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Diario de un adios

Diario 8 de Diciembre

Quedan nueve días.

Ya hace bastante tiempo que lo asumí, pero ahora más que nunca no es un tópico el nada es eterno. Se que uno de los epítetos de hombre es mortal y lo acepto.

No ha sido difícil aceptarlo, simplemente has de dejar de pensar en ello. Pero no asumirlo... ¡Es imposible asumirlo!
He intentado no pesar, no hablar de eso. No soportaría la lástima de los demás; la hipocresía de las miradas de pena de esos a los que no les importas nada, de aquellos que creíste conocer pero que en realidad son los verdaderos desconocidos.
El amigo es aquel que un día u otro te fallará y te hará sufrir. Y cuanto mayor sea la amistad, mayor será el dolor que te ha de causar. La utopía del verdadero amigo es posible en raras ocasiones, será por eso, por ser una utopía. Muchas veces el encontrar a alguien con quien compartir un silencio se puede convertir en una quimera imposible.
Este fue mi caso. Siempre he necesitado a alguien con quien compartir... a alguien con quien hablar y que me escuchara, no tan sólo que me aguantara el rollo. Me he pasado la vida buscando lo que no he encontrado. He hecho amigos, buenos amigos; y también los he perdido; he encontrado "amor!" por llamarlo así, pero no era lo que yo buscaba.

Ahora, quizás solo, será más fácil reflexionar sobre lo que he sido en mi vida, al menos, lo que he vivido de ella. Tal vez no hice bien en dejarlo todo y a todos, pero la verdad es que ahora ya da igual. Sería difícil volver... y realmente no quiero volver. Me queda poco y no tengo tiempo para dar marcha atrás. Resulta difícil aprender a morir, pero es más sencillo cuando te das cuenta que, verdaderamente, nunca has vivido.





Diario 9 de Diciembre

Quedan ocho días

"La muerte no es espanto, es alivio tan sólo".
C.J.Cela.

Sé que no debería, pero no puedo dejar de pensar en ello. La muerte... ¿qué es la muerte?...¿qué se siente al morir?...¿qué es dejar de pensar y de sentir?...no puedo llegar a comprenderlo.

Mañana entraré en la última semana y la verdad es que empiezo a tener miedo. Anoche soñé con ella. Me vi encerrado en una especie de cajón. Sobre mi una pequeña ventana de cristal por la que se veía la sala donde estaba y por donde la gente me miraba.
Yo no conocía a nadie. Había personas llorando, personas que no había visto en mi vida. La habitación estaba a media luz y había un tenue reflejo que se clavaba sobre mi rostro. De repente ya no estaba en la habitación, ahora estaba dentro de una fosa. Fuera seguía habiendo más personas que me miraban, pero estas no lloraban, todos se reían y me miraban señalándome con el dedo.
Entonces algo golpeó sobre la caja. Yo no sabía que pasaba y mi corazón se aceleraba como motor viejo, a punto de reventar. El aire comenzaba a faltarme. Los golpes pasaron a ser sobre la ventana y entonces lo vi... era arena... ¡ Me estaban enterrando vivo!...
Yo comencé a gritar y a golpear con todas mis fuerzas sobre el cristal. Cuando el cristal se rompió, cientos de pequeños pedacitos cayeron clavándose en mi cara. Gritaba y mi voz no se oía, sentía como si un cristal se hubiera clavado en ella y no me dejara hablar. Entonces comenzó a caerme tierra sobre la cara y ni tan siquiera podía mover las manos para limpiarla de mi rostro... estaba paralizado... sólo mis labios y mis ojos se movían. Pero no podía gritar y fuera ya no había nadie que me viera.
La arena me cegaba y comenzaba a entrarme por la boca. La caja se había llenado de tierra que me tapaba el cuerpo y me estaba tapando la cara. No podía abrir los párpados... no podía respirar... me estaba ahogando. Me moría y no podía hacer nada.
Desperté temblando sobre la cama. Estaba empapado en sudor y no me quedaban fuerzas ni para mover la mano.
Tuve miedo, mucho miedo y no quiero volver a pasar por eso. No sé que haré esta noche pero no pienso volver a soñar. Si eso es morir, yo no quiero morir quiero seguir viviendo.

Ya sólo quedan ocho días. Se me va el tiempo y no puedo detenerlo. Se me escapa la vida como si en mi se abriera un grifo y no puedo hacer nada para cerrarlo. Me estoy yendo poco a poco... me estoy muriendo.


Diario 10 de Diciembre

Quedan siete días.

Cierra los ojos
y déjame susurrar en tus oídos.
Déjame llenarlos de sonidos y silencios,
de palabras que nunca te he dicho.

Déjame amarte con la voz,
desnudar tu alma con un gemido.
Sentir como estalla la piel
cuando tu pecho está junto al mío.

Hazme notar el tacto de tu voz
recorriendo mi cuerpo.
Y en la punta de mis labios
el salado de tu sudor,
y en el cuello el calor de tu aliento.

Quiero tenerte tan junto a mí
que ni el aire pueda pasar entre los dos.
Quiero amarrarte con mis brazos
y saber que hoy
el tiempo se nos paró en un reloj.
No amanecerá jamás
si esta noche te quedas conmigo
si esta noche nos amamos tu y yo.

Siempre me gustó escribir poesía. Quizás si alguien leyera mis poesías podría pensar que he vivido amores y desengaños, pero la verdad es que nunca he tenido el amor que he buscado. Nunca un amor de verdad, ese que tantas y tantas veces soñé. Muchos de mis poemas están dedicados a algo o a alguien que no he conseguido. Hubieron personas importantes en mi vida, personas que no estuvieron jamás al alcance de mi mano. Fueron los sueños que me acompañaban cada noche. Fueron historias que se grabaron en mi mente.

Allí la amé, la quise como no se podrá querer a nadie. Tantas veces la amé en silencio. Dentro de mí fue creciendo una llama de una chispa de luz que me dieron sus ojos. Y cuando me quise dar cuenta ya estaba abrasándome...

“Reparó la mariposa, como siempre revoloteando alrededor de la llama. Claridad tan viva que la ciega y sin saber por qué dentro de ella se quiere meter. Que hará chamuscar sus alas cuando encandilada se acerque y caiga dolorida y quemada. Si sale, a veces, con vida, no saldrá nunca escarmentada, el placer que ciega sus ojos llenos de deseo, no le deja sentir el escozor de sus heridas y si mártir de la belleza su vida acaba ¡que vale!... aunque tenga su muerte segura, cercando lo hermoso morirá”

Así quemé mi corazón, mi alma y mi vida. Todo lo que he escrito han sido desengaños, que es todo lo que he conseguido de la vida.
Noches en vela... tardes enteras tirado sobre la cama, apretando contra mí la almohada. Intentando cerrar los ojos para poder volver a verla... Era amor. Era un millón de cosas insignificantes, de momentos compartidos, aunque sólo los compartiera mi mente.

Me enamoré y siempre me ha herido el amor. Pero como dejar de soñar con el brillo de unos ojos que te miran y se te clavan... que están fundiéndote el alma. Como dejar de soñar con el calor de un cuerpo junto al tuyo, de sus manos en las mías, de unos labios sobre mis labios. Caricias, besos y sonrisas que se escribieron en mi corazón y que no pueden borrarse. Es tan bonito soñar y tan duro tener que despertar y aceptar que no ha sido más que un sueño.

Es algo que echaré de menos. Dentro de una semana borraré todos esos recuerdos que tanto tiempo he guardado. Lo dejaré todo y me iré, como ya hice una vez. ¿Donde?...no lo sé. No sé que me espera allí. Desde el vacío de estas cuatro paredes no puedo ver mas que el patio que hay tras de mi ventana.

Recuerdo cuando era tan pequeño que tenía que empinarme para llegar a la que había en mi habitación. En ese tiempo si que fui feliz y no supe disfrutar lo bastante. Jugaba todo el día, no me preocupaba nada, ni que pensaba la gente ni que debía o no debía hacer.
Luego llegaba a casa y allí estaba mi madre con todo preparado para que no me faltara de nada. Que añoranza la de ser niño. Después vas creciendo y lo vas perdiendo todo, y lo que no pierdes te lo quitan.
Comienzas a estudiar y cuando te has querido dar cuenta estas en el instituto y hay que apretar cada vez más. Llegan los veranos, tiempo para descansar, si no tienes nada colgado. Los amigos de siempre ya no están nunca, tienen algo que hacer y tu comienzas a trabajar para seguir estudiando. Pasan los años y sigues igual, tu carrera en invierno y tu trabajo en verano... ¿Cuándo disfrutas la vida?...¿Cuándo eras tan pequeño que no sabías que hacías ni que te esperaba?...¿Cuándo acabes de estudiar y tengas que trabajar para vivir?...Está claro que podrás vivir cuando tengas la edad de jubilarte...
Pero eso conmigo no iba. Yo necesitaba vivir la vida antes de ser un muerto andante. Quise vivir, pero la sociedad no acepta a quienes se salen de la... asquerosa rutina. Y aquí estoy conectado a una maquina que apagarán dentro de siete días, pudriéndome como un vegetal. Hasta mi cerebro apenas es capaz de pensar y a veces me olvido de como me llamo. Soy algo que no interesa. Alguien que intentó huir de la hipócrita sociedad, pero ella no me dejó, me atrapó, juzgó y condenó... Mi pena es la muerte y los cargos, ser quien soy e intentar vivir demasiado.




Diario 11 de Diciembre

Quedan seis días.

Apagado, apático y amargo... melancólico aburrido y triste... insoportablemente solo, desolado e infeliz. En este estado sólo soy un pesimista intolerante, malhumorado.
Me siento inútil, desunido, afligido, enojado y conflictivo; desconfiado conmigo mismo y con todos, desconsolado, cansado y abatido.
Soy un estúpido fracasado, torpe e insociable. Frío como un témpano de hielo que está temblando inseguro por que tiene miedo al dolor. Soy un cúmulo de incertidumbres, con el rostro embriagado de sentimientos. Una sombra fugaz que intenta escapar del día refugiándose en la oscuridad de la noche. Y acabará en cualquier esquina llorando borracho de dolor, de ese dolor al que tengo tanto miedo.

Una triste luz entra por mi ventana y refleja sobre mi cara el melancólico brillo de la luna. Creo que estoy llorando. Una gota fría cae por mi mejilla mojando mi almohada. Esta noche me llora el alma y sus lágrimas resbalan por mi cara.
Me he encerrado en mi mismo. Intento hacer creer a los demás que no siento nada, pero estoy muriendo y me duele. A veces la amargura de estar así se convierte en rabia e intransigencia hacia los demás, esos que tienen la culpa de que ahora esté en este estado.

He sido esclavo mucho tiempo. Fui esclavo de una sociedad que no me dejaba ejercer mi derecho a ser yo mismo. Quise ser tratado con respeto, tener mis propios sentimientos y opiniones, y expresarlos. Pero no me oyeron o se rieron de mí. Quise ser escuchado, decir lo que más me importa, pedir lo que quiero. Pero ante mí sólo vi espaldas y negativas. Quise tener control de mi propio cuerpo. Tener responsabilidad de mis elecciones y actos, de mis sentimientos y mis pensamientos. No ser guiado y empujado por aquellos que no saben ni quien soy ni cuales son mis problemas. Quise tener intimidad y que nadie me la robara. Cometer errores y aprender de ellos.
Pero no... tenían que dirigirme, decirme que tenía que hacer o que decir... y yo no aguanté... debía huir. Buscaba un horizonte en el que se viera solo la distancia que se eleva en el espacio con su cóncava infinitud; y no veía más que edificios con tejados filosos y mil ojos que me miraban desde cada ventana. Era esclavo en una cárcel que devoraba mi ilusión.
Burlé a los mil ojos que me vigilaban y escapé, dejando atrás a ese vulgar público que desperdicia su vida mirando a los demás y reflejando en si mismos lo que ven. Pero es imposible huir cuando eres una gota blanca en medio de un estanque de aguas sucias. Y caí como un pájaro cansado que no encontró rama donde posarse y se hundió en mitad del mar.



Diario 12 de Diciembre

Quedan cinco días.

Hoy han vuelto a hacerme pruebas. Dos noticias, una buena y otra mala. La buena, mi brazo sigue resistiéndose a morir; la mala, les he oído decir la hora a la que me desconectarán... ¡menudo alegrón!... puedo continuar escribiendo, pero no más tarde del domingo.
Y para qué seguir escribiendo... ¿a quién estoy escribiendo?... ¿quién leerá esto después de que yo me muera?... seguramente quedará tirado en cualquier rincón hasta que alguien lo encuentre y pueda utilizar para avivar algún fuego. O quizás acabe dentro de un contenedor de basura; quién sabe igual lo utilizan para hacer papel reciclado.

Hoy me han vuelto a hinchar con jeringuillazos y pastillas que no me sirven de nada. Creen que soy un iluso, que no les he oído mil veces hablar sobre mí. Me miran con su hipócrita cara e intentan sacar su hipócrita sonrisa, y con sus hipócritas palabras me dicen que cada día voy mejorando, que estoy saliendo de la gravedad... ¡¡Mentiras!!... sólo burdas y asquerosas mentiras. Les he oído tantas veces preguntarse por qué aun sigo vivo, si debería haber muerto hace ya bastante tiempo, que no pueden permitirse el lujo de tenerme conectado a la máquina. ¿Y por qué?... Por que hay otros que no están tan graves, pero pagarían para que la máquina les quitara el dolor. Otros que tienen dinero para pagarla, y no yo un muerto de hambre al que sólo le queda un brazo y un trozo de cerebro. Soy un despojo de carne que no puede ni hablar, ni tan siquiera tiene tacto. Pero pienso todavía. Los oigo y los entiendo. Y puedo escribir para que sepan que no son más que unos hipócritas falsos. Son unos cerdos egoístas a los que sólo les importa ellos mismos, que los mueve el dinero, que no tienen ética ninguna, que sólo han aprendido a sonreír y a lamerle el culo a don Dinero. Me dan asco y tengo que soportarlos.
Seguro que se han dado cuenta de como los miro. No se lo puedo decir con la voz, pero mi mirada no se queda corta a la hora de insultarlos. Y a pesar de todo siempre tienen en la boca su estúpida sonrisa. ¡Que asco me dan!
Estoy comenzando a no ver nada. La cabeza me flota, parece que estoy volando. Son estas pastillas que me dejan hecho una mierda. Hoy tendré que dejar de escribir. Cerdos, me están robando el poco tiempo que me queda. Ni tan siquiera me dejaran vivir estos cinco días que faltan...


Diario 13 de Diciembre

Quedan cuatro días.

Todo el día perdido por culpa de las pastillas. Si ya no siento dolor físico para que me dan las cápsulas que lo único que hacen es atontarme y hacerme perder las pocas horas que me restan.

El cuerpo no es lo que me duele, lo que en realidad me hace daño está mucho más adentro. Lo que en verdad siento es que quedan cuatro días tan sólo. Que después de ahí no seré nada. Quizás un espíritu, una masa de energía que se escapará de este cuerpo, pero nada.
No quiero pensar en ello. Tengo que pensar en otra cosa. He de entretener el poco cerebro que me queda con otros pensamientos. Seguiré escribiendo más tarde...

Recuerdo cuando, a veces, sentado esperaba el autobús. El tiempo se hacía una eternidad esperando. Junto a mí el aire removía papeles por el suelo. La gente pasaba por delante corriendo sin saber que en realidad no les espera nadie. Tenían prisa por llegar a ningún sitio. Vivían su tiempo sin pararse a pensar que estaban haciendo, simplemente andaban como máquinas programadas para eso. Iban hacia arriba, hacia abajo, en todas direcciones. Sus caras frías no expresaban ningún sentimiento. Nadie mira a nadie, ninguna mirada se cruza entre ellos.
Frente de mí, alguien sentado que observa como yo a la gente que pasa de uno a otro lado. Los mira con la misma cara extraña y seguramente pensando igual que yo: "¿A donde van?...¿no se dan cuenta que parecen borregos, uno detrás de otro, caminando por donde ya han caminado cientos como ellos?...¿no se dan cuenta que un camino trazado sólo les va a llevar a donde otros estuvieron antes.. qué si quieren ser uno mismo deben trazarse su propio camino?...¿no ven que sólo saben mirar al que tienen delante para llegar a ser como él... que nunca serás ellos mismos?..."
La gente ya no se conoce por su nombre sino por lo que es, lo que representa o lo que ha llegado a ser... ¿por qué son así?... ¿por qué no saben pensar por si mismos?... no lo entiendo.

Quizás desprecié lo que no comprendía, pero sé que yo afronté ser como soy y no un borrego más que sigue el sendero que dejaron los que pasaron antes que yo. Tal vez lloré y reí... tal vez sufrí y amé... hablé, callé, luché... y ahora sé que he de morir, pero sé que a diferencia de todos ellos... ¡yo si viví!


Diario 14 de Diciembre

Quedan tres días.

En la noche, envuelto en el silencio de mi cuarto, antes de dormir, busco tu recuerdo. Apago la luz para pensar en ti y en mi mundo de ensueño tengo amarrado tu cuerpo junto al mío. Resbalo mis dedos por tu rostro, acariciando tus mejillas y tus labios. Rozo con ellos tu cuello y me pierdo en tus ojos, como tantas veces deseé. Noto como tiemblas y tiemblan tus labios al hablarte de amor. Me acerco a tu boca y al intentar besarla... ¡otra vez... tu sueño se me escapa!

Me encanta soñar que me quieres, que me buscas, que me observas, que te duele… Me encanta pensar que me amas, que me sigues, que me sueñas, que me abrazas… Me encanta creer que te tengo, que te rozo, que te toco, que te beso… Me encanta soñar, pensar, creer… que te busco, que te observo,
que me duele, que te amo, que te sigo, que te sueño, que te abrazo… que ¡te quiero!
Y me siento tan sólo, tan triste, tan viejo, tan fuera, tan lejos, tan muerto… Tan nada, tan mucho, tan poco, tan todo, tan falto de vida… tan arto de sueños.
¡¡¡Quiero dejar de mirar al espejo de mi cuarto… y comenzar mirarme en otros ojos diferentes a los míos… y quiero dejar de que tan sólo sea en sueños!!!

Cuantas veces soñé con ella. Con esa chica especial que nunca he encontrado. Debe de estar en algún lado y en otra vida sé que la he de encontrar. Y espero ser capaz de hablarla y decirle lo que siento, cuando llegue el momento.
El hombre expresa sus sentimientos con palabras, algunas de esas palabras no las pronunciamos jamás, otras no debemos pronunciarlas, y habitualmente se nos hace difícil decir las palabras adecuadas en el momento oportuno... si ese momento pasa, esas palabras se pueden convertir en algo impronunciable, quizás en algo que no nos atrevamos a decir jamás.

Nunca podré olvidar aquella noche. Yo volvía a casa en el autobús. Hacía algo de frío y el autobús estaba completamente vacío. En una parada el bus se detuvo y subió una chica. Bajo su gorrito dos trenzas caían a cada uno de los lados de su cuello. Vestida de uniforme con su faldita a cuadros, una camisa y una rebeca azul. Sus calcetas blancas y sus zapatos de charol.
Se sentó justo enfrente de mí y yo sentí como el corazón se me hacía un puño. Al mirarla a la cara vi que era preciosa y tenía dos grandes ojos verdes que me miraban sin querer. Intentaba no mirarla pero me era imposible, era la chica más bonita que he visto en mi vida. Yo tendría quince años y ella los mismos y no sé porque no podía dejar de mirarla. La miraba de frente, de reojo, en el espejo, en el cristal... cualquier excusa era buena para mirar hacía donde ella estaba. También ella me miraba y si cruzábamos la mirada los dos nos sonrojábamos y sonreíamos a escondidas intentando disimular.
Quise hablar con ella, pero no me atrevía. Cada vez que pensaba que podría decirle el corazón se me aceleraba y me faltaba el aire para respirar. Sentía como se clavaban sus dos ojos turquesa en mi y yo temblaba al mirarla. Fue el más corto y el más largo de los viajes. Cuando me quise dar cuenta ya había llegado a mi parada y tenía que bajar. Me levanté y no pude disimular una mirada de tristeza; ella me devolvió la mirada. No habíamos cruzado una palabra pero ambos lo habíamos deseado. Bajé cabizbajo del autobús y me quedé mirando a la ventana. Allí estaba ella mirándome con dos gotas de luz en sus ojos.
Cuando el autobús cerró la puerta sentí como mi alma se partía en mil pedazos. Ella me miraba por la ventana y me dedicó la más dulce de las sonrisas. El autobús se puso en marcha y yo corrí detrás de él golpeándolo con toda mi rabia. Por más que yo grité el autobús no se paró y me quedé en mitad de la calle con dos lagrimones que me caían de los ojos.
Se iba, se estaba escapando lo que tanto tiempo había buscado, se me escurría de las manos.
Esa noche no pude más que soñar con ella; con sus ojos detrás del cristal; con esa preciosa sonrisa que no volvería a ver jamás. Al día siguiente volví. El mismo autobús, la misma hora, el mismo trayecto... pero ella no estaba. Al siguiente día otra vez, y al otro,... y al otro. Y estuve yendo durante semanas. Pero no volví a verla. Era la chica de mi vida y había estado sentada enfrente de mí... y no supe hablar...
Jamás me he perdonado no haber sido capaz de decirle "hola"... era tan sencillo como eso, como decir una palabra tan sólo... y no lo hice. Era tan fácil y a la vez tan difícil que mi cerebro dejara que mi corazón abriera la boca.


Diario 15 de Diciembre

Quedan dos días.

Como se pierde todo. Los amigos que se van y que no los volverás a ver; los seres queridos que mueren; incluso los sueños que tantas noches te acompañaron, también se irán algún día y no volverán. Pero que bonito fue haberlo tenido.
Es ley de vida, todo lo que un día nace también un día muere. Dentro de dos días me tocará a mí y no se acabará el mundo por ello; aunque el mío si que se acabará.
Sé que es mejor vivir y después morir, que nunca haber vivido. A veces intento recordar el tiempo que he perdido sin saberlo. Ahora me arrepiento de todos esos momentos en los que pude haber disfrutado un poco más de la mi vida.
Nunca te das cuenta de lo que tienes hasta que lo has perdido. Quizás al intentar dejarlo todo también yo me olvidé de muchas cosas que ahora añoro.
Añoro el calor de la mano de una amiga... las risas e incluso las lágrimas. Echo de menos poder hablar con los amigos; las bromas y las gansadas que a veces hacíamos. Pero los amigos te olvidan y cuando me fui sé que todos se olvidaron de mí. Puede que yo también me haya olvidado de alguno de ellos, que voy a hacer... lo mío es enfermedad. Pero de lo que nunca me podré olvidar es de la música. ; ella si que me acompañó siempre. Nunca faltó un sonido, una melodía que me recordara un millón de cosas. Cada momento tubo su música. Son sonidos que hoy aún suenan en mis oídos y que dentro de dos días habré de olvidar...
...¿tendrá también la muerte su canción cuando te viene a buscar?... ¿o será solamente una luz que se apaga y un sonido que se pierde?... Tal vez será como entrar en una habitación en la que tan sólo hay vacío o el tintineo de unas campanillas que se irán callando una a una… o el murmullo de las olas cuando rompen el la playa que desaparece poco a poco de tus oídos mientras te hundes y se inundan del agua del mar, tal vez así lo sintió ella aquella noche…

…Aquella noche sólo se oía el chasquido de sus pasos al andar sobre las hojas secas del camino. Las piedras se marcaban en las plantas de sus pies descalzos, haciéndole sentir que aun no había llegado.
El sendero que pasa por el bosque era oscuro antes de llegar a la playa, donde la luz de la luna dibujaba las siluetas de las rocas y reflejaba el blanco brillo de las olas al romperse. Pero la oscuridad que había en sus ojos era aún mayor que la del bosque o la noche; ella nunca sería capaz de ver el negro de las rocas o ese brillo de las olas. Sus ojos habían estado apagados desde aquel día. Sus dos preciosos ojos turquesa, grandes y brillantes, dejaron de ver la luz y pese a que en ellos se reflejaban las ganas de vivir de su dueña jamás volvieron a tener vida propia... Aunque ahora sé que la tendrá...

Caminaba en su propia oscuridad ya no sólo en la de sus ojos sino en la de su alma; la rabia y el dolor la llenaban, y a tientas vagaba por el sendero, sin saber por qué y para qué; sólo sentía ganas de llorar... de morir.
En su interior un vació como si le hubieran arrancando parte de él. El corazón le iba a estallar y sentía como el aire entraba frío en su pecho y recorría todo su cuerpo. Un aire helado que la paralizaba y a la vez le hacía agitarse y temblar inquieta de ansiedad.

Pronto el sendero del bosque se acabó y ante ella se formaba la playa; arena y agua, sal y brisa... que ella notaba en su cuerpo. Las olas jugaban con su eterno vaivén, el viento peinaba las hojas de los árboles, que caían sobre la arena. Poco a poco caminó por la playa hasta notar como las olas rompían bajo sus pies. Estaba en la orilla y desde allí el rumor del mar resultaba más bullicioso. Sintió más que nunca la brisa en la cara y el olor a sal que tantos recuerdos traía a su mente. Las olas al romper lanzaban pequeñas gotas que rozaban su rostro y se confundían entre el sudor y sus lágrimas. Mientras tanto la rasgaba en sus pies descalzos arrastrándola hacia el mar.

Cayó de rodillas llorando y su falda se poso sobre el agua. El miedo aceleraba su respiración, mientras su corazón latía como nunca antes lo había hecho. Su pelo se alborotaba con el viento, que lo agitaba sobre su cara. Lentamente se alzó y como sin quererlo se adentró en el mar. Ahora el agua llegaba a sus tobillos y le hacia sentir como el mar se adueñaba de su cuerpo. Jamás se había vuelto a atrever a entrar en él y no creía ser capaz de hacer lo que estaba haciendo, ahora se encontraba ante él... dentro de él y cada vez se adentraba un poco más.

Su falda completamente mojada se ceñía sobre su cuerpo, dejando ver su silueta, las curvas de sus caderas y sus largas piernas. Siguió caminando... el agua ya llegaba a su cintura y mojaba su larga cabellera negra. Bajo el mar su falda se balanceaba con la corriente de las olas y sus pies se clavaban entre la arena y las algas. En su cuerpo ya no quedaba miedo, tan sólo dolor. Su mente recordaba, por ella iban pasando como fotogramas de una película imágenes de una vida que un día se truncó... destellos entre su oscuridad... pasaban sonidos y sensaciones... A la vez su tacto recordaba texturas y formas de objetos y rostros. En su mente recordaba el cielo y el mar como esa oscuridad que cegaba sus ojos, inmensos, pero con un brillo tan intenso, como el que tenia el... se había sentido tan bien con él...
Recodaba interminables tardes en sus brazos; sabía todos y cada uno de los rincones de su cuerpo. Recordaba como sus firmes labios la habían besado tantas veces y como tantas veces se había estremecido junto a él...
No era justo... ¿por qué tubo que irse el sólo?... ¡ si ella también hubiera querido morir!... ¿por qué el mar se lo quitó?
El agua ya alcanzaba su pecho y la camisa se pegaba sobre sus senos ahogando el latido de su corazón. Y pese a que su cuerpo seguía caminando ella ya había muerto, y tan sólo quedaba ese músculo en su pecho que se resistía a dejar de latir.
El mar ya cubría su largo cuello y ahora las olas azotaban con mayor fuerza su rostro. Ella sólo esperaba que el mar se la tragara y la llevara con él... vivir ya no importaba nada.
En la noche se oyó un leve gemido; sobre el agua se formó un pequeño remolino y las ondas de este se expandieron hasta la orilla donde, entre la arena mojada, había quedado su broche y en el escrito “A ti… por que sin conocerte ya te amaba siglos antes de haber nacido”...
El viento dejó de soplar en el cielo, las olas pararon su vaivén y un inmenso silencio se hizo en la noche... el mar se la había llevado como antes se llevó a él.
De testigo, sólo la luna que miraba desde el cielo. El día llegó poco a poco pintando sombras entre el bosque, esbozando a árboles y flores. Atrapando la brisa y el frío en el color del campo mojado por el rocío de la mañana.
...- Quizás ahora comprendo que intentabas decirles. No escuchaban, no sabían como. Quizás escuchen ahora -... “Durante un tiempo vivías de un sueño, el sueño que el te dio y hoy que te han despertado tan solo quisiste seguir dormida”

Aquella noche, no sólo apagaste el sonido de tu voz, también murió la música que daba tu sonrisa y tu mirada a muchos que te queríamos… pero me queda poco e iré a verte…


Diario 16 de Diciembre

Queda un día.

Hoy vinieron de nuevo a verme. Han sido los últimos preparativos antes de desconectarme mañana.
Es verdad... será mañana. Me parece haberles oído decir que a las doce... a media noche... estaré preparado. Se como lo hacen lo he oído muchas veces. Una enfermera con las pastillas de siempre... somníferos para que esa noche duermas bien. Después de eso ya no vuelves a despertar. Ellos llegarán cuando las cápsulas hayan hecho efecto y simplemente tendrán que desconectar un par de botones. Es fácil acabar con la vida de alguien. Después los cables, una manta por encima... y listo para incinerar. Seré ceniza esparcida por cualquier parte.

Se me escapan las horas pensando. La verdad es que ahora no tengo otra cosa que hacer más que recordar. No quiero pensar en mañana, no quiero pensar que voy a morir. El hoy es una cosa tan insulsa que no me queda más remedio que pensar en el ayer. Solamente recordando soy capaz de dibujar una sonrisa. A veces me río a carcajadas sin saber por qué... es la desesperación. Estoy inmóvil en esta cama y no puedo ni comunicarme y esto llega a veces a desesperarme. Mi alma suelta carcajadas, aunque mi voz sólo haga gemidos. Río tanto que se me saltan las lágrimas. Lágrimas de tristeza de frustración, de esa pesadumbre que me corroe las entrañas. Entonces ya no río, ahora lloro y las lágrimas siguen cayendo por mi mejilla... intento limpiármelas con la mano, pero no puedo. Está demasiado lejos. Mi cara está demasiado lejos de mi mano. Apenas soy capaz de moverla un poco y no puedo ni frotarme los ojos. Es ahí cuando peor me siento... es ahí cuando me doy cuenta de que no soy nada, de que no sirvo para nada... que he de morir, por que no son más que un estorbo. Algo inútil de lo que no se puede sacar ningún provecho. Es entonces cuando más deseo que apaguen esta maldita máquina. Este aparato que llega a exacerbarme con su insoportable clic... clic... clic...
Pero tras la tormenta llega la calma y me doy cuenta de que en realidad no quiero morir... que quiero seguir vivo. Quizás pueda servir para algo, quizás tenga algún provecho para la sociedad...
...Mas ¿quien soy yo para pedir esto? ... alguien que ha hablado siempre mal de ella, alguien que la ha repudiado. Alguien a quien condeno... a muerte. Y moriré, ya lo creo que moriré... Mañana...
No hay indulto para esta condena. Soy un recluso que escapó, un reincidente que insistía e insistía en querer ser uno mismo. Y esos son unos cargos contra los que no hay defensa ninguna.
Como te puedes defender si quien te juzga es el mismo que se siente ofendido por tus actos... Es fácil condenar cuando se es fiscal, juez y verdugo.



Diario 18 de Diciembre

Hoy es el día.

Ahhh!!!... es difícil gritar cuando no tienes voz... es difícil pero ahora es lo que más desearía hacer. Quisiera gritar tan fuerte que me oyeran hasta las piedras, para que puedan oír todos lo que está pasando, lo que me esta pasando... aunque ¿a quién le importa?... a nadie...
Creo que lo mejor será que siga callado y esperando. La verdad es que después de esta noche ya no quedará nada por lo que gritar ni a quien gritárselo. Debería conformarme pensando que ya hace tiempo que perdí todo por lo que merecería la pena vivir... y a veces lo hago. A veces me quedo sobre la cama con los ojos abiertos de par en par mirando al techo, esperando a... que vengan... a que me desconecten... a que pase un avión... a que yo que sé, me da igual. Me quedo mirando hacia ningún sitio, sin pensar, sin moverme... tan sólo esperando... casi como ahora...

Últimas horas, últimos suspiros. Quizás será mejor que me vaya despidiendo ahora… pero de quien...
¡¡¿Por qué decir "desconecten" cuando tendría que decir "maten"?!!... por que eso es lo que van a hacer, me van a matar. Me van a quitar la vida... Sí mi vida. ¡¡Sí!!...enfermo terminal... no creo que un enfermo terminal esté tan lucido como lo estoy yo... ¡mierda ya están aquí!

Falsa alarma... tan falsa como sus asquerosas sonrisas. ¡Cerdos!
Es la hora de comer, la enfermera tiene que estar a punto de llegar con esa deliciosa bolsita de plasma... ¡¡Uuhhnm... delicioso!! para que desperdiciar una mas… ahhhhh… Dios… aahhh…

Quedara muy poco para la ejecución, no será hasta media noche exacta… je je je… de que me rio…. aahhhh!!!
Me van a volver loco... ahora... luego... más tarde... antes... después... no saben decidirse, con lo fácil que es. Sólo tienen que desconectar... Clic... fuera botón. Es lo más simple del mundo acabar con la vida de alguien. Un cuchillo, un interruptor, un disparo... y fuera... ya es historia.
Que no les gusta el color de alguien... pues ¡Zass! cuchillazo y se acabó. Que no les gusta un gobierno... pues ¡Clic! unos interruptores y a la mierda gobierno y nación entera si hace falta. Que les tocas la moral y les cambias los papeles... pues ¡pumm! te pegan un tiro y se buscan a otro.
Es lógico verdad. El hombre actúa por instinto. Si algo molesta se quita del medio. Hay que comprenderlo, dicen, es su instinto de supervivencia.
Lo más fácil es arrancar una hierva antes que cuidarla y saber si puede ser útil. Es más cómodo el camino rápido. Pero que tengan cuidado por que a veces la planta deja sus raíces en el suelo y pueden crecer más de ellas y joderles la cosecha.
Yo voy a morir pero espero que esto sirva de raíz para otras plantas como yo. Y me gustaría que crecieran aun más fuertes, y cuanto más se las pode más robustas se harán. Hasta que ninguna sierra mecánica será capaz de cortarlas.

Quedan minutos.
Creo que hoy estaba atardeciendo muy despacio. El sol murió en el horizonte y su sangre se esparció por todo el cielo, teñido de rojo plomizo. Se desgarra el día mientras cae la noche. El firmamento se agrieta entre nubes cuajadas de luz. Y yo estoy muriendo con él.
Un minuto puede ser interminable cuando estás esperando que acabe.
Silencio, nada más que se oía el silencio. Se ha escondido el sol y se apagó su luz y está a punto de apagarse mi vida.
Atardeció y de nuevo volveó la noche. Tan triste, tan sola, tan vacía... Aunque no me importa porque ya no estaré para llorar con ella. Hoy la noche me envolverá en su manto negro y me llevará lejos quizás hacia ningún sitio. ¡Que importancia tiene!!...
Te tengo encerrada en mi mente; en mis sueños te beso un millón de veces. Te veo pasar, a veces...
Parece que ya estoy delirando, ¿a quien escribo nada?...Si me siento triste, todo lo que tengo que hacer es cerrar los ojos... y llorar. Porque nadie vendrá a acompañarme en mi tristeza; porque nadie pensará en mi; nadie me echará de menos... nadie... estoy sólo y muero en soledad... ¡¿Y quien quiere vivir así?!... ¿quien?...
Perdido entre tanta lucidez no es bueno dejar los sueños a un lado... pero que puedes hacer cuando tus sueños han sido la pesadilla que te ha perseguido durante toda tu vida...

Un leve viento hace mover las cortinas de la ventana, quizás alguien la dejó entreabierta, la verdad es que no puedo verlo desde aquí... ni podría verlo aunque estuviera a su lado. Tengo los ojos tan llenos de lágrimas que no soy capaz ni de ver lo que estoy escribiendo. Me duelen los ojos de llorar... me duele el alma de tanto sufrir... me duele la vida que aun queda dentro de mi cuerpo... me duele el corazón de sentir.
Me duele tanto todo y sin embargo no quiero dejar de sentir que estoy vivo, no quiero morir... Noto como dentro de mi una voz se pierde entre ecos, una luz que se apaga en el silencio de unos gritos que dicen ¡Ayuda!, ¡Ayuda!... ¡Socorro, me muero!!!
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1 comentarios. Página 1 de 1
Baby Face
invitado-Baby Face 15-07-2006 00:00:00

Esperanza Me da tristeza tu historia, realmente me hizo llorar, espero que no sea cierta por que si no...me romperaz en pedazos el corazon. Si es simplemente una historia, esta de pelicula pero, si no...esta dificil opinar. La soledad es un factor que nos acompaña desde que nacemos asta que morimos. Realmente creo que todos estamos solos muy adentro, no mas que las demas companias nos hacen olvidar la soledad. Pero si ves bien,piensa en los momentos bellos no en los malos para poder sobrevivir a esa tortura que te espera para que te de animos de una recuperacion rapida. Los pensamientos positivos dan vida y salud, los negativos la quitan y la acortan. Piensa y pide a Dios su misericordia y que te de otra oportunidad. Dios escucha y es muy misericordioso. Y si es verdad deceo que te mejores. Nora L

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