La madre de setenta y seis años preocupada por la situación socio económica de su hijo de mas de cincuenta años...
Las deudas gratuitas que un hombre generoso, medio tonto y dejado pueda tener con los impuestos tributarios de un país del tercer mundo...
La lectura de un periódico sensacionalista en donde aparecen noticias llenas de chismes, fotos, textos bañados de mediocridad...
Una novela presentada muchas veces a la misma editorial buscando entender el por qué de su continua devolución...
Un cielo gris y los bolsillos vacíos, y ni un solo lugar hacia donde ir...
El espejo a primeras horas de la mañana cuando ya ha pasado el umbral del medio ciento de años de vida y obras...
Los primeros pasos que uno da saliendo del auto que lo lleva hacia el trabajo, el mismo sillón, las mismas caras, y, el mismo olor a viejo de la oficina...
El futuro cáncer que lo espera a la vuelta de la esquina, es decir, cuando uno ya no mira hacia su pasado...
Los rostros de los amigos que ya dieron la vuelta a la vida, pasando a unirse con la tierra y los bellos recuerdos...
La castrada ambición por ser algo en la vida...
Todas las novias que alguna vez fueron el barco que parecía llevarnos al paraíso, a la tierra prometida... del cual naufragamos antes de llegar a cualquier orilla junto a ellas...
El sueño de escribir la obra de las obras cuando es la vida misma la más importante de todas las obras y letras escritas en el instante en que uno respira...
Y esta espina que no deja de aguijonearme día y noche contándome la historia de tantos personajes que respiran a través de mi, pero que aún no tiene carne ni cuerpo, pero sí que se hacen sentir en cada momento en que me pongo a soñar, pensar, escribir, desear...
Lince, enero del 2006