¿Donde estoy?¿qué es este lugar tan extraño?¿por qué el cielo está tan negro?¿dónde están las estrellas?
No hay nada, no puedo ver nada. Está todo tan oscuro, tan negro, tan tétrico. Pero... ¿es eso?... ¿acaso veo... una luz? Está muy lejos, pero creo que es una luz. Si, estoy seguro que la veo. Caminaré hacia la luz. Con mucho cuidado, debo ir despacio. Debo seguir mis instintos. Ya he caminado mucho y todavía esta muy lejos, debo tomar un descanso.
Tengo que continuar. ¡Eso es!, ya está muy cerca. Por fin he llegado. Ahora veo por que estaba tan oscuro: era una cueva.
Creo que estoy en un bosque, hay árboles por todas partes. Todavía no es de noche, pero tal parece que pronto oscurecerá. Debo seguir mi camino.
Este bosque se me hace interminable, he caminado tanto que ya me duelen los pies. Ahora la noche ha caído por completo pero, por suerte, hay un tenue reflejo de luz por todo el bosque. Pero, ¿qué es eso?¿acaso escucho el sonido de un río? Seguiré caminando hasta encontrar de donde proviene ese sonido.
Puedo verlo: es un río. Creo que me acercaré a beber un poco de agua. Pero... ¿qué...?¿qué es lo que sucede?. El agua del río tiene un matiz rojizo, más bien como ocre, como... sangre. Ahora puedo ver el cielo: es gris y oscuro y sombrío y tétrico y las nubes son color naranja, pero en un tono extraño, más bien siniestro.
¿Qué es ese olor tan extraño? Huele como amapola, huele como a... opio. Los árboles… no son árboles sino amapolas gigantes. Debo salir de aquí, debo salir corriendo. Correré por la ribera del río.
¿Qué es esto? Parece ser un estanque… de sangre. Parece ser que de aquí proviene la sangre que corre en el río. ¿Es esto… una mano? Si, es una mano gigante.
¿Qué es lo que sucede? Siento que me elevo. Si, estoy volando. ¿Qué…? ¡No puede ser!, esa mano… hay un cuerpo gigante con las venas rotas, de allí proviene la sangre que forma el río. Pero… ese cuerpo… ese cuerpo… me es conocido.
—Lo ves siempre que te miras al espejo.
— ¿Quién…?
— ¡Cállate y escucha! Tanto deseabas que el opio te ayudase a descansar que ahora, gracias a la locura de sus efectos, tu cuerpo dejará de sufrir, pero… tu alma…Ven conmigo.
— ¿Quién eres?
—Sólo…ven conmigo...
¿Donde estoy?... Ese si que fue un sueño muy extraño. Pero… esta no es mi habitación. Que olor más espantoso, ya no lo soporto. ¡Quiero salir! ¡Ya no lo soporto! Me ahogo en este humo… en este humo de… opio.
Bune relato de atmosfera infernal...pareciera una de las tantas "allucinations" de Quincey... Si lo piensas los grandes eran incesantes consumidores del Papaver somniferum... Placer y tormento... Pero si lo piensas todos tambien terminan huyendo de sus fauces... Baudelaire Quincey incluso Dickens o el mismo Neruda... Terminan siempre prefiriendo la cordura... Yo prefiero a los que mueren en la linea... como Morrison precisamente, como Lorca, como Kurt, como Rimbaud... Malditos sean los sueños y Bendita la locura...