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La extraña visita

Salí temprano del trabajo... Tenía un compromiso familiar. Ya estaba por prender el auto cuando vino un hombre con una botella de vino bajo los brazos, queriendo saludarme. Lo miré bien y pensé que se trataba de un amigo que hacía años que no veía, por la única razón que hacía mas de quince años que pensé que estaba muerto...

Mi primera reacción fue la de creer que era una persona muy parecida a mi amigo, pues los años habían cincelado sus carnes haciéndole verse mas autentico que antes... Luego supuse que era un error, que estaba alucinando, pero al ver que este personaje se puso al lado de mi ventana y pronunciar mi nombre, y sobre todo, ver sus mismos ojos, los mismos que goce hacía tantos años atrás, tuve que reconocer que mi amigo estaba mas vivo que yo, y que todas aquellas noticias de su muerte no fueron mas que un grave mal entendido.

Nos abrazamos, y luego, olvidando mi cita familiar, fui con él hacia un bar cercano al trabajo. Entramos, pedimos dos copas y un poco de queso y hablamos y hablamos por horas y horas, hasta que el dueño del bar tuvo que pedirnos que saliéramos de su local pues ya era la hora del cierre. Salimos casi ebrios y le dije a mi amigo que lo llevaría al lugar en donde dormía. No tengo un lugar donde dormir, me dijo. Le pregunté de sus padres, esposa, hermanos, y él me dijo que era mejor no ir, pues cuando fue a visitarlos ellos no pudieron reconocerle, es más, no lo deseaban... ya habían hechos sus vidas, y no era bueno desenterrar a los muertos.

Subimos a mi auto y le dije que lo llevaría a un hotel y que si él no tenía dinero yo le pagaría su estadía hasta que encontrara una nueva vida. Pero él me dijo que no, pues ya tenía otra vida y era muy hermosa. Me contó que tenía una esposa y cinco hijos, que conoció en otro país, y es allí en donde él iba a volver. Le pregunté si algún día volvería y me dijo que jamás, pero que su largo viaje había tenido sentido tan solo por mí, pues había encontrado lo que en verdad buscaba, despedirse de un verdadero amigo, de mí...

Lo dejé en su hotel, y lo vi entrar. Luego fui a mi casa en donde encontré a todos mis familiares que extrañados por mi ausencia, habían decidido irme a buscar a través de la policía. Pero todo volvió a la calma cuando les dije que me había encontrado con un viejo amigo que había estado muerto... ¡Para qué dije esto! Todos quedaron en silencio, mi esposa me dijo si estaba ebrio, mis hermanos me miraron y me sentí como si yo fuera un fantasma... ¿Qué les pasa?, les dije. Y todos empezaron a reír, pues pensaban que era una broma. Para no dar más problemas, dejé a mi amigo bien muerto para aprovechar la reunión con mis familiares...

A la mañana siguiente, antes de ir a mi trabajo, fui al hotel de mi amigo, pero no lo encontré. Pregunté por él al recepcionista y me dijo que no sabía de quién estaba hablando, pues su turno era diurno y empezaba muy temprano. Pensé que quizás mi amigo se había anotado con otro nombre y le pedí si podía verificar si una persona se había registrado a la media noche del día anterior. Revisamos los libros y vi algo que me llamó la atención, pues vi que mi nombre y apellido estaban escritos en el libro. Me fijé en la firma y vi que era igual a la mía. No puede ser, no puede ser..., pensé.

Salí del hotel y fui hacia mi trabajo y cuando traté de entrar a mi auto vi que no estaba, o sea, se lo habían robado. Angustiado por aquella desgracia y aquellos sentimientos extraños busqué un auto que me llevara al trabajo, pero por desgracia ningún auto quiso parar... Tuve que caminar hasta llegar al taller, y cuando estuve en el umbral, vi a mi amigo sentado en la misma silla en donde yo atendía a todos mis clientes durante más de quince años... Iba a gritarle pero cuando vi que mis clientes, y luego uno de mis hermanos entraban, saludándole como si fuera yo, quedé pálido... Me detuve, y no supe qué hacer ni qué decir.

Tímidamente, y con un frío en el alma, me les acerqué, y cuando quise hablar, de mi boca brotó la aguardentosa voz de un borracho... Todos mis clientes y familiares me miraron con desprecio. Me iban a echar, pero mi amigo empezó a acercárseme, llevaba algo en las manos. Cuando estuvo frente a mí, me miró a los ojos y pude sentir que era el viejo amigo que la noche anterior había tomado unas copas con él. Tocó mi cabeza y con gran bondad me entregó unas monedas... Anda compadre, valla a su casa y descanse, me dijo; pero yo no recordaba más que la vida que él me había robado, y nada más...

Con gran pesar, me di media vuelta y con las monedas en la mano fui al primer bar que encontré, y mientras tomaba, empecé a recordar una extraña vida, en otro país, con cinco hijos y con toda una lejana familia que deseaba verme muerto...




San isidro, octubre del 2005
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 15646
  • Fecha: 11-10-2005
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 6.18
  • Votos: 49
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2063
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
sigri
invitado-sigri 12-10-2005 00:00:00

un relato muy bueno que deja pensando, mis saludos

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