los rituales extraños de Doña Feliciana su vecina eran propios de religiones o sectas fóraneas multinacionales que tanto proliferaban.
Todos los miércoles a las tres de la mañana,a pesar del grosor de las antiguas paredes que lo separaban de la habitación de la vecina,no podía dejar de escuchar el tumtum de un tamborcillo que le traía además recuerdos de infancia.Mientras sonaba el instrumento escuchaba a la mujer invocando en difícil y desconocido lenguaje lo que él suponía a un espíritu atrapado en su estancia.
José María que era un hombre solitario,de pocas palabras , de vestimentas siempre oscuras y de antiparras con monturas de carey tenía cara de buho,manos de gorrión y barriga de buda que casi le hacía perder el equilibrio.Era ni más ni menos que un personaje extraño con vecina extraña.
El jueves santo cuando la procesión pasaba enfrente de su casa y percatándose que su vecina,también solitaria,salía en busca de la procesión, decidió penetrar en su casa aprovechando que siempre la mujer dejaba la puerta entreabierta.
La sala de su vecina estaba decorada con una enorme lampara que tenía ciento veinte candelas ennegrecidas o fundidas por usos antiguos,un perchero adornado con cabezas de gatos en estado taxidermico y sobre la mesa, decorada con flores plásticas ,había un tamborcillo que no era ni más ni menos que el que le procuraba sus desvelos.
A pesar de la incomodidad que le asaltaba de irrumpir en propiedad ajena tomo el tambor y con los palillos de madera de ebano lo tocó tímidamente para cerciorarse que era el tamborcillo que buscaba.Cuando observó el revés del instrumento halló pegada la foto sepia y deteriorada por humedades de un niño.Era la foto del niño exactamente igual a la foto que su madre le tomó cuando él tenía cinco años.
!Caramba!-se dijo.!Que sentimiento tan extraño me asalta!.Es como si fuese yo mismo-se dijo.
La foto tenía escrita por detrás una dificil e ininteligible leyenda que era justamente la que pronunciaba su vecina los miércoles a las tres de la madrugada.
Salió de la casa sin hacer ruidos porque la procesión se disolvía varias calles arriba.
Cuando entró a su casa halló al niño de la foto del tamborcillo sentado en la silla de tijeras que tenía a la entrada de la sala.Sintió que el sudor proveniente del miedo que le atenazaba,le escurría pegagosamente por las mejillas.Se quitó las antiparras y su rostro de buho pareció a la de un muerto.El niño le miró y soltó una oscura carcajada, que inundó los espacios al tiempo que hacía sonar su tamborcillo.
El corazón se le detuvo y a pesar de que sentía deseos de estar muerto no se moría y escuchaba que el tumtum del tambor no era ni más ni menos que el de su propio corazón.
Cuando despertó se halló con el sol penetrando la estancia y alcanzó a escuchar el coro de niños que cantaban "Mambrú se fue a la guerra."
Lo q teneis q hacer los miqernuenos es salir mas a menudo de Menorca, QUE BUENA FALTA OS HACE! sisi, las playas son muy bonitas y los caballitos en las fiestas tambien, pero aun asi no es bueno CERRARSE en un mundo tan pequef1o y aislado como Menorca, por muy bonitas q sean sus playas y los caballitos en las fiestas, SALID DE ALLI! ABRID VUESTRA MENTE UN POCO ANDA!!! QUE BUENA FALTA OS HACE!! y dejad las historias para cuando hableis con gente q no conoce realmente Menorca, o sea, turistas