Miro la pieza, de elegante parada, mirada celosa que escruta todo el panorama a su alrededor, su cuerpo irradia vida, y esa es la vida en cuya búsqueda me lanzo, primero busco la dirección del viento, no debe sentir mi olor, o habré perdido mi tiempo, allá a algunos metros de mi me esperan 3 bocas hambrientas, así que no puedo fallar. El viento hoy no me es adverso, y el alto follaje oculta bien con su color muy parecido a mi pelaje mi terrible presencia. Camino agazapado sobre mi barriga, mis garras salen amenazadoras de entre mis dedos, y mi pelaje se eriza en mi nuca indicando que estoy listo para el acto supremo para el que fui creado.
Cazo solo, quizás porque estoy viejo, antes lo hacia con mis hermanos, pero cada uno de ellos abrió su camino separándose de mi, ahora tengo una nueva familia, hijos, ellos son el motivo máximo, ellos son mi inspiración, por ellos debo quitar una vida inocente quizás, pero necesaria.
La presa pace nerviosa, no me ha visto, pero sabe que está en mi territorio, me imagino que se encomienda al padre mayor de su especie, o a algún otro espíritu. Es bueno que haga eso, porque su suerte está echada. Ya estoy cerca, lo suficiente para iniciar la que puede ser su ultima carrera.
Comienza el juego
Hay elegancia en su correr
Hay elegancia en el mío
No hay ruido, no hay nada, solo una gacela asustada y yo, y la carrera por la vida. Mi garra se incrusta en su bella anca, su pata se dobla crujiendo de forma grotesca, cae en medio de una nube de polvo.
Silencio
Muerdo su cuello, siento el manar de su sangre vivificadora, sostengo mi mordida, aunque se que ya no podrá irse.
Ahora como con avidez, primero la grasa que me dará energías, luego las entrañas que regurgitaré en mi madriguera, para que mis retoños puedan degustar su porción del día de hoy. Atrás buitres y hienas se disputan los despojos, vida por vida, necesaria muerte para la supervivencia de otros, aunque en algún lugar debe haber un retoño esperando el regreso de un ser querido que ya nunca volverá