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Don Ganso I

Querido lector: 

Espero que no te moleste esta pequeña introducción.

Me encanta escribir. Desde niño siempre he tenido miles de historias rondándome en la cabeza. El problema es que no sabía cómo plasmarlas o simplemente no tenia las ideas bien formuladas. Me limitaba hacer dibujos y de vez en cuando paquitos. Últimamente me he estado sumergiendo en el mundo de la literatura y ahora por fin encontré una forma de sacar esas ideas de mi cabeza, nada más y nada menos que escribiendo.

Lo que veras a continuación es una historia que he comenzado y me he propuesto a terminar. Este no es más que el primer capítulo, pronto publicare el próximo, espero que te guste. 

Don Ganso

I

Era un día frio, las nubes grises arropaban toda la granja. Todos los animales se habían reguardado y se acurrucaban por miedo a congelarse y morir pues sabían que si esto pasaba terminarían en un locrio o en un sancocho.

Todos tenían frio menos Don Ganso, que parecía nadar de alegría en una hoya gigantesca hirviendo. Un pajarito carpintero de plumas rojas que merodeaba por los arbustos advirtió el intenso vapor que se escapaba por una de las ventanas de la granja y decidió ir a ver.

-Oh Dios, pobre pato!- Dijo el pajarito confundido por todo el vapor.

-Que sonso eres- Replicó Don Ganso dando vueltas en la gran hoya- es obvio que soy un ganso. ¿por que te espantas?

-Bueno, emmm... no sé ni por donde comenzar...

-Comienza por el comienzo... -Dijo Don Ganso impaciente- pero comienza rápido, mi amo me acaba de preparar esta linda piscina para que me caliente, ¿Acaso no es encantador ese amo mío?

El pajarito no podía creer lo que acababa de escuchar y dijo medio burlón:

-Parece que a tu querido amo se le antojo un rico caldo de ganso.

-Pero que tonto pájaro, mi amo hizo esto para calentar mis plumas- Dijo Don Ganso lleno de rabia

De pronto Don Ganso comenzó a sentir un intenso calor en sus patas y plumas, pequeñas burbujas se desprendían del fondo de la hoya.

-Santa madre de los gansos, me estoy quemando!!!- Don Ganso comenzó a a graznar y a aletear. En un intento de escapar, tumbo la hoya. El pajarito voló a lo alto del techo evitando quemarse con el agua que salpicaba por todo el lugar.

-¿Todavía no crees que te quieren comer?- Dijo el pajarito.

-Eso no prueba nada!!!- Don Ganso se agitaba mientras respondía, estaba empapado, sus patas se estaban quemando. Desesperado por el abrazador calor, aleteo como pudo y salto por la ventana.

El pajarito salió como un rayo y vio como el ganso se revolcaba en el suelo, agitando sus plumas. Sintió pena por la pobre criatura.

-¿Estas bien?- Le dijo con autentica preocupación.

-Es obvio que no estoy bien, ¿acaso aparte de tonto eres ciego?- El intenso calor parecía irritar bastante al pobre Don Ganso.

-Entiendo porque estas tan enojado- Dijo el pajarito sereno- pero creo que deberíamos irnos antes de que tu amo llegue y nos vea, si nos agarra terminaremos los dos en un sancocho.

-Ya me tienes cansado, mi amo me quiere demasiado como para hacer un sancocho conmigo, ya deja de hablar estupideces.

Mientras discutían alguien se había asomado por la ventana por la que habían saltado. De pronto la puerta de la granja se abrió. Salió un hombre calvo de piel blanca, medio gordito y con la ropa toda mal puesta, como si se hubiera acabado de levantar. Estaba tan enojado que el rostro se le torno casi rojo como un tomate y los lentes que llevaba le bailaban cada vez que agitaba la cabeza. Apretaba sus manos de tal manera que parecía lastimarse, en una de ellas tenia empuñado un cuchillo casi tan largo como un machete.

-Corre- Grito el pajarito

-Es mi amo, sabia que no me abandonaría- exclamó Don Ganso curiosamente calmado

-¿Acaso no ves que tiene un cuchillo?- El pajarito agitaba sus alas como nunca

De repente el hombre corrió hacia ellos con el cuchillo sobre su cabeza. Y Don Ganso y el pajarito se echaron a corren.

-Esto es un malentendido, mi amo siempre me ha querido- Dijo Don Ganso mientras esquivaba todo lo que se encontraba en su camino

-Señor Ganso…. ¿puedo llamarte así?- El pajarito volaba cerca de Don Ganso tratando de que este lo escuche mientras hablaba.

-Me llamo Don Ganso, así que llámame Don Ganso

Finalmente se escondieron detrás de un árbol, el hombre parecía haberlos perdidos. El pajarito se dejó caer en una rama y dijo:

-Don Ganso, ¿ya me crees?

-Bueno…. Eh- Dijo Don Ganso pensativo

Un arbusto comenzó a agitarse, el hombre de un salto cayó junto a los animales que corrían por sus vidas. El pajarito se dirigió a lo más alto del árbol mientras Don Ganso se acercaba corriendo hacia unas gallinas. El hombre agarro el mango del cuchillo entre sus labios y trepaba el árbol sigilosamente.

-Doña Gallina creo que el amo intenta matarme- Dijo Don Ganso desesperado a una de las gallinas.

-No puedo decirte que no me lo esperaba, con lo irritante que eres me sorprende que aun estés vivo- La gallina hablaba con poco interés- ¿Y por qué crees eso?

-Pues me anda persiguiendo con un cuchillote, y ahorita me preparo una piscina demasiado caliente, además un pajarito me lo dijo.

Las gallinas comenzaron a alborotarse cuando un pájaro de plumas rojas voló cerca de ellas. El pajarito se acercó a Don Ganso y le dijo:

-¿Qué esperas? Vámonos antes de que nos atrape

-¿Irnos? Yo no iré a ningún lado hasta que este completamente seguro de que…

Un sonido ensordecedor detuvo la conversación. Una de las gallinas aleteo tan fuerte del susto que quedo extendida en el aire por unos segundos. Todos voltearon y vieron a un hombre con una pistola, este disparaba como loco hacia el cielo. Luego comenzó a acercarse.

Don Ganso y el pajarito siguieron corriendo por su vida. Las gallinas miraban desinteresadamente, como si no les importase lo que le pudiera pasar al pobre ganso. Sonó un disparo. Sonó otro más y otro más.

-Parece que tu amo tiene mucha hambre- Dijo el pajarito ya cansado.

Don Ganso, que le costaba quedarse callado siempre, por alguna razón no respondió. Se limito a correr.

-Escondámonos allí- El pajarito señalo un pajar.

Cuando saltaron al pajar Don Ganso recostó su barriga en el suele y el pajarito se dejo caer.

-Creo que deberíamos irnos- Sugirió el pajarito.

Don Ganso no respondía, tenia la mirada perdida, como pensando.

-Bueno… creo que si- Le respondió al pajarito como desganado después de un rato.

El hombre al fin se cansó y volvió a la granja. Don Ganso y el pajarito aun esperaban en silencio en el pajar.

-Creo que ya se fue, vámonos- Dijo Don Ganso serio.

Y salieron de la granja. Era la primera vez para el ganso. Caminaron sin rumbo sin decir una palabra hasta que llegaron a un extenso bosque. La noche caía lentamente y ráfagas de frio azotaban sus plumas.

-Llevamos mucho rato caminando, ¿A dónde vamos?- Dijo el pajarito inquieto.

-A cualquier lugar, no importa dónde – Don Ganso hablaba con tristeza mientras se acercaban a un charco- Mi amo me quiere hacer caldito. Ya nada importa, nada tiene sentido.

El pajarito escuchaba con atención las palabras del pobre ganso. Finalmente pararon en el charco, Don Ganso miraba perdido su reflejo. No reconocía eso que estaba allí.

-¿Quién soy sin mi amo? Es la única cosa que me importa. Soy solo un ganso. Nunca había salido de la granja, es lo único que conozco, ese era mi único hogar… –Don Ganso hizo una pausa- Vámonos lejos de aquí, vallamos a un lugar que solo nosotros conozcamos, donde al menos no muramos en un sancocho.

Una lagrima se deslizaba por el pico del ganso. El pajarito no podía creer que ese animal prepotente y altivo que conoció hace poco fuera capaz de llorar.

-Oye, el mundo es nuestro- Dijo el pajarito volando delicadamente frente a Don Ganso- Podemos hacer lo que nos plazca.

-Te das cuenta de que soy un ganso y tú un pájaro, ¿verdad?

-¿Y? Nosotros ponemos nuestros propios límites, vamos, domemos al mundo, pronto encontraremos un hogar- El pajarito hablaba lleno de seguridad.

Ya el sol se había escondido completamente. Solo se distinguían algunas siluetas opacas de los árboles que la luz de la luna iluminaba. Don Ganso levanto el pico y miró al pajarito, que le sonreía. Luego dirigió la vista hacia el cielo. Una extraña sensación lo hizo estremecer. Contemplaba las estrellas con cierta esperanza.

Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
  • Media: 9
  • Votos: 1
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