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Desde lejos

Desde lejos veo acercarse nubes oscuras que prometen lluvia. Dejando descansar la vista en la lejanía, dejando que el viento frío me despeje la cara, me pongo (¿cómo evitarlo?) a pensar. Me gusta la lluvia... aunque voy a concretar: me gusta el olor que deja la lluvia. Es una mezcla del ozono cuando hay tormenta, la tierra mojada, el asfalto mojado. Así puedo ver el lado bueno de que llueva, esté en la ciudad o en el campo.

No recuerdo haber dicho aún que cuando me pongo a pensar, paso por muchos sitios sin quedarme en ninguno. Cogen más velocidad de la que puedo seguir, y me pierdo en los pensamientos. A veces tengo suerte y muchos están cerca unos de otros, y aunque se desplacen muy rápido, como están cerca puedo llegar a verlos, como un barullo si no como un conjunto más o menos definido de unidades. Pero otras veces, cada pensamiento está a mil jodidas millas de los demás. Y a la velocidad que van, sólo puedo verlos desde lejos.

Hoy parece que están más o menos concentrados. Dentro de lo concentrados que los puedo tener, hay mucho espacio y la densidad de población de los pensamientos es muy baja. Entonces pienso en una gran llanura, una llanura inmensa, en la que, ni siquiera a la velocidad de mis pensamientos, logro ver el final. Y si lo veo, es sólo desde lejos.

Viajando por la llanura, muy de vez en cuando, aparece un pensamiento. Tal vez dos. No podría definirlos ahora mismo, no los imagino como personas, ni como casas, ni como cajitas negras, ni como puntos de un mapa (me gustan los mapas). Es... no sé si tú que me lees ahora sabes (has experimentado) qué es la miopía. Un miope ve borroso, tanto más cuanto más alejados estén los objetos en los que pretende fijar su mirada. Pues bien, estos pensamientos serían objetos pequeños, que a priori no sabes qué forma tienen, vistos así, desde lejos. ¿Qué forma tendría un bastón con dos bultos? ¿Se vería sólo uno? ¿Sería un bastón sin bultos? ¿Bultos sin bastón? ¿Y si le doy la vue...?

Desde lejos me distrae un ruido. Como estaba de viaje por esa llanura, no lo identifico. ¿Qué más me da? Me ha sacado de mi introspección. He perdido el hilo. No importa, viajando deprisa se llega en un momento. Además, realmente estaba dando un rodeo por la llanura para llegar a los pensamientos, que se han juntado en algún sitio. En el fondo, son pensamientos sociables: les gusta relacionarse unos con otros. Sobre todo si tienen cosas que contarse entre ellos. Es lo suyo, ¿no? Como tienen cosas en común, se juntan.

Vuelvo a la llanura. Esta vez no doy rodeos y me acerco directamente a mis pensamientos (por muy grande que sea la llanura, y muy distantes que se encuentren los pensamientos, siguen siendo míos, por lo que sé dónde están). Allí están, desde lejos se oye el murmullo que levantan cuando se juntan. Será que tienen algo que contarse.

Vaya. Son pensamientos de ella. Bueno, no de ella, que son míos. Sobre ella. Tal vez por esta razón estaba dando antes el rodeo por la llanura, sin decidirme realmente a encontrar mis pensamientos reunidos. Será un tema interesante en que pensar en otro momento con más detenimiento (sé que en alguna parte de la llanura, algunos pensamientos sobre este tema están reuniéndose ahora mismo, aunque no me centro en ellos. ¡Se mueven tan rápido!), pero ahora procuro atender a la reunión que me ocupa. Entro en la reunión de pensamientos. Varios hablan a la vez. Que si por qué es tan difícil organizar una reunión con sus pensamientos, que si algo no me cuadra, que si igual he hecho algo mal y no me he dado cuenta (no se han reunido suficientes pensamientos para discutirlo profundamente), que si podemos (nosotros, los pensamientos) influir en esos otros desordenados, los sentimientos, que si es lógico estar tan alterado... empieza a subir el volumen de la reunión, hasta que deja de ser inteligible, como una multitud a la que se intenta escuchar desde lejos.

Tengo que desviar la vista de las nubes, centrarme en otra cosa, o la reunión me dejará... ¿sordo?. Otra vez, empiezo a pensar y me saturo. Es lo malo de que vayan tan rápido: no necesitan ni un segundo para colarse donde sea, ya sea desde cerca o desde lejos. Bueno, es más grave cuando empiezo a pensar en ella. Se reúnen más. Al menos sé que se reúnen por ella, porque poco más saco en claro. Y no digamos cuando estoy con ella. Se juntan con los que aparecen para procesar la nueva información, y hacen aún más ruido. Me saturo, me distraigo y empiezo otra vez.

No sé si por suerte o por desgracia (no voy a entrar ahora en esta discusión, o volveré a perderme), ahora la veo a ella...
desde lejos.
Datos del Cuento
  • Autor: Orión
  • Código: 7639
  • Fecha: 11-03-2004
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.14
  • Votos: 57
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3682
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
lolaitor
invitado-lolaitor 26-11-2004 00:00:00

Profundo, intenso, tan lejano y tan cercano a la vez... Mucha calidad y muy personal. Muy bueno!!!!

camporusa
invitado-camporusa 26-11-2004 00:00:00

Cuando algo está lejos, no se puede tocar. Los pensamientos están ahí a esa distancia que nos permite escucharlos van y vienen se juntan, pero siempre hay un pensamiento que domina . . . aguien a quien en ese lejano pensamiento acercamos.

Propropro
invitado-Propropro 11-03-2004 00:00:00

Un relato que no deja indiferente, distinto a todo lo que había leido hasta ahora. Muy curioso.

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