Esta es la historia de dos niños del West End neoyorkino aficionados a las ciencias ocultas y a los fenómenos paranormales. Les gustaban con locura los relatos de fantasía y las novelas de ciencia ficción. Aunque eran de naturaleza diferentes, ambos tenían gustos muy comunes y les gustaban las mismas lecturas. Pero sus diferencias de carácter terminaban por interponerse entre ambos, pues a uno soñaba con un mundo de paz y la armonía mientras que al otro le gustaban los ambientes de violencia y caos.
Los dos amigos se llamaban Jumbo Crockdash y Larry Steinbeck, y tenían trece años. Jumbo era un niño tremendo y de naturaleza un tanto perversa y era niño a quien agradaban los relatos violentos y caóticos. Su vida afectiva también era caótica, pues no daba “pie con bolo” con las chicas y aprobaba justito dos o tres asignaturas suspendiendo las demás. Jumbo tenía el pelo castaño oscuro tirando a oscuro y tenía una peca grande en uno de sus sonrosados carrillos, muy cerca de la barbilla. En general, no resultaba muy guapo, que digamos. Vestía ropa raída, aunque el chaval aseguraba a todo el mundo que “iba a la moda.” ¡Que soso! Llevaba una camiseta agujereada que parecía de un color beige, pero que en realidad estaba simplemente sucia, y unos pantalones de pana largos y casi caídos. Sus bambas eran blancas y tenía unos cordones que siempre estaban mal atados. Y siempre cubría su cabeza con una gorra roja en la que se podía ver claramente el dibujo de una pizza y un slogan que decía: “Tele Pizza, el secreto está en la masa”.
Por el contrario, Larry Steinbeck, era el niño que se imaginaba lugares bonitos con bellos prados, montañas nevadas, playas de fina arena y ríos de aguas cristalinas. Era un niño superdotado y aprobaba en clase absolutamente todo con notas que rara vez bajaban del 9. Las chicas le admiraban por lo guapo que era, y salió con más de una. Era natural que Jumbo sintiese hacía Larry un poco de envidia. A veces, Larry se creía el mejor, pero enseguida pensaba que aquello no estaba bien, además, si presumía de sus dotes iba a ser algo difícil que consiguiese amigos.. Su cabello era algo rizado de color rubio y estaba siempre recién lavado. Era bastante presumido y se duchaba cada día. Sus ojos eran de un azul verdoso claro, grandes y realmente bonitos. Era alto para su edad, pero más bajito que Jumbo. No es que sus padres fuesen ricos, pero Larry vestía ropas distintas cada día, aunque su atuendo favorito eran unos tejanos azul marino y una camisa blanca cubierta por un jersey verde oscuro en la que había un dibujo de las letras “L. S” (Larry Steinbeck) que le había bordado su abuela de Littleville. Su atuendo se completaba con unas bambas blancas y muy limpias de marca Nike. Pero Larry no era perfecto en todo, pues no sabía ir en monopatín, habilidad deportiva en la que Jumbo era todo un artista. Una tarde, al salir del colegio, Jumbo le dijo a Larry:
- ¡Oye, Larry! ¿Por qué no vamos esta noche a ver si hay planetas que se hayan alineado? Luego te propondré una idea.- Larry quedó encantado ante la sugerencia de Jumbo.
- ¡Vale! Es una buena idea. ¿A que hora quedamos? - Larry preguntó:
- A las 7:30 ya comienza a anochecer. Quedaremos a esta hora. Luego iremos a un montículo del Bronx desde el que se domina toda Nueva York. ¡No te olvides, Larry. A las 7.30 en la puerta de mi casa!
Los niños fueron corriendo a sus respectivas casas. Se suponía que Jumbo merendaría, jugaría y dejaría hora los deberes descuidados. Para Larry, sin embargo, los deberes eran lo primero.
"¡No os perdáis el siguiente capítulo: es mucho mejor."