Jumbo Crockdash estaba agotado y Bálder también. Se sentaron encima de una gran roca de donde ya se veía las primeras montañas de Haridor. Por un momento pensó de que sus maravillosas aventuras no serían tan bonitas, sinó más difíciles. Se le escapó una lágrima al pensar en lo sólo que estaría Larry Steinbeck. Su pensamiento fue interrumpido por Shanna:
- El esta roca estás seguro. No debo preocuparme tanto. Ahora debo irme a la batalla de Haridor a luchar. Nos volveremos a ver, no te preocupes.
- O sea, ¿Voy sólo a buscar a Larry? - preguntó Jumbo.
- No temas, Jumbo. Con tu espada no será difícil, pero, toma mi amuleto de la suerte: se entrega a un ser amado.
Jumbo se miró extrañado a Shanna y dijo:
- ¿Por que me lo das a mí?
- Por... por... porque te quiero. Es muy difícil decírtelo. Te lo he querido decir este tiempo, pero no pude.
- ¡Valla, eres la primera chica que me quieres!
- A mi también me gustabas, pero lo intentaba esconder hasta que no me aguanté.
Shanna montó en Élder y se despidió. Cuando ya desapareció en el horizonte, Jumbo dijo a Bálder:
- ¡Olle, Bálder!
- ¿Sí, Jumbo?
- ¡Corre, muy deprisa, Larry nos espera!
Se pusieron a correr. Muy deprisa y entraron en Haridor. Mientras que Larry estaba intentando cumplir su misión acompañado de un gato peludo, gordo y pelirrojo llamado Milki.
Larry llevaba tres días caminando y apenas comía algo. Estaba tan atareado en su misión, que no podía más y se calló al suelo. Milki acudió a él y dijo:
- ¡Voy a por ayuda, Larry!
Suerte que estaba Jumbo allí y tuvo tiempo de coger a Larry y montarle encima de Bálder. Milki sonrió y se puso en la cabeza del caballo.
- ¡Gracias, Jumbo! - agradeció sin fuerzas Larry.
- Ahora estás a salvo, yo te ayudaré a cumplir tu misión. - contestó Jumbo.
Abanzaron más para llegar a la Fortaleza Oscura donde Maligno reposaba mientras tenía atrapada a la princesa.
Continuará...