Mi vida siempre ha sido muy especial, en todos los sentidos, he visto, he oido y he sentido cosas demasiado temprano haciendo que mi sensibilidad se agudizase cruelmente... curiosamente, todas las experiencias fuertes las he vivido junto a mi padre, mi gran maestro, aunque él no pretendió nunca enseñarme, lo hizo como no lo ha hecho todavía ningún profesor. Pero también me ha hecho sufrir, llorar amargamente desde las más tierna infancia y cernir sobre mis entrañas una fuerte coraza, con lo cual hoy en día es dificil hacerme reir o llorar.
Actualmente, vivo con mi madre, y mi vida se puede considerar una vida normal para una adolescente de 15 años, aunque todavía de vez en cuando al mirar hacía el pasado no puedo evitar sentir una sensación de impotencia y profunda tristeza, pero no sin una chispa de euforia, ya que todo lo que me ha entristecido tambien me ha hecho fuerte, por eso pregunto: Debemos mirar atrás? Es necesario recordar experiencias angustiosas para valorar la estabilidad que tenemos? La respuesta nunca la hallaremos, hay quien prefiere no recordar y otras personas viven lamiendose las heridas etérnamente.